SANTO TOMÁS DE AQUINO: Sacerdote
religioso y doctor de la iglesia, filósofo y teólogo perteneciente ala Orden de Predicadores (Dominicos), se le considera el Santo Patrón de las universidades, de estudiantes y profesores. Su festividad es el día 28 de Enero.
Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos difieren en cuanto a algunos detalles y fechas. Henry Denfile falleció antes de poder cumplir su proyecto de escribir una vida crítica del santo. El amigo y alumno de Denfile, Dominic Prümmer, O. P., profesor de teología en la Universidad de Friburgo, Suiza, se encargó de la obra y publicó el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et criticis illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha aparecido, dando la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora por primera vez. Tolomeo de Lucca... dice que cuando murió el santo, se dudaba sobre su edad exacta (Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225 como el momento de su nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que 1227 es la fecha más probable (op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su muerte ocurrió en 1274.
Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos difieren en cuanto a algunos detalles y fechas. Henry Denfile falleció antes de poder cumplir su proyecto de escribir una vida crítica del santo. El amigo y alumno de Denfile, Dominic Prümmer, O. P., profesor de teología en la Universidad de Friburgo, Suiza, se encargó de la obra y publicó el "Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis, notis historicis et criticis illustrati"; y el primer fascículo (Toulouse, 1911) ya ha aparecido, dando la vida de Santo Tomás por Peter Calo (1300), publicado ahora por primera vez. Tolomeo de Lucca... dice que cuando murió el santo, se dudaba sobre su edad exacta (Prümmer, op. cit. 45). Normalmente se da el fin de 1225 como el momento de su nacimiento. El P. Prümmer, basándose en Calo, cree que 1227 es la fecha más probable (op. cit., 28). Hay un acuerdo general en que su muerte ocurrió en 1274.
Landolfo, su padre, era Conde de Aquino. Teodora, su madre, Condesa de Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y Federico II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un santo ermitaño predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes que en vida, no se encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los cinco años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios, desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación y la oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es Dios?"
Alrededor
del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Calo dice que el
traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte Casino, quien escribió al
padre de Tomás que un chico de su talento no debe ser dejado en la sombra
(Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles, sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus
Hibernos. El cronista dice que pronto superó a Martín en gramática y fue
transferido a Pedro de Irlanda quién le formó en Lógica y ciencias Naturales.
Las costumbres de la época dividían Filosofía y Letras en dos cursos: el
Trivium, que cubría Gramática, Lógica y Retórica; el Quadrivium, que se
componía de Música, Matemática, Geometría y Astronomía... Tomás repetía las
lecciones con mayor profundidad y lucidez que sus maestros. El corazón del
joven se había conservado puro en medio de la corrupción que le rodeaba, y
decidió abrazar la vida religiosa.
Entre
1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo Domingo, atraído y dirigido
por Juan de San Julián, un conocido predicador del convento de Nápoles. La
ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él tomar el hábito de un
pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se
apresuró a ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo
llevaran, le enviaron a Roma, aunque su destino final sería París o Colonia.
Teodora convenció a los hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador
Federico, capturaron al novicio cerca del pueblo de Aquependente y le
recluyeron en la fortaleza de San Juan de Rocca Secca. Allí estuvo detenido
casi dos años, mientras sus padres, hermanos y hermanas hacían todo lo posible
para destruir su vocación. Sus hermanos incluso tendieron trampas a su virtud,
pero el puro novicio echó de la habitación a la tentadora con un tizón que sacó
del fuego. Hacia el fin de su vida, Santo Tomás le confió a su fiel amigo y
compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto de un favor especial que recibió
entonces. Cuando echó a la tentadora de la habitación, se arrodilló y
ardientemente imploró a Dios que le concediera la integridad de mente y cuerpo.
Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, dos ángeles se le aparecieron para
asegurarle que su oración había sido escuchada. Le ciñeron un cinturón,
diciendo: "Te ceñimos con el cinturón de la virginidad perpetua." Y
desde ese día en adelante jamás experimentó el más leve movimiento de la
concupiscencia.
El
tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder tras los primeros
impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos proporcionarle
nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros -las
Sagradas Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias"
de Pedro Lombardo. Tras año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se
dio cuenta de que la profecía del ermitaño se cumpliría o bien porque sus
hermanos temían las amenazas de Inocencio IV y Federico II, fue puesto en
libertad bajándolo en un cesto a los brazos de los Dominicos que se admiraron
al darse cuenta de que durante su cautiverio "había progresado tanto como
si hubiera estado en un studium generale" (Calo op. cit., 24).
