martes, 27 de agosto de 2019

Divina Infancia (Acto de Oración)

Este acto de oración toma como base la Coronilla a la Divina Infancia de Jesús, y busca glorificar a Nuestro Señor Jesucristo por los méritos de su Divina Infancia. Se compone de 3 Padres Nuestros y 12 Ave María (una por cada año de la niñez de Jesús), meditando también 12 misterios descritos en pasajes bíblicos referentes a su etapa infantil en nuestro mundo, desde su encarnación y nacimiento, hasta la visita al Templo de Jerusalén. Cada misterio se acompaña de una lectura bíblica, reflexiones (algunas de ellas escritas por algún Santo o Sacerdote) y un canto, dejando después un breve momento de silencio para permitir la meditación de los congregados. Si se realiza en tiempo de Navidad, pueden utilizarse algunos villancicos.

Acto de Oración a la Divina Infancia de Jesús

Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Credo: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso, desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

Oh, Divino Niño Jesús, por los méritos de tu infancia, humildemente te pido (menciona las peticiones o favores).
Adorada y glorificada sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Adorado y Glorificado sea el Padre.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre Nuestro: Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en tentación; líbranos del mal. Amén.

Adorado y Glorificado sea el Hijo.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre Nuestro: Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en tentación; líbranos del mal. Amén.

Adorado y Glorificado sea el Espíritu Santo.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre Nuestro: Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en tentación; líbranos del mal. Amén.

Misterio 1: La encarnación.

“Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel (que significa Dios con Nosotros).” [Isaías 7,14]

“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.” [San Juan 1,14]

La encarnación es la demostración por excelencia del Amor de Dios hacia los hombres, pues la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios, se hace partícipe de la naturaleza humana en unidad de persona.

Señor, Tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a Él en su naturaleza divina.

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Encarnación.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: La Palabra se encarnó, La Anunciación o Regalo de Dios.

Misterio 2: La visita de María a Isabel.

María “Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».” [San Lucas 1, 40-45]

Cuando María visitó a Isabel, Juan, desde el vientre saltaba, grande era el gozo de estar frente al Mesías. Podemos pensar en ese momento como la santificación de Juan, el precursor, el bautista. Es el Salto de Gozo de Juan dentro de su madre, ante la presencia de la Virgen María, aquella que es Bendita entre las Mujeres, y Jesús, el fruto Bendito de su Vientre.

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Visitación.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: Magnificat de Jésed, Hermana Glenda.

Misterio 3: El nacimiento de Jesús.

“José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” [San Lucas 2,4-7]

Aquel que tiene en el Cielo su sede, está contenido en la estrechez de un pesebre, a fin de que nosotros pudiésemos dilatarnos en el goce de un reino eterno. En el pesebre está reclinado Aquel que es el pan de los Ángeles, para que nosotros carnales fuésemos restaurados a saciedad con el trigo de su carne. [San Beda]

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Nacimiento.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.


Misterio 4: Los Pastores adoran al Niño.

Los pastores “Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido” [San Lucas 2,16-20]

En Ángel anunció a María, se apareció a José, se mostró a los pastores de Belén. No se dirigió a los fariseos y escribas, eran demasiado corrompidos y víctimas de su envidia. Los pastores, en cambio, eran sencillos y fieles a la ley. La sencillez es el camino seguro que lleva a la sabiduría. [San Juan Crisóstomo]

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Adoración de los pastores.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.


Misterio 5: La Circuncisión.

“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.” [San Lucas 2,21]

La circuncisión era el signo de incorporación al pueblo de Israel y solía imponerse en este día el nombre al niño, era la incorporación real y nominal a Israel. José, de acuerdo con María, debió de ser el que le impuso el nombre, ya el ángel lo había anunciado. Y se le llamó Jesús, que significa Salvador, pues esa era su misión. Y con la dolorosa circuncisión, Cristo derramó ya la primera sangre redentora.

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Circuncisión.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO:.

Misterio 6: La Epifanía.

“Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su Madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.” [San Mateo 2,10-11].

Son los ángeles quienes anuncian a Cristo a los pastores; a los Magos, es la estrella quien les guía hasta Él. A unos y otros habla la lengua de los cielos, porque la lengua de los profetas estaba muda. Los ángeles habitan e el cielo, las estrellas adornan el cielo, a unos y a otros los cielos narran la Gloria del Señor. [San Agustín]

Además de la aparición del astro que brilló a sus ojos, un rayo más brillante de verdad iluminó sus corazones, y esto pertenece a la iluminación de la fe. [Papa San León]

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Epifanía.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: Reyes son.

Misterio 7: La Presentación.

“Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor.” [San Lucas 2,22-23]

Le pusieron el nombre Jesús, que significa Salvador.

Es el nombre más bello y más santo. Dios ha dado a nuestro Salvador un nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos. [San Pablo]

…Así también, fue presentado en el templo por nosotros, a fin de que aprendiésemos a presentarnos nosotros mismos a Dios. [San Atanasio]

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Presentación en el Templo.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: En los valles.

Misterio 8: La huida a Egipto.

“…El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto.” [San Mateo 2,13-14].

