miércoles, 1 de enero de 2020

12 velas a la Divina Providencia

¿Qué es la Divina Providencia?

La palabra “Providencia” procede del verbo proveer, refiriéndose a aquel que provee, aquel que entrega, aquel que regala, mientras que la palabra “Divina” que es un adjetivo que describe todo aquello que proviene o se relaciona con Dios, viene de Divinidad. 


De manera que la Divina Providencia es lo que Dios Provee al hombre, es lo que proviene de Dios, es la soberanía, la supervisión, la intervención o el conjunto de acciones activas de Dios y los recursos dispuestos en nuestro favor o ayuda para subsistir, es su voluntad por encima de nuestras necesidades.

¿Quién provee al hombre para su existencia?

Las 3 Divinas Personas, la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es el centro de la fe cristiana, misterio revelado en los Evangelios (San Lucas 3,22, San Juan 10,30 y 20,21-23, San Marcos 1,9-11, San Mateo 3,16-17; 17,1-8 y 28,19) y descrito por San Pablo en sus cartas (1a. de Corintios 6,11, 2a. de Corintios 13,13-14).

Es el misterio más grande que podremos descubrir cuando seamos llamado a la presencia de Dios.

La Divina providencia fue definida por el teólogo y doctor de la Iglesia Juan Damasceno (675-749) de la siguiente manera: "La providencia consiste en la curación ejercitada de Dios en las comparaciones de eso que existe. Representa, por otra parte, divina gracia de esa voluntad a los cuales cada cosa es recta de un justo mandamiento".

¿Cómo se realiza esta devoción?

La devoción a la Divina Providencia es una de las más antiguas en el cristianismo, desde hace tiempo, los cristianos, conscientes del misterio de la Santísima Trinidad, aunque no es fácil de entender, empezaron esta devoción a la Divina Providencia empleando una jaculatoria en la cual se le pide a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos provea, según su voluntad, con lo más básico con lo que se puede subsistir: Salud, casa, vestido y sustento, además de esto, que a la hora de la muerte no nos falten los sacramentos. 

Se necesitan dos cosas:
  • Una imagen de la Divina Providencia.
  • Un juego de 12 velas, una por cada mes del año.


 Se debe realizar el día primero de cada mes. Y ese día, debe hacerse en familia y antes de cualquier actividad cotidiana, antes de ir al trabajo, a la escuela, antes de salir de casa o de hacer el quehacer doméstico, es decir, debe ser lo primero en nuestro día, y debe ser en conjunto, en familia.

Para hacer esta devoción debemos colocar la imagen en un lugar especial, como un altar, o si ya se tiene un espacio con varias imágenes no es necesario retirarlas, se puede colocar la imagen en medio, en un lugar más visible. Junto a la imagen se coloca una de las 12 velas.

Antes de encender la vela, de rodillas, frente a la imagen (entendiendo que esta imagen es sólo una representación de las tres Divinas Personas, mas no es Dios en sí) debemos rezar el Credo:

Creo en Dios padre Todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso y desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la Vida Eterna, Amén.

Al terminar el Credo, se enciende la vela y se realiza, también de rodillas, la segunda oración, la oración a la Divina Providencia:

Santísima Trinidad, oh, Divina Providencia,
concédeme tu infinita bondad y tu clemencia.

De rodillas a tus plantas, a Ti, de toda caridad portento,
te pido para los míos casa, vestido y sustento.

Concédenos la salud, llévanos por buen camino,
que sea siempre la virtud la que guíe nuestro destino.

Tú eres toda mi esperanza, Tú eres el consuelo mío,
en la que mi mente alcanza, en Ti creo, en Ti espero, y en Ti confío.

Tu Divina Providencia nos asista en cada momento,
para que nunca nos falte salud, casa, vestido y sustento,
ni los Santos Sacramentos en el último momento. Amén.

Una vez terminada esta oración la vela no se debe apagar, se deja encendida hasta consumirse, mientras se realizan el resto de las actividades, teniendo cuidado de que el fuego no ocasione un accidente, para lo cual recomiendo colocar la vela dentro de un vaso.


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