domingo, 30 de marzo de 2014

Ver con el Corazón

Existen hombres y mujeres que desde siempre han estado acostumbrados a creer lo que ven únicamente, sólo en las apariencias, pero el Señor ve el corazón. Así como Él, todos tenemos que aprender a ver más allá de lo superficial, conocer la diferencia entre la luz y las tinieblas, entre unos ojos que quieren ver y unos corazones que se empeñan en no ver, entre mirar y juzgar según los ojos de la carne y ver desde el corazón, así, andar por el camino recto y difícil del bien, en lugar del cómodo camino de la mentira.

Cristo es Luz Resplandeciente que espera a que abramos nuestro corazón para ser recibida; para eso es necesario que aprendamos a ver con el corazón, dejar a un lado las apariencias y los juicios, lo externo, y ver la bondad o maldad de la persona, la sinceridad, honradez, generosidad y necesidad, a través de nuestro propio corazón.

Para Cristo, lo más valioso en una persona es su corazón, y un corazón humilde y generoso jamás le será despreciable; por lo tanto, debemos evitar el comportamiento orgulloso y soberbio, dejar de ser ciegos de espíritu, despojarnos de la venda en los ojos y contemplar al Señor sobre todo aquello de lo que nuestros ojos alcancen a ver, de esta manera evitaremos rechazar la Luz de Cristo y nuestras vidas se llenarán con ese resplandor.

Dejemos de preocuparnos de nuestros problemas, aceptemos y tomemos cada situación como una manera de acercarse cada vez más al Señor. El amor es la respuesta más acertada ante nuestros sufrimientos

La Ceguera del Corazón nos lleva a no querer ver o escuchar a aquello a lo que debemos prestar nuestra atención; simplemente nos aparta de Dios, pero Dios no se aleja de nosotros, pues nos conoce y siente nuestros corazones y sabe cuáles son nuestras necesidades y angustias que afrontamos.

Es así como el Señor nos enseña a confiar más en los Sentidos del Corazón que en los Sentidos de la Carne, pues aquellos que con su corazón puedan leer el corazón del prójimo, podrá ver la luz del Señor reflejada en cada ser que crea en Él.

Jesús es la fuente de agua que mana hasta la Vida Eterna, la Luz del Mundo, resurrección y vida para todo aquel y aquella que crea en su palabra. El Señor es nuestro pastor, nada nos faltará [Salmo 23], Él ha de poner barro sobre nuestros ojos para lavarnos, y así poder verlo y creer en Él.

Pidamos al Señor que llene nuestros corazones y limpie nuestros ojos.

Señor, hazme sair de la oscurodad, limpia mis ojos y permíteme ver tu resplandor, Amén.

Samuel 16: 1,6-7, 10-13
Efesios 5: 8-14
Juan 9: 1-41

domingo, 23 de marzo de 2014

El regalo

Cristo es el regalo de Dios para nosotros.

El Señor conoce nuestras capacidades, problemas, debilidades , y siempre ha de venir en nuestra búsqueda donde sea que estemos.

El Señor es el alimento de nuestra adoración, y la verdadera adoración implica un cambio en nuestra mente y el corazón hacia Él.

Cristo viene a nosotros con toda su gracia a salvarnos de nuestras inquietudes y da significado a nuestra vida, pues su amor hacia nosotros es sobrenatural y su gracia es santificadora, nos convierte a su imagen y debemos amar así como Él lo hace.

Jesús nos da su regalo, La Palabra de Dios, para diseminarlo; nos llama a su encuentro con Él mismo. Agradezcamos desde cualquier lugar donde estemos.

Gracias te damos Señor, por todo aquello que nos has dado.

Señor mío, permite que no seamos sordos a tu voz. Amén.