Mira como, apenas nacido Jesús, el tirano se muestra furioso, y la madre con el niño huye a región extraña, para que, si también nosotros somos atribulados al dedicarnos a una obra santa, no nos acobardemos, sino más bien, cobremos ánimo y fuerza para luchar y vencer. El ejemplo lo tenemos delante. [San Juan Crisóstomo].

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Huida a Egipto.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.


Misterio 9: La vida en Egipto.

“Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.” [San Mateo 2,15]

El Señor que no se irrita, se acordó siempre de las plagas con que hirió a Egipto, y a Egipto manda ahora a su Hijo y le da la señal y prueba de reconciliación amorosa. Con esta única medicina sana las diez plagas. El Egipto que persiguió al pueblo primogénito es ahora custodio del Hijo Unigénito del Padre. [San Juan Crisóstomo]

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Permanencia en Egipto.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.


Misterio 10: El regreso a Nazaret.

“Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.”
[San Mateo 2,19-23].

El regreso a Nazaret fue para María y José un acontecimiento feliz; volvían a su tierra, a su familia, a lo suyo. Nada esencial había cambiado en su vida desde que habían salido de allí, solamente había ocurrido el nacimiento de Jesús que ya esperaban; lo demás seguía igual. Continuaban siendo pobres, sencillos, humildes, como los demás habitantes de Nazaret.

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu regreso a Nazaret.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO:.

Misterio 11: La vida oculta.

“Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño crecía y se desarrollaba, llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía con él.” [San Lucas 2,39-40]

Estando sujeto a sus padres, Jesús cumple con el cuarto mandamiento. Se dedicó a ayudar a su padre José en la carpintería y también pasó el tiempo estudiando las tradiciones judías de la época, vive una vida familiar y de trabajo como la de los demás del pueblo. Allí, convierte el trabajo y la vida ordinaria en camino de salvación y de colaboración con Dios. Allí santifica la vida de familia.

"Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio.... Es una lección de silencio, de vida familiar, de trabajo." [Papa San Pablo VI]

Es imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial.

Dulcísimo Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu vida oculta en Nazaret.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: Isha Bethel.

Misterio 12: El Niño en el Templo.

“Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».” [San Lucas 2,46-49]

Ante los doctores de la Ley, Jesús, aún Niño, pero con mayoría de edad religiosa, puede intervenir, y lo hace: habla, pregunta, escucha. Los doctores de la Ley se admiran de su sabiduría. Desconocemos el contenido de aquellas conversaciones, pero Dios quiere que el Unigénito hable en su Templo en un momento importante en la vida de un israelita. Jesús está creciendo y entrando en su adolescencia. Ya podemos ver el crecimiento gradual, pero estable y creciente, de su sentido de identidad y misión.

Dulcísimo Niño Jesús, tu adoro en el Misterio de tu pérdida y hallazgo en el templo.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

CANTO: En Niño en el Templo (ver anexo, al final de este artículo).

Para finalizar el Acto de Oración

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Dios mío, que te dignaste constituir a tu Unigénito Hijo Salvador del género humano, y ordenaste que se llamara Jesús, concédenos que, los que veneramos su Santo Nombre en la Tierra, gocemos de su presencia en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Niño amable de mi vida, consuelo de los cristianos, la gracia que necesito pongo en tus benditas manos. Tú qué sabes nuestros pesares pues todos te los confió, da la paz a los turbados y alivio al corazón mío. Aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano, pues eres hijo de Dios y alivio de los cristianos. Acuérdate de mí, Niño Jesús Santo, que jamás se ha podido decir que algunos te hayan implorado, sin tu ayuda recibir. Por eso, con fe y confianza, humildes y arrepentidos, llenos de amor y confianza, tu amor pedimos.

Cuando tenga mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis soledades: acompáñame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En las horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón paternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.

Oh, Divino Niño Jesús, concédeme, por los méritos de tu infancia, las gracias y súplicas que te he pedido, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

ANEXO

Canto: El Niño en el Templo.

Este canto lo he tomado de Youtube en una serie de videos que sirven para acompañar los misterios del Santo Rosario, en este caso, el quinto misterio gozoso. El canto abarca la cita bíblica del Evangelio de San Lucas 2,46-49, y he anexado un par de estrofas (con letra azul) abarcando los versículos previos, 42-45, respetando la voz y los tiempos en que está compuesto el canto originalmente.

La Pascua terminó en Jerusalén
José y María vuelven a Nazaret
Junto a la caravana
Caminaron todo un día
Mas Jesús no iba con ellos
Se quedó en Jerusalén.

Y angustiados regresaron
A la gran ciudad
¿Dónde estás hijito mío?
Oh, Jesús ¿En dónde estás?

¿Por qué te preocupas, Madre?
¿Qué no sabes que yo tengo
que ocuparme de las cosas de mi Padre?

Al cabo de 3 días le encontró;
Estaba en el templo, le miró
Sentado entre doctores,
haciéndoles preguntas,
se quedaban admirados
por su sabio responder.

Mientras, su Madre, angustiada,
se acerca y lo abraza
¿Por qué nos haces esto,
Hijo mío, mi querer?

¿Por qué te preocupas, Madre?
¿Qué no sabes que yo tengo
que ocuparme de las cosas de mi Padre?