Tomás
enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma. Inocencio IV
examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden de
Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia
en su vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la Orden, llevó al
joven estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos del santo, a
Colonia, en 1244 o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso profesor de la
Orden. En las escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás fue mal
interpretado como indicios de retraso mental, pero cuando Alberto escuchó su
brillante defensa de una difícil tesis, exclamó: "Llamamos a este joven un
buey mudo, pero su mugido doctrinal un día resonará hasta los confines del
mundo."
En 1245
enviaron a Alberto a París y Tomás le acompañó como alumno. En 1248 ambos
volvieron a Colonia. Alberto había sido nombrado regente del nuevo studium
generale, erigido aquel año por el Capítulo General de la Orden y Tomás debía
enseñar bajo su autoridad como Bachiller. Durante su estancia en Colonia,
probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado de Hochstaden,
arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia predicó la
Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban
por su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias
bíblicas. En 1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por
Alberto Magno y Hugo de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del
studium Dominico en París. Este nombramiento puede considerarse como el
principio de su vida pública, ya que su enseñanza rápidamente llamó la atención
tanto de profesores como de alumnos. Sus deberes consistían principalmente en
explicar las "Sentencias" de Pedro Lombardo, y sus comentarios sobre
ese texto teológico le proporcionaron el material y en gran parte, en esquema
general para su obra magna, la "Summa Theologica". En el transcurso
del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología por la
Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa
entre la universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa
entre la universidad y las autoridades civiles, surgió tras un incidente con la
guardia de la ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos.
La universidad, celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue
negada. Los doctores cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las
abrirían hasta ver satisfechas sus demandas y decretaron que en e futuro a
nadie se le conferiría el título de doctor a menos que jurase seguir la misma
línea de conducta en circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos,
que habían seguido enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento
exigido, y de aquí surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido
cuando Santo Tomás y San Buenaventura estaban preparados para recibir sus
doctorados. Guillermo de San Amour extendió la disputa más allá del tema
original, atacó violentamente a los Frailes, de los que estaba evidentemente
celoso, y les negó su derecho a ocupar cátedras en la universidad. Contra su
libro "De periculis novissimorum temporum" (Los peligros de los
Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado "Contra impugnantes
religionem", una apología de las órdenes religiosas (Touron op. cit., II
cc. vii sqq.). El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro
IV en Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes
mendicantes fueran admitidos al doctorado.
Por
estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El
Evangelio Eterno" (Touron op. cit., II, cxii). Las autoridades
universitarias no obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la influencia
de San Luis IX y once Breves papales para lograr de nuevo la paz. Santo Tomás
recibió su doctorado en teología. La fecha que dan la mayoría de sus biógrafos
es la del 23 de octubre de 1257. Su tema fue "La Majestad de Cristo".
Su texto, "Él riega los montes desde sus aposentos: del fruto de sus obras
se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según se cree, por un
visitante celeste, fue profético de su vida futura. La tradición cuenta que San
Buenaventura y Santo Tomás recibieron el doctorado el mismo día y que hubo una
"lucha" de humildad entre los dos amigos para ver quién sería
nombrado primero.
Desde
entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas palabras, orar, predicar,
enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más escucharle a él que a Alberto,
a quien Santo Tomás superaba en precisión, lucidez, concisión y fuerza de
expresión, sino en universalidad de conocimientos. París le reclamaba como
suyo; los Papas deseaban tenerle junto a ellos; los studia de la Orden ansiaban
disfrutar de los beneficios de su enseñanza; así, le encontramos sucesivamente
en Anagni, Roma, Bolonia, Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y
finalmente en Nápoles, siempre enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra
con una pasión, un celo ardiente por exponer y defender la verdad Cristiana.
Tan dedicado estaba a su sagrada misión que con lágrimas pedía que no le
obligaran a aceptar la titularidad del Arzobispado de Nápoles, que le fue
conferido por Clemente IV en 1265. Si hubiese aceptado este nombramiento, muy
probablemente nunca hubiera escrito la "Summa Theologica".
Cediendo
a las peticiones de sus hermanos, en varias ocasiones participó en las
deliberaciones de los Capítulos Generales de la Orden. Uno de dichos capítulos
tuvo lugar en Londres en 1263. En otro, celebrado en Valenciennes (1259)
colaboró con Alberto Magno y Pedro de Tarentasia (que sería el Papa Inocencio
V) a formular un sistema de estudios que substancialmente permanece hasta hoy
en los studia generalia de la Orden Dominicana. (cf. Douais, op. cit.)
