Este acto de oración toma como base la Coronilla a la Divina Infancia de Jesús, y busca glorificar a Nuestro Señor Jesucristo por los méritos de su Divina Infancia. Se compone de 3 Padres Nuestros y 12 Ave María (una por cada año de la niñez de Jesús), meditando también 12 misterios descritos en pasajes bíblicos referentes a su etapa infantil en nuestro mundo, desde su encarnación y nacimiento, hasta la visita al Templo de Jerusalén. Cada misterio se acompaña de una lectura bíblica, reflexiones (algunas de ellas escritas por algún Santo o Sacerdote) y un canto, dejando después un breve momento de silencio para permitir la meditación de los congregados. Si se realiza en tiempo de Navidad, pueden utilizarse algunos villancicos.
Acto de Oración a la Divina Infancia de Jesús
Acto de Oración a la Divina Infancia de Jesús
Señal
de la Cruz: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor
Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Credo:
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y
creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos y al tercer día
resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios Padre Todopoderoso, desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, la comunión de los
Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida
eterna. Amén.
Oh,
Divino Niño Jesús, por los méritos de tu infancia, humildemente te pido
(menciona las peticiones o favores).
Adorada
y glorificada sea la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Adorado
y Glorificado sea el Padre.
El
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre
Nuestro:
Padre
Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en
tentación; líbranos del mal. Amén.
Adorado
y Glorificado sea el Hijo.
El
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre
Nuestro:
Padre
Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en
tentación; líbranos del mal. Amén.
Adorado
y Glorificado sea el Espíritu Santo.
El
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Padre Nuestro: Padre
Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden; no nos dejes caer en tentación; líbranos del mal. Amén.
Misterio
1: La encarnación.
“Por
eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a
luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel (que significa Dios con
Nosotros).” [Isaías 7,14]
“Y la
Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su
gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad.” [San Juan 1,14]
La
encarnación es la demostración por excelencia del Amor de Dios hacia los
hombres, pues la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios, se hace partícipe
de la naturaleza humana en unidad de persona.
Señor,
Tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María;
concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y
como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a Él en su naturaleza
divina.
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Encarnación.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:
La Palabra se encarnó, La Anunciación o Regalo de Dios.
Misterio
2: La visita de María a Isabel.
María “Entró
en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María,
el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo,
exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas
oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído
que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».” [San
Lucas 1, 40-45]
Cuando
María visitó a Isabel, Juan, desde el vientre saltaba, grande era el gozo de
estar frente al Mesías. Podemos pensar en ese momento como la santificación de
Juan, el precursor, el bautista. Es el Salto de Gozo de Juan dentro de su
madre, ante la presencia de la Virgen María, aquella que es Bendita entre las
Mujeres, y Jesús, el fruto Bendito de su Vientre.
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Visitación.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO: Magnificat de Jésed, Hermana Glenda.
Misterio
3: El nacimiento de Jesús.
“José,
que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se
dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa,
que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de
ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.” [San Lucas 2,4-7]
Aquel
que tiene en el Cielo su sede, está contenido en la estrechez de un pesebre, a
fin de que nosotros pudiésemos dilatarnos en el goce de un reino eterno. En el
pesebre está reclinado Aquel que es el pan de los Ángeles, para que nosotros
carnales fuésemos restaurados a saciedad con el trigo de su carne. [San Beda]
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Nacimiento.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO: La Familia Sagrada.
Misterio
4: Los Pastores adoran al Niño.
Los
pastores “Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido
acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este
niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los
pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su
corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo
que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido” [San Lucas 2,16-20]
En
Ángel anunció a María, se apareció a José, se mostró a los pastores de Belén.
No se dirigió a los fariseos y escribas, eran demasiado corrompidos y víctimas
de su envidia. Los pastores, en cambio, eran sencillos y fieles a la ley. La
sencillez es el camino seguro que lleva a la sabiduría. [San Juan Crisóstomo]
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Adoración de los pastores.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO: Primer Sagrario, A Belén Pastores.
Misterio
5: La Circuncisión.
