Por la
señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ven
Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado
de María, Tu Amadísima Esposa, ven.
Señor
mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser
Tú quien eres, bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas; me pesa
de todo corazón haberte ofendido; también me pesa porque puedes castigarme con
las penas del infierno. Ayudado con tu divina gracia, me propongo firmemente
nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuese impuesta.
Amen.
Creo en
Dios padre Todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo,
su único Hijo, Nuestro Señor, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a
los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso y desde ahí ha de venir
a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa
Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la Vida Eterna, Amén.
Hoy
Jesús nos invita a compartir un momento de intimidad con El. Ese Jesús, que
está vivo y realmente presente en la Eucaristía quiere que le regalemos un poco
de nuestro tiempo para amarlo, para alabarlo y para adorarlo. Hoy está aquí,
frente a nosotros, sobre el altar, presente y vivo en ese pedacito de pan que
ya no es pan, sino el Cuerpo Vivo de Cristo, que está esperando a que lo
amemos, a que lo adoremos. Vamos a rezar juntos el Rosario Eucarístico,
contemplando los misterios de la vida de Jesús, en los cuales nos revela y nos
regala para siempre su cuerpo y su sangre hechos pan y vino.
Se
mencionan las peticiones…
Te lo
pedimos Señor y te damos gracias.
Primer Misterio: La multiplicación de los panes.
Alabado
sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por
siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.
“En
aquellos días, Jesús y sus apóstoles se retiraron en una barca a un lugar
solitario para descansar. Pero muchos los siguieron desde todas las ciudades y
llegaron antes que ellos. Al llegar, Jesús sintió compasión de aquella
muchedumbre y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada
cuando los discípulos se le acercaron y le dijeron: ‘Ya se hace muy tarde.
Despídelos para que vayan a sus aldeas y puedan comer’. Jesús les contestó: ‘Denles
ustedes de comer’. Los discípulos preguntaron alarmados: ‘¿De dónde vamos a
sacar para darle de comer a tanta gente? Tan sólo tenemos cinco panes y dos
peces’. Entonces Jesús ordenó a la multitud que se sentara en la hierba y
tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció
la bendición, partió los panes y los repartió entre los discípulos para que los
fueran sirviendo. También repartió los peces. Todos comieron hasta saciarse, y
con lo que sobró se llenaron doce canastos. Los que comieron los panes fueron
unas cinco mil personas.” [San Marcos 6,31-44].
En la
multiplicación de los Panes, Jesús quiere mostrarnos que el Pan que Él nos va a
regalar en la Eucaristía es para todos y cada uno de nosotros, para todos los
que quieran recibirlo. Sin embargo, muchas veces despreciamos ese grandísimo
regalo que Él nos ha dejado y lo dejamos solo en el Sagrario, o esperando en la
mesa a ser comido por nosotros. Vamos a
aprovechar este momento para pedirle perdón por nuestra indiferencia,
respondiendo a cada oración:
“Ten
misericordia de nosotros”.
- Por nuestra indiferencia a Ti, que estás presente en cada comunión, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por nuestras distracciones y faltas de atención en la Misa de cada domingo, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por tantas comuniones que hemos recibido sin estar en gracia de Dios, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por nuestras faltas a la Misa dominical y por el abandono de la confesión y la comunión frecuente, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Porque muchas veces nos olvidamos de Ti, Señor, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por tantas veces que, pudiendo haberte venido a visitar, te dejamos solo en el Sagrario, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por tantas veces que no quisimos ver tu luz y compartir el banquete de la Eucaristía, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por no dar testimonio de tu amor entre nuestros amigos y familiares, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por todas las veces que pudimos ayudar a que alguien se acercase a Ti en la Eucaristía, y no lo hicimos, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
- Por todos que en Ti no creen, no te adoran, ni te aman, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos
ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10
veces).
Gloria
al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Oh
María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en
el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el
Santísimo Sacramento.
Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de
los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Segundo
Misterio: Jesús nos dice que Él es el Pan de Vida.
Alabado
sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por
siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.
“En
aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: ‘¿Qué debemos hacer para obrar como
Dios quiere?’. Jesús les respondió: ‘La obra de Dios consiste en que crean en
Aquel que Él ha enviado’. Ellos entonces le dijeron: ‘¿Y qué señal nos das Tú
para que viéndola creamos en Ti? Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, según está escrito: Pan del Cielo les dio a comer’ Jesús les
respondió: ‘En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan
del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan
de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo’. Entonces le dijeron:
‘Señor, danos siempre de ese pan’. Y Jesús les contestó: ‘´Yo soy el Pan de la
Vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca
sed’.” [San Juan 6,28-35].
Jesús
nos dice que la obra de Dios consiste en que creamos en Aquel que el Padre ha
enviado. Jesús nos dice que Él es el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, Él es en
quien debemos creer para agradar al Padre. Expresemos nuestra fe en Jesucristo
respondiendo a cada oración:
“En Ti
creemos, Señor”.
