sábado, 19 de septiembre de 2020

Niños Mártires de Tlaxcala

Cristobal, Antonio y Juan, los Niños Mártires de Tlaxcala (Protomártires del continente Americano), fueron los primeros laicos católicos americanos que sufrieron el martirio en defensa de la fe católica en el llamado "Nuevo Continente", dentro del territorio mexicano, entre los años 1527 y 1529, momento sumamente difícil cuando los frailes franciscanos y dominicos hacían su labor de evangelización. 

Estos 3 niños fueron de los primeros nativos evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos inmediatamente después de la conquista, aunque no se sabe con exactitud su fecha de nacimiento, se sabe que Cristóbal murió en 1527 y Antonio y Juan en 1529.​ 

Con una fe total y muy firme, estos niños nos muestran que defender su causa es tenerle amor a Dios; como lo decía San Agustín “No es el sufrimiento, sino la causa, lo que hace auténticos mártires, el mártir no defiende su vida sino su causa que en su convicción religiosa, su fidelidad a Dios y a sus hermanos y esta se defiende muriendo”. 

Cristóbal

El primer niño, Cristóbal, nació en Atlihuetzia, Tlaxcala aproximadamente en 1515, fue el hijo mayor del noble Acxotécatl, y su primera esposa Tlapaxilotzin; Acxotécatl era el cacique principal, esto es, que después de los cuatro señores en jerarquía seguía él; tenía cuatro hijos, de los cuales Cristóbal era el hijo mayor y el predilecto. 

Cristóbal aprendía mucho de la doctrina cristiana al escuchar a los Frailes, quienes cariñosamente lo llamaban “Cristobalito”, fue bautizado y adiestrado en el catolicismo. 

Su misión era convertir a su padre, su madrasta y sus servidores en fieles creyentes, ya que en ese entonces aún se practicaba el culto a los antiguos dioses, sin embargo, su padre, quien se embriagaba constantemente, no aceptaba la conversión a la que le invitaba su hijo, así que Cristóbal, en su acto de fe, comenzó a tirar y romper los ídolos de su padre así como el pulque con que se emborrachaba su padre y sus vasallos; al ver esto, sus criados le dijeron a Acxotécatl el cual enojado decidió quitarle la vida, así que lo tomo de los cabellos, lo tiro al suelo y le dio crueles golpes, y con un palo grueso de encina le dio garrotazos por todo el cuerpo hasta fracturarle los brazos, piernas y las manos con que se defendía la cabeza, tanto que casi de todo el cuerpo corría sangre mientras Cristóbal invocaba a Dios diciendo:

“Dios mio, tened misericordia de mí, y si tú quieres que yo muera, moriré; y si tú quieres que viva, libradme de mi cruel padre.”

Viendo que el niño seguía vivo lo mando a arrojar a una hoguera, lo apuñaló y el niño, en su agonía, lo perdonó sabiendo que esto le daría la gloria eterna, le dijo a su padre: “No pienses que estoy enojado, porque yo estoy muy alegre, y sábete que me has hecho más honra de los que vale tu señorío”.

Éste fue considerado el primer testimonio de perdón en todo el continente.

Antonio y Juan

Antonio un niño de 12 años era heredero de Tizatlán, fue nieto del Señor Xicoténcatl, por lo tanto venia de una familia noble, por su parte, Juan era su vasallo y compañero de juegos, ya que ambos tenían la misma edad.

Dos años después del martirio de Cristóbal, llegó a Tlaxcala un Fraile llamado Fray Bernardino Minaya, con otro compañero, los cuales iban encaminados a la provincia de Huaxyacac (Oaxaca) y le pidieron a Fray Martín de Valencia para invitar a algunos niños o muchachos voluntarios para que les ayudaran en la misión evangelizadora. A esta petición de ofrecieron inmediatamente Antonio y su criado Juan (provenientes de Tizatlan, Tlaxcala), aunque ellos sabían que la tarea no era fácil en los pueblos del sur, aún así decidieron participar. 

Al llegar a Tepeyacac Fray Bernardino Minaya envió a los niños a buscar los ídolos por todas las casas y se los trajeran. Ellos conocían perfectamente el lugar y por ser niños, podían realizar tal empeño sin que peligrasen sus vidas. Para realizar la encomienda se alejaron un poco más de lo determinado a buscar si había más ídolos en otros pueblos.

Y es en Cuahutinchan, Puebla, cuando, entrando en una casa y destrozando los ídolos, fueron sorprendidos por dos hombres que, con unos leños de encina y sin decir palabra, descargaron su furia sobre el muchacho Juan. Al ver Antonio la crueldad con que aquellos ejecutaban a su criado, no huyó, sino que echó en el suelo unos ídolos que tenía, pero ya los dos hombres tenían muerto a Juan, y luego hicieron lo mismo con Antonio.

