domingo, 26 de abril de 2015

Yo soy el Buen Pastor

No sólo nos llamamos Hijos de Dios, sino que lo somos y debemos sentirnos como tales, como verdaderos Hijos de Dios, pues Él nos ama y la prueba de ello es que estamos aquí, leyendo, escribiendo, hablando, es decir, estamos vivos, y listos a escuchar su palabra.

Por sus heridas en la cruz fuimos sanados, fuimos curados, y con su sangre nos dará descanso de heridas, Él ya pagó por todas nuetras culpas.

Jesús es la figura del Buen Pastor.

Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí [Juan 10:14].

¿Por qué un pastor nunca deja solo a su rebaño?

La función de un pastor es el cuidado de sus animalitos para que no se pierdan, y un buen pastor no es aquel que solamente hace su trabajo, sino que es aquel que lo hace bien, con amor y dedicación, sabe dónde están sus animales, y si alguno de ellos brama en auxilio, el pastor sabe donde está y va a ayudarlo. Sin embargo, si el animalito no brama, el pastor no sabrá dónde encontrarlo.

Del mismo modo, Jesús, como nuestro buen pastor, es quien nos cuida, ve por nosotros, nos alimenta con su sangre y su carne cuando tenemos "hambre espiritual", pues quien lo consume tendrá la Vida Eterna.

Cuando pasamos por momentos difíciles, si nos sentimos agobiados, sedientos, frustrados, cansados, fastidiados, Jesús nos dice "Vengan a mi los que estén cansados y encontrarán descanso [Mateo 11:28], si alguno tiene sed, que venga a mi y beba [Juan 7:37], porque yo he de satisfacer el alma cansada y he de saciartoda alma atribulada [Jeremías 31:25]."

Al sentirnos afligidos debemos llamar al Señor, como la oveja brama al pastor, para que venga en nuestro auxilio.

Jesús es nuestro Buen Pastor, pero, a diferencia de cualquier otro buen pastor, que si uno de sus animales no brama no sabe dónde está; Jesús sí sabe dónde estamos y qué nos sucede aún cuando no lo llamemos, y Él nos dice "Estoy en la puerta y llamo, si alguno escucha mi voz y abre, entonces entraré y cenaré con él, y él cenará conmigo [Apocalipsis 3:20]. Más si no abre, aquí esperaré afuera."

Abramos la puerta de nuestro corazón a los llamados del Señor, para que así se hagan obras en nuestras vidas.

Hechos 4: 28.
Salmo 117 La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Aleluya.
1 Juan 3: 1-2.
Juan 10: 11-18.


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