- Porque creemos, Jesús, que Tú eres el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos, Jesús, que Tú estás realmente presente en el Pan y el Vino que recibimos en la Eucaristía, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos que en cada Eucaristía revivimos tu Pasión, Muerte y Resurrección, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos Señor, que si comemos tu Cuerpo y bebemos tu Sangre tendremos Vida Eterna, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos Señor Jesús, que tu Carne es verdadera comida, y tu Sangre es verdadera bebida, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos Jesús, que al recibirte en la Eucaristía nos hacemos uno contigo y con tu Padre, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
- Porque creemos Señor, que al compartir la Eucaristía nos unimos a toda la Iglesia en un solo cuerpo, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
Jesús
está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que
creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos
ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10
veces).
Gloria
al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Oh
María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en
el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el
Santísimo Sacramento.
Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de
los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Tercer
Misterio: Jesús nos promete que quien come su Cuerpo y bebe su Sangre,
tendrá la Vida Eterna.
Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por
siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.
“En
aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘En verdad, en
verdad les digo: El que cree tiene vida eterna. Yo soy el Pan de la Vida. Sus
padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este Pan que baja del Cielo
es para que quien lo coma no muera. Yo soy el Pan Vivo bajado del Cielo. El que
coma de este pan, vivirá eternamente. El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’.” [San Juan 6,
47-51a.54].
Al
dejarnos el regalo de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, Jesús nos dejó
también la esperanza en que no moriremos jamás. Sembró en nosotros la confianza
de que, si comemos su Cuerpo y bebemos su sangre, tendremos Vida Eterna. Vamos
a manifestar nuestra confianza en la promesa de Jesús, respondiendo a cada
oración:
“En ti
confiamos Señor”.
- Porque Tú nos prometiste que quien come tu cuerpo y bebe tu sangre tiene Vida Eterna, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque todos los domingos nos das la oportunidad de comulgar, y de hacernos parte de Ti, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque tu misericordia dura para siempre, eres compasivo y lento para el enojo, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque en momentos de soledad y amargura levantamos nuestro grito al cielo y tenemos plena seguridad de tu presencia, Señor, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque sabemos que Tú nos resucitarás en el último día, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque quisiste quedarte entre nosotros hecho pan y vino para acompañarnos y darnos fuerza, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
- Porque nos prometiste que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
Jesús
está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que
creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos
ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10
veces).
Gloria
al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Oh
María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en
el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el
Santísimo Sacramento.
Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de
los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Cuarto
Misterio: Jesús nos anuncia que al comer su Cuerpo y beber su Sangre, nos
hacemos uno con Él, y Él se hace uno con nosotros.
Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por
siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.
“En
aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘Mi carne es
verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe
mi sangre, permanece en mí y yo en él. Al igual que el Padre, que vive, me ha
enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí’.” [San Juan
6,55-57].
Jesús
nos enseñó que por medio de la Eucaristía nos hacemos uno con Él, y Él se hace
uno con nosotros. Esto nos llena de alegría porque Dios mismo nos permite
sentir su presencia dentro de nosotros, y esta alegría nos mueve a alabarlo
desde lo más profundo de nuestro ser. Nos unimos a la alabanza respondiendo a
cada oración:
“Te
alabamos Señor”.
- Porque estás ahí presente en la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque te haces uno con nosotros y nos permites ser uno contigo en la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque por medio de la Eucaristía haces que todos seamos uno en la Iglesia, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Por el amor de tu entrega en la Cruz para salvarnos y darnos Vida Eterna, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque en los momentos de sufrimiento y de vacío en nuestra alma, Tú nos alimentas y nos das vida con el pan divino de la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque contigo se alegra nuestro corazón, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque al recibirte inundas nuestras almas de una profunda alegría, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
- Porque al recibirte en la Eucaristía, sanas las heridas de nuestra alma, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
Jesús
está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que
creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos
ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10
veces).
Gloria
al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Oh
María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en
el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el
Santísimo Sacramento.
Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de
los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Alabado
sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por
siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.
“Sabiendo
Jesús que iba a ser entregado, reunió a los Doce para cenar. Mientras estaban
comiendo, Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos
dijo: ‘Tomen y coman, éste es mi Cuerpo’. Luego tomó una copa, y luego de dar
gracias se las dio diciendo: ‘Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre de
la Alianza, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados’. Y
agregó: ‘Hagan esto en memoria mía’.” [San Mateo 26,26-28; I Corintios 11,25]
Al
dejarnos su Cuerpo y su Sangre, Jesucristo nos hizo dos grandes regalos:
primero, su presencia en nuestras vidas de una forma visible, como alimento, y
segundo, la Vida Eterna, que es el regalo más grande que podría habernos hecho.