No
sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se abstraía
y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida éstos momentos de éxtasis se
sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su
tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis, y
oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: "Has escrito
bien de mí, Tomás, ¿qué recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada
más que a ti, Señor". (Prümmer, op. cit., p.38). Se dice que esto se repitió
en Orvieto y París.
Y el 6
de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió más. Ese día, durante la
Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración que la acostumbrada; sobre
lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por su respuesta al Padre
Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos: "No puedo hacer más. Se
me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta ahora parece
que no vale para nada" (modica, Prümmer, op. cit., p. 43). La Summa
Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta 90 de la tercera parte
(De partibus poenitentiae).
Tomás
comenzó su preparación inmediata para la muerte. Gregorio X, habiendo convocado
un concilio general a celebrar en Lyon el primero de mayo de 1274, invitó a
Santo Tomás y San Buenaventura a participar en las deliberaciones, ordenó al
primero traer al concilio su tratado "Contra errores Graecorum"
(Contra los Errores de los Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de
1274, pero le fallaron las fuerzas; cayó desplomado cerca de Terracina, desde
donde le llevaron al Castillo de Maienza, hogar de su sobrina la Condesa
Francesca Ceccano. Los monjes cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para
que se alojara con ellos, y así fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le
susurró a su compañero: "Este es para siempre el lugar de mi reposo; aquí
habitaré porque lo deseo" (Salmo 131:14). Cuando el P. Reinaldo le pidió
que se quedase en el castillo, el santo replicó: "Si el Señor desea
llevarme consigo, será mejor que me encuentre entre religiosos que entre
laicos". Los Cistercienses le brindaron tantas atenciones y bondad, que
abrumaron el sentido de humildad de Tomás. "¿A qué viene tanto
honor", exclamó, "que siervos de Dios lleven la leña para mi hoguera?".
Ante la insistencia de los monjes, el santo dictó un breve comentario sobre el
Cantar de los Cantares.
El
final se acercaba; se le administró la Extremaunción. Cuando entraron con el
Sagrado Viático a su habitación, pronunció el siguiente acto de fe:
Si en
este mundo hubiese algún conocimiento de este sacramento mas fuerte que el de
la fe, deseo ahora usarlo en afirmar que creo firmemente y sé de cierto que
Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen
María está en este Sacramento... Te recibo a Ti, el precio de mi redención, por
cuyo amor he velado, estudiado y trabajado. A Ti he predicado, a Ti he
enseñado. Nunca he dicho nada en Tu contra: si dije algo mal, es sólo culpa de
mi ignorancia. Tampoco quiero ser obstinado en mis opiniones, así que someto
todas ellas al juicio y enmienda de la Santa Iglesia Romana, en cuya obediencia
ahora dejo esta vida.
Murió
el 7 de marzo de 1274. Numerosos milagros atestiguaron su santidad. Fue
canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323. Los monjes de Fossa Nuova
querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero Urbano V ordenó que
el cuerpo fuera entregado a sus hermanos Dominicos, siendo trasladado
solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, el 28 de enero de 1369. La
magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución francesa
y su cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día de
hoy en un sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el
Cardenal Desprez el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo
se conserva en la catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la
Universidad de París y originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de
la iglesia Dominicana, se guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa
María sopra Minerva en Roma a donde llegó tras la revolución francesa.
Calo
(Prümmer, op. cit., p. 401) dio una descripción de la apariencia del santo:
dice que sus rasgos se correspondían con la grandeza de su alma. Era alto y
corpulento, erguido y bien proporcionado. Su tez era "como el color del
trigo nuevo": su cabeza era grande y bien formada y era algo calvo. Todos
los retratos lo representan con porte noble, meditativo, dulce y a la vez
fuerte. San Pío V proclamó a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la
Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de agosto de 1879 sobre la
restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró "príncipe y
maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo ilustre pontífice,
mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las
universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.
Oración de Santo Tomás de Aquino
Te
adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas
apariencias. A ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al
contemplarte.
Al
juzgar de ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído
para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios; nada es más
verdadero que esta palabra de verdad.
En la
cruz se escondía sólo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad;
creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo
las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea
más y más en ti, que en ti espere, que te ame.
¡Oh
memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que da la vida al hombre; concédele a
mi alma que de ti viva, y que siempre saboree tu dulzura.
Señor
Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí, inmundo, con tu sangre, de la que
una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Jesús,
a quien ahora veo escondido, te ruego que se cumpla lo que tanto ansío: que al
mirar tu rostro ya no oculto, sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.