Estamos a un paso de celebrar la ascención; en presencia de sus apóstoles, el Señor asciende al cielo dejando un mandato:
"Ámense los unos a los otros".
Somos nosotros mismos considerados como Amigos de Jesús, para poder sentirnos así debemos entender y obedecer su palabra, vivir de acuerdo a lo que nos manda.
Cuando muere una persona querida, por ejemplo nuestra madre, sentimos un vacío muy grande, creemos que el mundo se acaba y que no podremos enfrentar nuestros problemas igual que antes, pues ese apoyo que teníamos se ha ido; sin embargo, pasando el teimpo comenzamos a valorar las enseñanzas de esa persona y cumplimos con sus deseos en vida y actuamos conforme esa persona nos enseñó o de acuerdo a la forma en que él o ella lo hubiera hecho, pues aún después de la partida, sus palabras y enseñanzas siguen presente en nuestras vidas.
Lo mismo ocurre con las enseñanzas de Jesús, y con los apóstoles después de su muerte para llegar a comprender las palabras y las acciones que su maestro les mostró. Jesús ha muerto por nosotros y nos dejó un gran legado de enseñanzas que debemos apreciar y seguir, todo se resume en una frase: Ámense los unos a los otros.
Nosotros somos amigos de Jesús y eso nos convierte en Cristianos.
Hechos 25-26, 34-35, 44-48.
I Juan 4: 7-10.
Juan 15: 9-17.
Salmo 97: El Señor ha revelado a las naciones la salvación, Aleluya.
Juan 14:23 El que me ama guardará mi palabra (dice el Señor) y mi Padre lo amará, y vendremos a él.