Conscientes de la maravilla de sus presentes, queremos darle gracias
sinceramente. Lo hacemos, respondiendo a cada oración:
“Gracias
Señor”
- Porque al recibir tu Cuerpo y Sangre nos fortaleces en la fe, te decimos… “Gracias Señor”
- Porque con tu Cuerpo revives nuestro espíritu, te decimos… “Gracias Señor”
- Porque te ofreces cada domingo en la Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
- Por la fuerza que nos renuevas en cada Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
- Porque a pesar de nuestras miserias, te entregas a nosotros sin condiciones y con amor, te decimos… “Gracias Señor”
- Porque en cada Misa nos esperas para regalarnos una vez más tu Cuerpo y tu Sangre, te decimos… “Gracias Señor”
- Porque en cada Comunión, no miras nuestros pecados, sino nuestra fe, te decimos… “Gracias Señor”
Jesús
está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que
creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
Padre
Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino,
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de
cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos
ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10
veces).
Gloria
al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio,
ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Oh
María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en
el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el
Santísimo Sacramento.
Santísima
Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo
presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de
los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los
méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de
María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Señor,
Ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros
Cristo,
Ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros
Señor,
Ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros
Cristo,
Óyenos. Cristo, Benignamente óyenos.
Respuesta:
Ten piedad de nosotros.
Dios
Hijo, Redentor del mundo.
Santa
Trinidad, un solo Dios.
Sagrada
Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores.
Sagrada
Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros.
Sagrada
Hostia, despreciada por los cristianos tibios.
Sagrada
Hostia, signo de contradicción.
Sagrada
Hostia, entregada a los judíos y herejes.
Sagrada
Hostia, insultada por los blasfemos.
Sagrada
Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales.
Sagrada
Hostia, tirada en el lodo y pisoteada.
Sagrada
Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles.
Sagrada
Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.
Sé
misericordioso con nosotros, Perdónanos, oh Señor.
Sé
misericordioso con nosotros, Escúchanos, oh Señor.
Respuesta:
Te ofrecemos nuestra reparación.
Por el
ultrajante desprecio de este maravilloso Sacramento.
Por tu
extrema humillación en tu admirable Sacramento.
Por
todas las comuniones indignas.
Por las
irreverencias de los malos cristianos.
Por la
profanación de tus santuarios.
Por los
copones deshonrados y llevados a la fuerza.
Por las
continuas blasfemias de los hombres impíos.
Por la
impenitencia y traición de los herejes.
Por las
conversaciones indignas en tus santos templos.
Por los
profanadores de tus iglesias, a las que han profanado con sus sacrilegios.
Respuesta:
Te suplicamos, óyenos.
Para
que plazca aumentar en todos los cristianos la reverencia debida a este
adorable Misterio.
Para
que te plazca manifestar el Sacramento de tu amor a los herejes.
Para
que te plazca que los insultos de aquellos que te ultrajan sean más bien
dirigidos hacia nosotros.
Para
que te plazca misericordiosamente recibir esta nuestra humilde reparación.
Para
que te plazca hacer nuestra adoración aceptable a Ti.
Hostia
Pura, Escucha nuestra oración.
Hostia
Santa, Escucha nuestra oración.
Hostia
Inmaculada, Escucha nuestra oración.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, oh Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, Benignamente óyenos, oh Señor.
Cordero
de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Mira,
oh Señor, nuestra aflicción, y da gloria a tu Santo Nombre.
Señor
Jesucristo, que te dignas permanecer con nosotros en tu maravilloso Sacramento
hasta el final del mundo, para darle a tu Padre, por la memoria de tu Pasión,
gloria eterna, y para darnos a nosotros el Pan de vida eterna: concédenos la
gracia de llorar, con corazones llenos de dolor, por las injurias que Tú has
recibido en este Misterio adorable, y por los muchos sacrilegios que cometen
los impíos, los herejes y los católicos. Inflámanos con deseo ardiente de reparar
todos estos insultos a los que, en tu infinita misericordia, has preferido
exponerte antes que privarnos de tu Presencia en nuestros altares. Tú, que con
Dios Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.
Oh
Jesús, sabemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del
Altar. Nosotros deseamos consolarte por los sacrilegios y pecados con que eres
ofendido en este Sacramento Admirable. Nos unimos a los coros de los Ángeles
para adorarte. Nos unimos a los coros de los Santos para adorarte. Nos unimos
con toda la Iglesia para adorarte. Os ofrecemos esta oración en reparación
por los pecados, sacrilegios y blasfemias con que eres ofendido. Alabado
seas por siempre.
En el
Nombre del Padre del hijo y del Espíritu Santo. Amen.
Amen soy catolica apostolica romana x la gracia del espiritu santo
ResponderBorrarQ Dios y virgen Maria los bendigan siempre
Desde paraguay