Éxodo 17: 3-7
Salmo 94
Romanos 5: 1-2, 8
Juan 4: 5-42

domingo, 16 de marzo de 2014

El modelo de Cristo

Cristo es el modelo de las enseñanzas y bienaventuras que todos debemos tener. Hay que mirar más allá de la angustia para sentirnos consolados y tener el valor que necesitamos .

Debemos exigirnos el mayor esfuerzo con la fuerza que tengamos, valorar nuestras obras, no por su poder, sino por su gracia.

Jesús es el grano de trigo que cayó en la Tierra y dio su fruto; Él nos ha regenerado y nos ha hecho fructificar. Es el hijo amado de Dios, en quien tiene complacencia, oigamos su palabra. Mateo 17: 5.

Honor y Gloria a ti, Jesús. Amén.

Génesis 12: 1-4
Salmo 32
Timoteo 1: 8-10
Mateo 17: 1-9

domingo, 9 de marzo de 2014

La tentación

Las tentaciones son parte de nuestra vida; ante ellas es decisión nuestra ser o no ser victoriosos, pues existe manera de alejarse de ellas:
  • Presentar una conducta opuesta; por ejemplo, si la tentación es una conducta soberbia, debemos intentar una conducta humilde.
  • Confiar en el amor a Dios y al prójimo.
  • La oración, buscar con ella la Gracia de Dios.

Una tentación se presenta como algo bueno, pero en realidad es negativo, es venenom para el alma; se ve deseable pero en realidad trae sufrimiento y muerte espiritual. Es una guerra contra uno mismo, debemos estar preparados y dar resistencia.

Vencer a la tentación es parte de seguir al Señor.

A menudo le rogamos al Señor que nos libre de las tentaciones, pero sentimos que no nos responde, pues Él permite que nos suceda para poner a prueba nuestra fe, Él permite que seamos golpeados por las olas para probar nuestra fortaleza, nuestra fidelidad y nuestra unión hacia Él.

Señor, permite a mis ojos ver el camino para salir de la tentación, ilumíname, pues tú ya la has vencido. Amén.

Génesis 2: 7-9, y 3: 1-7
Romanos 5: 12-19
Mateo 4: 1-11

domingo, 2 de marzo de 2014

Dios en nuestra vida

Jesús nos enseña a buscar primero a Dios, el reino, y después todo lo demás. Nadie puede servir a 2 señores, pues aquel que lo haga, aborrecerá a uno y amará al otro, no es posible al mismo tiempo amar a Dios y amar a las riquezas [Mateo 6:24].

¿Qué lugar ocupa Dios en nuestra vida?

Jesús no está en contra de lo material, pues existen las necesidades, mas lo material no debe gobernar al ser humano; debemos pues prestar atención a lo que realmente es importante.

¿Qué es lo que más anhelamos en nuestras vidas?

Aprendamos a reconocer dónde estamos, seguir el camino hacia Dios, retroceder en caso de habernos desviado y retomar el camino nuevamente. Debemos tener un corazón desprendido, servir a los demás, poner atención a Dios, saber cómo acercarnos al prójimo, tener un sentido de caridad, de Justicia Divina, que significa poseer un corazón que sea generoso ante los demás.

¿Qué espera Dios de nosotros?

Que en uno mismo se manifieste el reino de la caridad, el reino de la paz, el reino de la justicia.

No debemos olvidar que somos instrumentos de Dios, pero también somos Rostro de Dios; si alguien te observa y se manifiesta en ti el Rostro de Dios, encontrará la caridad y también se encontrará con Dios. Permitamos que Dios se manifieste en nosotros.

La humildad

Ser humilde o ser pobre no significa tener menos, sino alcanzar a ver con los Ojos de Dios las necesidades del mundo, tanto materiales como espirituales.

La Palabra de Dios es viva y eficaz [Hebreos 4: 12] y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.

Sólo en tí, mi Dios, he puesto mi confianza. Amén.

Isaías 49: 14-15
Corintios 4: 1-5
Mateo 6: 24-34
Salmo 61