domingo, 12 de agosto de 2018

Anunciar y Denunciar

La Iglesia nos invita a meditar el Evangelio de Juan, un Evangelio que se diferencia de los otros tres al momento de hablar de la Eucaristía, ya que los Evangelios de Mateo, Lucas y Marcos platican un momento sobre la Institución de la Eucaristía, el Tesoro para las Generaciones; sin embargo, el Evangelio de Juan no sólo lo platica, sino que habla del sentido que la Eucaristía como el Proyecto de Dios para salvarnos tiene en la vida, habla de Jesús como el Pan de Vida, de Jesús como signo para una plena confianza en el Plan de Dios hacia la liberación.

El Señor se nos da para salvarnos, como un alimento para dar fuerza en el paso de la esclavitud a la libertad, ya que podemos ser esclavos de diferentes formas, ya sea de un vicio, del chisme, de la pereza, etc., y el paso que debemos dar para salir de esa esclavitud es difícil, nos llega la desesperación ante las pruebas y preferimos renunciar, quedarnos dormidos, no tenemos disposición para seguir ante las adversidades, mas el Señor viene a nosotros como fuerza y alimento ara lograrlo, Él nos habla, nos anima, nos insiste en avanzar y continuar en nuestra vida, pues el Espíritu Santo quiere seguir actuando en nuestro corazón.

A Elías, Dios lo hace profeta y como tal, su tarea es Anunciar y Denunciar, anunciar la Palabra de Dios, y denunciar todo aquello que se hace fuera del Plan de Dios. Elías se encuentra con un problema, es perseguido por los profetas de Baal, a los que apoya la reina Jezabel, ya que Elías debía denunciar las malas obras que se estaban cometiendo. Elías huye al desierto, se desespera y es agobiado por el cansancio, al perder esperanzas siente deseos de morir, pero Dios le dice "levántate y come", así es como Elías encuentra Pan y Agua, esto lo hace ver que Dios está a su lado y le da, por medio de ese alimento, el poder de seguir, para Anunciar y Denunciar.

Así, en este pasaje, vemos un reflejo de nuestras propias vidas, en las que somos perseguidos por los problemas y llegamos a desesperarnos al no encontrar una solución, nos sentimos en medio de un desierto del que no podemos salir y que representa el final de la vida, o bien, que puede ser el comienzo de una nueva experiencia.

Todos los que hemos sido bautizados tenemos 3 misiones:
  1. Ser sacerdotes: Es decir, participar en las celebraciones e invitar a otros a que formen parte de las celebraciones, escuchar, meditar y transmitir la Palabra.
  2. Ser reyes: No en el sentido de riqueza, sino en el sentido del reinado de Jesús, que es el servicio y el sacrificio. Es decir, sacrificarnos un poco y servir.
  3. Ser profetas: Teniendo como principal tarea Anunciar y Denunciar. Vivir como profetas anunciando el querer de Dios y denunciando aquello que aleja de Dios.
Si somos bautizados, somos profetas y estamos llamados a anunciar el Plan de Dios y Denunciar lo que se sale de ese plan. Al denunciar siempre nos encontraremos con dificultades , pero nos da su Pan, su Alimento. Ocasionalmente tenemos la tentación del consejo del mundo por encima del consejo de Dios, pero Él nos pide ser claros y firmes, y rechazar lo que no es de Dios, y hacer este rechazo para alejarnos de lo que nos aparta de Dios cuesta, pero siempre nos dará esa fuerza que necesitamos para hacerlo, cumplir su voluntad y acercarnos.

El buen Juez por su casa empieza, es importante iniciar a entender la vida Católica y conocer al Señor primero anunciándonos a nosotros mismos y denunciarnos lo que estamos haciendo mal y rechazarlo, para poder ser profetas para otras personas, primero debemos ser profetas para nosotros mismos.

Aprovechemos y alimentémonos con el Pan de Vida que es Jesús, alimentemos bien nuestra alma y pidamos al Señor que nos enamoremos de su Eucaristía. Amén.

Reyes 19, 4 - 8.
Salmo 34 (33): Haz la prueba y verás que bueno es el Señor.
Efesios 4, 30 - 5, 2.
San Juan6, 41 - 51.

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