“Ocho
días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de
Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.” [San
Lucas 2,21]
La
circuncisión era el signo de incorporación al pueblo de Israel y solía imponerse
en este día el nombre al niño, era la incorporación real y nominal a Israel.
José, de acuerdo con María, debió de ser el que le impuso el nombre, ya el
ángel lo había anunciado. Y se le llamó Jesús, que significa Salvador, pues esa
era su misión. Y con la dolorosa circuncisión, Cristo derramó ya la primera
sangre redentora.
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de la Circuncisión.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:.
Misterio
6: La Epifanía.
“Cuando
vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron
al niño con María, su Madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego,
abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra.” [San Mateo 2,10-11].
Son los
ángeles quienes anuncian a Cristo a los pastores; a los Magos, es la estrella
quien les guía hasta Él. A unos y otros habla la lengua de los cielos, porque
la lengua de los profetas estaba muda. Los ángeles habitan e el cielo, las
estrellas adornan el cielo, a unos y a otros los cielos narran la Gloria del
Señor. [San Agustín]
Además
de la aparición del astro que brilló a sus ojos, un rayo más brillante de
verdad iluminó sus corazones, y esto pertenece a la iluminación de la fe. [Papa
San León]
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Epifanía.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
Misterio
7: La Presentación.
“Cuando
llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño
a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón
primogénito será consagrado al Señor.” [San Lucas 2,22-23]
Le
pusieron el nombre Jesús, que significa Salvador.
Es el
nombre más bello y más santo. Dios ha dado a nuestro Salvador un nombre que
está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el
cielo, en la tierra y en los abismos. [San Pablo]
…Así
también, fue presentado en el templo por nosotros, a fin de que aprendiésemos a
presentarnos nosotros mismos a Dios. [San Atanasio]
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Presentación en el Templo.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO: En los valles.
Misterio
8: La huida a Egipto.
“…El
Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al
niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque
Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al
niño y a su madre, y se fue a Egipto.” [San Mateo 2,13-14].
Mira
como, apenas nacido Jesús, el tirano se muestra furioso, y la madre con el niño
huye a región extraña, para que, si también nosotros somos atribulados al
dedicarnos a una obra santa, no nos acobardemos, sino más bien, cobremos ánimo
y fuerza para luchar y vencer. El ejemplo lo tenemos delante. [San Juan
Crisóstomo].
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Huida a Egipto.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:
María desterrada.
Misterio
9: La vida en Egipto.
“Allí
permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor
había anunciado por medio del Profeta: Desde Egipto llamé a mi hijo.” [San
Mateo 2,15]
El
Señor que no se irrita, se acordó siempre de las plagas con que hirió a Egipto,
y a Egipto manda ahora a su Hijo y le da la señal y prueba de reconciliación
amorosa. Con esta única medicina sana las diez plagas. El Egipto que persiguió
al pueblo primogénito es ahora custodio del Hijo Unigénito del Padre. [San Juan
Crisóstomo]
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu Permanencia en Egipto.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:
Madre de Jesús y Madre mía.
Misterio
10: El regreso a Nazaret.
“Cuando
murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en
Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra
de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño». José
se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al
saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo
de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se
estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido
anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno.”
[San
Mateo 2,19-23].
El
regreso a Nazaret fue para María y José un acontecimiento feliz; volvían a su
tierra, a su familia, a lo suyo. Nada esencial había cambiado en su vida desde
que habían salido de allí, solamente había ocurrido el nacimiento de Jesús que
ya esperaban; lo demás seguía igual. Continuaban siendo pobres, sencillos,
humildes, como los demás habitantes de Nazaret.
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu regreso a Nazaret.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:.
Misterio
11: La vida oculta.
“Después
de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de
Nazaret, en Galilea. El niño crecía y se desarrollaba, llenándose de sabiduría,
y la gracia de Dios permanecía con él.” [San Lucas 2,39-40]
Estando
sujeto a sus padres, Jesús cumple con el cuarto mandamiento. Se dedicó a ayudar
a su padre José en la carpintería y también pasó el tiempo estudiando las
tradiciones judías de la época, vive una vida familiar y de trabajo como la de
los demás del pueblo. Allí, convierte el trabajo y la vida ordinaria en camino
de salvación y de colaboración con Dios. Allí santifica la vida de familia.
"Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio.... Es una lección de silencio, de vida familiar, de trabajo." [Papa San Pablo VI]
"Nazaret es la escuela donde se comienza a entender la vida de Jesús: la escuela del Evangelio.... Es una lección de silencio, de vida familiar, de trabajo." [Papa San Pablo VI]
Es
imagen temporal de su obediencia filial a su Padre celestial.
Dulcísimo
Niño Jesús, te adoro en el Misterio de tu vida oculta en Nazaret.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:
Isha Bethel.
Misterio
12: El Niño en el Templo.
“Al
tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley,
escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban
asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron
maravillados y su madre le dijo: «Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa
que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: «¿Por qué me
buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?».” [San
Lucas 2,46-49]
Ante
los doctores de la Ley, Jesús, aún Niño, pero con mayoría de edad religiosa,
puede intervenir, y lo hace: habla, pregunta, escucha. Los doctores de la Ley
se admiran de su sabiduría. Desconocemos el contenido de aquellas conversaciones,
pero Dios quiere que el Unigénito hable en su Templo en un momento importante
en la vida de un israelita. Jesús está creciendo y entrando en su
adolescencia. Ya podemos ver el crecimiento gradual, pero estable y creciente,
de su sentido de identidad y misión.
Dulcísimo
Niño Jesús, tu adoro en el Misterio de tu pérdida y hallazgo en el templo.
Dios te
salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres,
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por
ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Oh
Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.
CANTO:
En Niño en el Templo (ver anexo, al final de este artículo).
Para finalizar el Acto de Oración
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Oh Dios
mío, que te dignaste constituir a tu Unigénito Hijo Salvador del género humano,
y ordenaste que se llamara Jesús, concédenos que, los que veneramos su Santo
Nombre en la Tierra, gocemos de su presencia en los cielos. Por el mismo
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Niño
amable de mi vida, consuelo de los cristianos, la gracia que necesito pongo en
tus benditas manos. Tú qué sabes nuestros pesares pues todos te los confió, da
la paz a los turbados y alivio al corazón mío. Aunque tu amor no merezco, no
recurriré a ti en vano, pues eres hijo de Dios y alivio de los cristianos.
Acuérdate de mí, Niño Jesús Santo, que jamás se ha podido decir que algunos te
hayan implorado, sin tu ayuda recibir. Por eso, con fe y confianza, humildes y
arrepentidos, llenos de amor y confianza, tu amor pedimos.
Cuando tenga mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis soledades: acompáñame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En las horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón paternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.
Oh,
Divino Niño Jesús, concédeme, por los méritos de tu infancia, las gracias y
súplicas que te he pedido, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.
Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ANEXO
Canto: El Niño en el Templo.
Este canto lo he tomado de Youtube en una serie de videos que sirven para acompañar los misterios del Santo Rosario, en este caso, el quinto misterio gozoso. El canto abarca la cita bíblica del Evangelio de San Lucas 2,46-49, y he anexado un par de estrofas (con letra azul) abarcando los versículos previos, 42-45, respetando la voz y los tiempos en que está compuesto el canto originalmente.
La Pascua terminó en Jerusalén
José y María
vuelven a Nazaret
Junto a
la caravana
Caminaron
todo un día
Mas
Jesús no iba con ellos
Se
quedó en Jerusalén.
Y
angustiados regresaron
A la
gran ciudad
¿Dónde
estás hijito mío?
Oh,
Jesús ¿En dónde estás?
¿Por
qué te preocupas, Madre?
¿Qué no
sabes que yo tengo
que
ocuparme de las cosas de mi Padre?
Al cabo
de 3 días le encontró;
Estaba
en el templo, le miró
Sentado
entre doctores,
haciéndoles
preguntas,
se
quedaban admirados
por su
sabio responder.
Mientras,
su Madre, angustiada,
se
acerca y lo abraza
¿Por
qué nos haces esto,
Hijo
mío, mi querer?
¿Por
qué te preocupas, Madre?
¿Qué no
sabes que yo tengo
que
ocuparme de las cosas de mi Padre?