lunes, 6 de julio de 2020

Música protestante en la Santa Iglesia Católica

¿Es bueno que un católico escuche música protestante?
¿Es correcto que un coro de una parroquia use música protestante en la Santa Misa?

La respuesta es tan simple y clara como estas preguntas: No.

Pero ¿por qué? ¿acaso es mala la música protestante? ¿es pecado escucharla? ¿lo prohíbe la Iglesia?

Inmediatamente surgen este tipo de cuestionamientos, al igual que otras afirmaciones como

Se trata de ecumenismo. Hay que ser tolerantes. No hay que ser tan cerrados.

Antes que nada, primero debemos recordar que estando dentro de la Santa Iglesia debemos ser obedientes en lo que nuestra Iglesia nos sugiere en cuanto al tema de la música.


Iniciaré por citar nuestro Catecismo de la Iglesia Católica, en sus numerales 1156-1158 dice lo siguiente:

1156 "La tradición musical de la Iglesia universal constituye un tesoro de valor inestimable que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la liturgia solemne" (SC 112). La composición y el canto de salmos inspirados, con frecuencia acompañados de instrumentos musicales, estaban ya estrechamente ligados a las celebraciones litúrgicas de la Antigua Alianza. La Iglesia continúa y desarrolla esta tradición: "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor" (Ef 5,19; cf Col 3,16-17). "El que canta ora dos veces" (San Agustín, Enarratio in Psalmum 72,1).

1157 El canto y la música cumplen su función de signos de una manera tanto más significativa cuanto "más estrechamente estén vinculadas a la acción litúrgica" (SC 112), según tres criterios principales: la belleza expresiva de la oración, la participación unánime de la asamblea en los momentos previstos y el carácter solemne de la celebración. Participan así de la finalidad de las palabras y de las acciones litúrgicas: la gloria de Dios y la santificación de los fieles (cf SC 112):

«¡Cuánto lloré al oír vuestros himnos y cánticos, fuertemente conmovido por las voces de vuestra Iglesia, que suavemente cantaba! Entraban aquellas voces en mis oídos, y vuestra verdad se derretía en mi corazón, y con esto se inflamaba el afecto de piedad, y corrían las lágrimas, y me iba bien con ellas (San Agustín, Confessiones 9, 6, 14).

1158 La armonía de los signos (canto, música, palabras y acciones) es tanto más expresiva y fecunda cuanto más se expresa en la riqueza cultural propia del pueblo de Dios que celebra (cf SC 119). Por eso "foméntese con empeño el canto religioso popular, de modo que en los ejercicios piadosos y sagrados y en las mismas acciones litúrgicas", conforme a las normas de la Iglesia "resuenen las voces de los fieles" (SC 118). Pero "los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomase principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas" (SC 121).

Es importante lo que dice el catecismo al final del número 1158: "los textos destinados al canto sagrado deben estar de acuerdo con la doctrina católica; más aún, deben tomarse principalmente de la Sagrada Escritura y de las fuentes litúrgicas"


La música protestante podrá ser hermosa y llena de sentimiento, pero no es adecuada para formar parte de la Santa Misa, no porque un canto sea hermoso y hable de Jesucristo quiere decir que sea apta para nuestra celebración, porque no está de acuerdo a nuestra doctrina. Nunca, un canto protestante, estará acorde con la doctrina de la Iglesia, podrá haber casos donde se acerque, o aparentemente no haya algo malo en el contenido, pero no estará acorde porque pertenece a otra Iglesia, a otra doctrina.

Y no se trata de juzgar o condenar a los autores protestantes, sino de obediencia, y también en parte el sentido común, si un canto pertenece a otra iglesia es de esperar que lo que diga en sus letras sea doctrina de aquella iglesia y no de la nuestra, así como un canto católico tampoco está acorde a la doctrina de otra congregación, por ejemplo, con los Testigos de Jehová.

La música, en sí misma, es un medio por el cual se puede transmitir un mensaje deseado, por ejemplo, un artista que ha sufrido una pérdida, al escribir, reflejará este sentimiento y quien escucha recibirá este mensaje musical, tal vez, inconscientemente, se sentirá triste, sin otro motivo más que haber escuchado aquella canción. En un colegio se utilizan canciones infantiles para reforzar aprendizajes de los niños, ya sea con los números o con las letras, o el tema que se quiera tratar, y los niños aprenden por este medio. De igual manera, la música tiene esa capacidad para transmitir la doctrina, pero depende de quién haga la música el tipo de mensaje que lleva contenido, un canto católico llevará un mensaje de doctrina católica, un canto protestante llevará un mensaje protestante.


Tanto la música católica como protestante tienen ese propósito de transmitir la doctrina de su iglesia, y de llevar a los fieles a un encuentro con Jesucristo, de adorarlo, de alabarlo, sentir su presencia por medio de la voz y de las notas musicales. Pero, la música católica tiene un propósito muy claro que no tiene la música protestante, y que hace la enorme y más importante diferencia, conectarnos a nosotros, el pueblo, con la Santa Eucaristía, el cuerpo de Cristo, el Santísimo Sacramento.

