San Gregorio Magno o San Gregorio I, papa y doctor de la Iglesia, que siendo monje ejerció ya de legado pontificio en Constantinopla y después, en tal día, fue elegido Romano Pontífice. Arregló problemas temporales y, como siervo de los siervos, atendió a los cuidados espirituales, mostrándose como verdadero pastor en el gobierno de la Iglesia, ayudando sobre manera a los necesitados, fomentando la vida monástica y propagando y reafirmando la fe por doquier, para lo cual escribió muchas y célebres obras sobre temas morales y pastorales. Murió el doce de marzo (604).
Etimológicamente Gregorio significa Vigilante o aquel que está
siempre preparado, es de origen griego.
Su fecha de canonización no está disponible, la
antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la
acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que
tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado
antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su
culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
GREGORIO MAGNO, DE LA FAMILIA DE LOS ANICIOS
Familia profundamente cristiana de la que ha llegdo a los
altares; sus padres y sus dos tías, Társila y Emiliana. En este ambiente de
religiosidad se desarrolló su espíritu mientras Roma llegaba a lo más bajo de
la curva de su caída. Cuando el poder imperial fue restablecido en Roma, en
manos ya de Constantinopla, Gregorio comienza su formación cultural. No
sobresale en la literatura, pero sí en los estudios jurídicos, donde encuentra
una magnífica preparación para sus futuras actividades. Terminada su carrera de
Derecho, acepta del emperador Justino II el cargo de prefecto de Roma, con
todas las funciones administrativas y judiciales.
GREGORIO MONJE
Per su corazón aspiraba a cosas más altas, y tras una
desgarradora lucha interior, que manifiesta en una carta a su amigo San Leandro
de Sevilla, Roma ve un día cómo su prefecto cambia sus ricas vestiduras por los
austeros hábitos de los campesinos que San Benito había adoptado para sus
monjes. Su mismo palacio del monte Celio fue transformado en monasterio.
Gregorio es feliz en la paz del claustro, aunque pronto será arrancado de ella
por el mismo Sumo Pontífice, que le envía como Nuncio a Constantinopla. De aquí
en adelante añorará siempre aquellos cuatro años de vida monacal.
EL MONJE GREGORIO, PAPA
En 586, llega a Roma cuando las aguas del Tíber se desbordan
y siembran la desolación. Personas ahogadas, palacios destruidos, hambre y la
peste. Una de las víctimas de la peste es el Papa Pelagio II. Y Gregorio es
elegido Papa para suderer a Pelagio, quedando apartado de la soledad que
buscaba en el monasterio. Ya no vivirá más la paz de la vida monacal, pero la
espiritualidad de aquellos hombres entregados a la oración le marcará para
siempre. En su fecundo Pontificado, destaca su celo por la liturgia, la
organización definitiva del canto litúrgico, que se conoce aún con el nombre de
"canto gregoriano". Era el “Psalite sapienter” del salmo y de San
Benito, cuyo estilo y estética litúrgicos, ha heredado también Benedicto XVI, a
más del nombre del Fundador de los Monjes de Occidente y Patrono de Europa: San
Benito.
Gregorio es el pastor auténtico, que quiere lo mejor para
sus ovejas que viven en la unidad del mismo Amor. No ahorrará para ello
trabajos ni sacrificios. Su voz se levanta potente y su pluma escribe sin
descanso; el que no había sobresalido en sus estudios literarios nos ha legado
un tesoro inagotable en sus escritos, de estilo sencillo y cordial. Y no se
contenta con las ovejas que ya están en el verdadero redil; su corazón se lanza
a la conquista de Inglaterra, ganándola para el catolicismo. Para todos es el
padre amante, cuyas preocupaciones son las de sus hijos. Su honor es el de la
Iglesia universal y su grandeza el ser y llamarse "Siervo de los siervos
de Dios", título que pasarán a utilizar desde entonces todos los Papas.
VIRTUDES DEL PASTOR
"Importa que el pastor sea puro en sus pensamientos,
intachable en sus obras, discreto en el silencio, provechoso en las palabras,
compasivo con todos, más que todos levantado en la contemplación, compañero de
los buenos por la humildad y firme en velar por la justicia contra los vicios
de los delincuentes. Que la ocupación de las cosas exteriores no le disminuya
el cuidado de las interiores y el cuidado de las interiores no le impida el
proveer a las exteriores", escribe San Gregorio Magno en su "Regla Pastoral",
y éste fue el programa de su actuación. Genio práctico en la acción, fue ante
todo el buen pastor cuya solicitud se extiende a toda su grey. No es tan sólo
Roma la que merece sus cuidados, sino todas las Iglesias España, Galia,
Inglaterra, Armenia, el Oriente, toda Italia, especialmente las diez provincias
dependientes de la metrópoli romana. Fue incansable restaurador de la
disciplina católica. En su tiempo se convirtió Inglaterra y los visigodos
abjuraron el arrianismo.
EL CULTO Y LA CARIDAD
Renovó el culto y la liturgia y reorganizó la caridad en la
Iglesia. Sus obras teológicas y la autoridad de las mismas fueron indiscutidas
hasta la llegada del protestantismo. Dio al pontificado un gran prestigio. Su
voz era buscada y escuchada en toda la cristiandad. Su obra fue curar,
socorrer, ayudar, enseñar, cicatrizar las llagas sangrantes de una sociedad en
ruinas. No tuvo que luchar con desviaciones dogmáticas, sino con la
desesperación de los pueblos vencidos y la soberbia de los vencedores.
La obra realizada por San Gregorio Magno fue inmensa; aunque
con su gran humildad, había procurado por todos los medios no aceptar el mando
supremo de la Iglesia. Pero una vez elegido Papa por el clero, el senado y el
pueblo fiel, y bien vista su elección por el emperador, se entregó a aquella
tarea para la que toda su vida anterior había sido una providencial
preparación.
JUAN PABLO I SE PROPUSO IMITARLE
Al tomar posesión de la Catedral de San Juan de Letrán,
pronunció estas palabras Juan Pablo I: “En Roma, estudiaré en la escuela de San
Gregorio Magno, que dice: «Esté cercano el pastor a cada uno de sus súbditos
con la compasión. Y olvidando su grado, considérese igual a los súbditos
buenos, pero no tenga temor en ejercer, contra los malos, el derecho de su
autoridad. Recuerde que mientras todos los súbditos dan gracias a Dios por
cuanto el pastor ha hecho de bueno, no se atreven a censurar lo que ha hecho
mal; cuando reprime los vicios, no deje de reconocerse, humildemente, igual que
los hermanos a quienes ha corregido y siéntase ante Dios tanto más deudor
cuanto más impunes resulten sus acciones ante los hombres » (Reg. past. parte
II, 5 y 6). Murió el 12 de marzo de 604.
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