Jesús Resucitado se aparece varias veces a sus discípulos sin haber sido reconocido, como si Él mismo quisiera que así sucediera. Jesús representaba la esperanza para todo un pueblo, sin embargo, fue entregado por los sacerdotes para ser condenado y crucificado, de manera que esa esperanza se perdió, aún a pesar de haber escuchado después a algunas mujeres que visitaron el sepulcro y no encontraron el cuerpo, pero si presenciaron la aparición de Ángeles que anunciaron que Él estaba vivo.
Los discípulos no salen a buscar a Jesús, es Él mismo quien sale en búsqueda de encontrarse con ellos; es así como se aparece como un forastero ante 2 de sus discípulos en camino a Emaús, a quienes les explica las escrituras y enseña la Palabra de Dios.
Cuando estuvo por marcharse, los discípulos le pidieron que permaneciera con ellos, pues ya anochecía, Jesús partió el pan y pronunció la bendición, entonces fue reconocido por los discípulos, quienes regresaron a Jeruslén con la noticia.
Es así como nosotros también esperamos que nuestros planes y proyector resulten como los hemos planeado, pero no siempre sucede y caemos en la desilusión ignorando qué es lo que el futuro nos tiene preparado.
Jesús nos enseña que debemos confrontar la vida y los problemas con el mejor recurso que podemos tener: La Palabra de Dios, las escrituras, pues es ahí donde encontramos las respuestas que esperamos y sentido a nuestra vida.
Acerquémonos a la Palabra de Dios, las escrituras, más que un libro que podemos cargar y leer, es Dios mismo que nos habla y nos dice que no estamos solos a pesar de nuestras dificultades, el Señor siempre nos acompaña donde sea que estemos y a donde quiera que vayamos.
Salmo 15 Protégenos Dios mío, me refugio en ti.
Hechos 2: 14, 22-28.
I Pedro 1: 17-28.
Lucas 24: 13-35.
Acerquémonos a la Palabra de Dios, las escrituras, más que un libro que podemos cargar y leer, es Dios mismo que nos habla y nos dice que no estamos solos a pesar de nuestras dificultades, el Señor siempre nos acompaña donde sea que estemos y a donde quiera que vayamos.
Salmo 15 Protégenos Dios mío, me refugio en ti.
Hechos 2: 14, 22-28.
I Pedro 1: 17-28.
Lucas 24: 13-35.
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