domingo, 5 de abril de 2020

Consagración a María

Por medio de nuestros labios, a través de la oración, podemos consagrarnos al Inmaculado Corazón de María, para que, por medio de Ella, podamos llegar a su HIjo Jesucristo y obtener los favores y gracias que necesitamos, pues la oración es el medio poderoso por el cual nuestras súplicas son escuchadas, y más aún cuando contamos con el auxilio de la Madre de nuestro Señor, quien ruega por todo aquel que bajo su amparo se ecomienda. Ella se une a nuestras plegarias, y Él la escucha.


Para hacer la consagración, podemos hacer, con un corazón dispuesto, una de estas oraciones:


¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día y para siempre
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo, ¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.


¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto, con amor filial,
te consagro en este día
todo lo que soy, todo lo que tengo.
Guarda y protege, y también defiende
a este hijo tuyo.
Que así sea. Amén.


¿Por qué consagrarnos al Inmaculado Corazón de María?

Consagrarse a María significa ponernos en sus benditas manos y estar a su servicio y disposición, tomar fuertemente su mano, como un niño toma la mano de su madre, para no perdernos y dejar que ella nos guíe hacia su Hijo y Señor nuestro, Jesús, sin condiciones y sin resistencia, sino con gran confianza y fe, sabiendo que Ella conoce mejor el camino y que podemos dormir tranquilos en sus maternales brazos. 


Significa vivir permanentemente en su Inmaculado Corazón y dejar que Ella actúe por medio de nosotros, es entregarle nuestras manos para realizar toda obra de bien y misericordia, ayudando a los más necesitados; nuestros pies para que guíe cada uno de nuestros pasos en nuestro caminar, para que nuestra dirección sea hacia Jesús y no cambie hacia otro rumbo; nuestra lengua y nuestros labios para que hable por nosotros y aceptemos la voluntad de Dios, así como ella lo hizo; nuestros ojos para que veamos en la dirección correcta, para no quitar la vista de nuestro Señor; nuestros oídos para oír su palabra, y nuestro corazón para amar a nuestros hermanos. En una palabra, es vivir en unión total con María para que podamos llegar a Jesús por medio de ella, pues por medio de ella Jesús vino a nosotros.


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