Nuevos Santos

Con el tiempo, ambas historias de los niños mártires se fueron compartiendo entre las poblaciones de Tlaxcala, la gente en su fervor católico ha puesto su fe en estos niños indígenas para pedir milagros, sobre todo cuando se trata de salud infantil.

Desde 1990 fueron beatificados por el papa Juan Pablo II en su segunda visita a México. Posteriormente el papa Benedicto en Guanajuato propuso que todos los niños debían seguir el ejemplo de los mártires.

En la Basílica de San Pedro en Roma, hace unos días (15 de Octubre 2017) el papa Francisco, ante unos 35 mil fieles (entre los cuales había un considerable número de fieles procedentes de Tlaxcala), aprobó el decreto de canonización a los Niños Mártires de Tlaxcala por profesar la fe cristiana católica. “Ellos no necesitaban ningún milagro. Solo por el hecho de ser muertos en nombre de Cristo es más que suficiente” dijo el máximo pontífice. 

Los 3 niños fueron canonizados junto con otros 33 mártires brasileños y dos sacerdotes, uno español y otro italiano.

Al inicio de la ceremonia, el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano, leyó las biografías oficiales de los nuevos santos y pidió su canonización al Papa.

“Cristóbal, Antonio y Juan, asesinados en odio a la fe en 1527 y en 1529, son considerados los protomártires (primeros mártires) de México y del entero Continente Americano, primicias de la evangelización del nuevo mundo”, indicó la historia de los niños, contenida en el libreto oficial del rito distribuido por el Vaticano.

“Los santos canonizados hoy, sobre todo todos los mártires, indican la vía del amor. Ellos no dijeron ‘sí’ al amor con palabras y por un poco, sino con la vida y hasta el final”, aseguró el Papa Francisco, en su sermón pronunciado en italiano.

“Sin amor, la vida cristiana es moral imposible, estéril, hay que decir ‘sí’ al amor con la vida, no con palabras”, advirtió. Y abundó: “Si no se ama, se envejece antes, nos volvemos malos”.

Al mismo tiempo puso en guardia contra el peligro de una vida cristiana rutinaria, que se conforma con la normalidad, sin vitalidad, sin entusiasmo, y con poca memoria.

Más adelante sostuvo que la vida cristiana es “una historia de amor con Dios”, donde la iniciativa “la toma el señor” y, por eso, ninguno puede decir que tiene la exclusividad y ninguno es privilegiado por encima de los demás.

Reflexión

Al revivir este relato de nuestros queridos Niños Mártires podemos adentrarnos en una muerte violenta pero que lleva una aceptación, un sí sobre todo va cargada de sentido: el dar testimonio de una verdad, la de un Dios único y verdadero. El martirio de estos niños se hizo posible porque ellos prefirieron sacrificar su vida, y optaron por defender sus convicciones.

Es por eso que el trabajo evangelizador que desarrollaron los ahora Santos Niños Mártires de Tlaxcala, a pesar de su corta edad, pero llenos de amor y de Fe por llevar la Nueva Buena encontraron la muerte al defender su causa.

Así que siempre recordemos que todos (sin excepción alguna) estamos llamados para trabajar en la viña del Señor.

Impacto en las familias

Mons. Moreno Barrón, quien fue en su momento obispo de Tlaxcala, y encabezó durante varios años el esfuerzo por llegar al final de esta causa de canonización, aseguró que la canonización de los niños mártires Cristobal, Antonio y Juan “podría tener un profundo impacto en las familias”, en su opinión, la canonización de los niños mártires mexicanos “es un momento de gracia, de bendición para la Iglesia Universal”, y una llamada a que “valoremos la familia como un don de Dios”.

También, el arzobispo de Tijuana manifestó: “Espero que en otros países, como en el Perú, en Estados Unidos, en donde quiera, sean también promovidos como patronos de la niñez en estos tiempos tan difíciles en que los niños son golpeados, abusados, en que falta realmente un respeto integral y una promoción de los mismos en la Iglesia y en la sociedad”.

Oración

Santísima Trinidad, adoro profundamente tu bondad y majestad infinitas, por las fortalezas que diste a los niños Cristóbal, Antonio y Juan, quienes al Principio de la evangelización de México, a pesar de sus pocos años,

llenos de amor por extender tu reino y sin miedo a los sufrimientos, con su palabra y con su martirio, nos dejaron ejemplo de una fe firme y sincera. Por la predilección que tuviste a estos niños, concede la gracia especial que, por su intercesión te pido (menciona la intención).

San Cristóbal, San Antonio y San Juan, Mártires de Tlaxcala y primeros testigos de la fe del Nuevo Mundo, rueguen por nosotros. Amén.


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