El Evangelio de Juan habla de 2 apariciones de Jesús Resucitado, ambas sucedidas en Domingo: La primera vez fue al anochecer del día de Resurrección, Jesús se presentó diciendo La Paz esté con ustedes, como el Padre me ha enviado, así los envío yo; reciban al Espíritu Santo, a los que les perdonen pecados, les quedarán perdonados; a los que no se les perdonen, les quedarán sin perdón [Juan 20: 19-23].
Estas palabras las dijo a sus Apóstoles señalándoles que, al pronunciar ellos la palabra del perdón hacia el pecador arrepentido, Él ratificaría este mismo perdón en el Cielo, pues anteriormente Jesús ya habíales mencionado que lo que aten en la Tierra quedará atado en el Cielo, lo que desaten en la Tierra quedará desatado en el Cielo [Mateo 18: 18].
Sin embargo, Tomás, uno de los 12, no estuvo presente y al recibir la noticia no creyó y respondió "Si no veo en sus manos alguna señal de los clavos, si no siento las heridas de sus manos y del costado, no creeré" [Juan 20: 25].
La segunda aparición fue 8 días después; estando Tomás presente, Jesús les dijo "La Paz esté con Ustedes" y volteando a Tomás mencionó "Mis manos aquí están, acerca tu dedo, mete tu mano en mi costado, y cree". Tomás respondió "Señor mío y Dios mío", finalizando Jesús "Tú crees pues me has visto. Dichosos los que creen sin haber visto" [Juan 20: 26-29].
De esta misma manera, Jesús se aparece ante cada uno de nosotros, en cada momento de nuestra vida, para que creamos que Él está aquí, resucitado; sin embargo su presencia pasa inadvertida ante la costumbre de creer sólo lo que podemos ver a través de nuestros ojos de la carne, mas debemos aprender a ver a través de los ojos del espíritu y buscar el rostro de nuestro Señor, pues auqnue nuestros ojos sean ciegos, nuestra alma puede percibir esa Luz Espiritual que emana del rostro del Señor.
Salmo 118 (117); 1-4, 13-24 La misericordia del Señor es eterna, Aleluya.
Hechos 2; 42-47.
I Pedro 1; 3-9.
Juan 20; 19-31.
Sin embargo, Tomás, uno de los 12, no estuvo presente y al recibir la noticia no creyó y respondió "Si no veo en sus manos alguna señal de los clavos, si no siento las heridas de sus manos y del costado, no creeré" [Juan 20: 25].
La segunda aparición fue 8 días después; estando Tomás presente, Jesús les dijo "La Paz esté con Ustedes" y volteando a Tomás mencionó "Mis manos aquí están, acerca tu dedo, mete tu mano en mi costado, y cree". Tomás respondió "Señor mío y Dios mío", finalizando Jesús "Tú crees pues me has visto. Dichosos los que creen sin haber visto" [Juan 20: 26-29].
De esta misma manera, Jesús se aparece ante cada uno de nosotros, en cada momento de nuestra vida, para que creamos que Él está aquí, resucitado; sin embargo su presencia pasa inadvertida ante la costumbre de creer sólo lo que podemos ver a través de nuestros ojos de la carne, mas debemos aprender a ver a través de los ojos del espíritu y buscar el rostro de nuestro Señor, pues auqnue nuestros ojos sean ciegos, nuestra alma puede percibir esa Luz Espiritual que emana del rostro del Señor.
Salmo 118 (117); 1-4, 13-24 La misericordia del Señor es eterna, Aleluya.
Hechos 2; 42-47.
I Pedro 1; 3-9.
Juan 20; 19-31.