Así, pues, la música también es un poderoso medio para y llegar a Cristo, en un encuentro muy íntimo, muy personal, que sólo se logra al contemplar y al recibir el Cuerpo de Cristo en la Comunión, o contemplándolo al estar expuesto frente a nosotros. Si queremos, como Ministerio de Música, lograr ese objetivo, contribuir para que ese encuentro entre el creyente y el Señor se dé, es necesario que la música que se utilice tenga ese objetivo, de lo contrario sería como realizar un trabajo con la herramienta equivocada.


¿Qué puede suceder si un grupo católico emplea música protestante durante la Misa o una Hora Santa?

Algunos tristemente responden “no pasa nada”.

Muy lejos de la realidad, porque debemos recordar que al estar en el servicio musical en un templo tenemos una gran responsabilidad con los fieles, que no es uno solo, son muchos, algunos de ellos conocedores de la doctrina, mientras que otros son pobremente instruidos. Aquellos que poseen una buena instrucción en la fe no se verían afectados por un simple canto, más allá de que les haga sentir bonito y les dé cierta tranquilidad.

Sin embargo, en el peor de los casos, un hermano poco instruido puede resultar seriamente afectado, ya que al escuchar cantos que no están acordes a la doctrina o que enseñen en sus letras otras cosas, puede generar confusión y dudas, puede suceder que un hermano católico se sienta atraído por la letra o por la voz de determinado cantante protestante, sólo porque se escucha muy bello o por haber sentido algo muy especial, y empezará a buscar más cantos de ese mismo artista, y al escucharlos sin analizar lo que dicen, esa doctrina protestante se irá quedando inconscientemente en su cabeza, al repetir cada estrofa sin saber lo que está repitiendo, poco a poco irá conociendo no sólo la música, sino las costumbres de aquel artista y de la congregación a la que pertenece, por imitación aprenderá algunas conductas que no son permitidas dentro de la iglesia, un claro ejemplo es la imposición de manos sin existir autoridad, que en la Iglesia Católica sí existe y este acto de imposición sólo lo realizan los sacerdotes debidamente ordenados, no así en las sectas protestantes; posteriormente, podrá encontrarse en un problema al notar que lo que esa música le ha enseñado, sin darse cuenta, y lo que el sacerdote le dice no coinciden, o puede notar que lo que, según su propio criterio influenciado por esa música, debería ser correcto en realidad está prohibido y el sacerdote le impide hacerlo, y es donde empiezan los problemas y los desacuerdos. 

Al final, este hermano terminará por abandonar la Iglesia Católica y unirse a aquella congregación donde le hacen sentir bonito y donde lo que la Iglesia prohíbe le está permitido, a veces generando un resentimiento hacia la Iglesia a la cual pertenecía, y todo por haber escuchado en alguna ocasión un canto perteneciente a otra congregación religiosa. Seríamos pues, cómplices de esa situación de pecado que tiene un nombre: Apostasía.

¿Qué tan grave es esto?

Muy grave, debemos entender también lo que dice el Catecismo:

845 El Padre quiso convocar a toda la humanidad en la Iglesia de su Hijo para reunir de nuevo a todos sus hijos que el pecado había dispersado y extraviado. La Iglesia es el lugar donde la humanidad debe volver a encontrar su unidad y su salvación. Ella es el "mundo reconciliado" (San Agustín, serm. 96, 7-9). Es, además, este barco que "pleno dominicae crucis velo Sancti Spiritus flatu in hoc bene navigat mundo" ("con su velamen que es la cruz de Cristo, empujado por el Espíritu Santo, navega bien en este mundo") (San Ambrosio, virg. 18, 188); según otra imagen estimada por los Padres de la Iglesia, está prefigurada por el Arca de Noé que es la única que salva del diluvio (cf 1 P 3, 20-21).

"Fuera de la Iglesia no hay salvación"

846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
El santo Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido entrar o perseverar en ella (LG 14).

Aquí la importancia de utilizar únicamente música católica durante nuestras celebraciones, y prescindir de la música protestante. Primero porque debemos respetar nuestra doctrina, y porque fuera de la Iglesia no hay Salvación, ya que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, Cristo está unido a un solo cuerpo, su Iglesia, y un cuerpo sin cabeza (es decir, otro cuerpo, otra iglesia), es un cuerpo muerto, sin vida, sin salvación. Aquellos que se salen de la Iglesia, que abandonan ese cuerpo unido a la cabeza, que es Cristo, pierden el mayor tesoro que Dios ha puesto por medio de su Hijo, la Salvación.


La música es un instrumento poderoso, pero hay valorarla y saber utilizarla para cumplir con el objetivo de evangelizar, de llevar la Palabra y acercar al pueblo con Dios.

La música no es tampoco una imposición, la Iglesia no impone a los fieles (pero sí lo sugiere, viendo los textos del catecismo) a escuchar o dejar de escuchar determinado tipo de música, cada quien es libre de elegir, y no es mala en sí misma, pues su objetivo es, al igual que la música católica, transmitir el mensaje acorde a la doctrina a la que pertenece (en su caso, doctrina protestante), es música hecha para el pueblo protestante, no para el pueblo católico; pero sí es importante tener cuidado de no promover la música protestante y darle más promoción a la música católica, es una manera de contribuir a la instrucción y el conocimiento de nuestra doctrina, o por lo menos de evitar que los fieles entren en dudas respecto a ésta y lleguen a la confusión entre las doctrinas. 

Pensemos que nuestra música católica es una forma de identificarnos como católicos.