domingo, 1 de octubre de 2017

Seguir la Voluntad de Dios

Al recitar el Padre Nuestro decimos "hágase tu voluntad tanto en la Tierra como en el Cielo", esto implica al mismo tiempo el propio deseo de que así ocurra y el compromiso de hacer lo que Dios nos pide que hagamos y como Él quiere que hagamos, no como nosotros queremos o a nuestra conveniencia.

Pero cuántas veces hemos cuestionado la voluntad de Dios, porque no se acomoda en ese momento a nuestras expectativas, sino que parece que nos da la contraria o se sale de nuestros planes, sin tomar en centa que Dios no se equivoca y que sin duda lo que tiene para nosotros es y será mucho mejor aunque no de manera inmediata. Por lo anterior es que se suelen desobedecer sus mandatos y caemos en libertinaje y terminamos haciendo "lo que nos conviene" por encima de "lo que es correcto", aunque de inmediato nos parece una solución adecuada o creemos que hemos tomado la decisión correcta, en un plazo de tiempo nos damos cuenta de que no fue así, y que aquel mandato, aquella oportunidad, aquella solución que ignoramos era en realidad mucho mejor.

Cuando logramos enteder este punto y aceptemos que la voluntad de Dios es "lo que más nos conviene" habremos llegado a la conversión, y mientras avanzamos ese camino de ocnversión, nuestro Señor mueve nuestros corazones.

Dios siempre es justo, aún cuando cuestionemos su voluntad, debemos aceptarla y obedecerla, para que disfrutemos posteriormente de los resultados que esto tendrá en nuestra vida, pues bien se dice que el camino fácil no siempre es el correcto, y a veces Dios nos exige que sigamos por el camino difícil, es su voluntad, y al cruzar por ese camino difícil, habremos aprendido algo nuevo, habremos ganado experiencias y habilidades que tal vez desconocíamos y que ahora serán de utilidad en proyectos futuros.

A veces nos gana la humanidad y nos guiamos en el camino fácil, la salida más rápida, y retrocedemos en el camino de la perfección. En nuestro andar por la vida nos encontraremos con gran número de distracciones, pero la Palabra de Dios siempre estrá ahí para ser nuestra guía, nos corresponde a nosotros saber escucharla y seguirla.

Conocemos bien cuál era el proceder de Jesús, hablaba con Dios Padre todo el tiempo, hacía manifestar el Reino de los Cielos, sanaba dolencias y expulsaba malos espíritus, y su obra nunca va a detenerse porque es ayer, hoy y siempre.

Le pedimos a Dios que descubra su camino de vida, porque es único, recto y bondadoso, y con su auxilio siempre podremos vencer los obstáculos, siempre podremor realizar proyectos y planes, siempre podremos hacer el bien, siempre podremos todo aquello que de estar solos sería imposible.

Ezequiel 18; 25-28.
Salmo 25 (24); 4-9 Descúbrenos, Señor, tus caminos.
Filipenses 2; 1-11.
Mateo 21; 28-32.


domingo, 24 de septiembre de 2017

Los últimos serán los primeros

Escuchamos decir "Busquen al Señor", es una invitación a encontrarnos con Él siempre, pero en especial los domingos es cuando nos congregamos y nos alimentamos de su palabra.

En una parábola Jesús nos expone el Reino como una viña cuyo propietario busca y llama a diferentes horas, de manera insistente, buscando al necesitado para que trabaje sus tierras a cambio de un Denario, algunos, los que llegaron primero, cumplen una jornada de trabajo competa, mientras que otros, los últimos en llegar, apenas trabajan unas horas, pero al final todos reciben el mismo pago, causando la molestia de los primeros. Sin embargo el propietario aclara que no ha cometido injustcia pues les ha pagado lo que ha prometido. Y Jesús finaliza diciendo "Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros".

Jesús nos invita a cambiar de mentalidad, cambiar nuestra actitud, dejar de vivir haciendo cáclculos y tanteos, crecer en generosidad y trabajar por su reino, pues vivimos en una sociedad llena de cálculos, en un mundo social acostumbrado a medir, donde todo cuesta, nada es gratis, todo se vende o se compra, pero no se da.

El Reino de Dios no es una casa, no es un lugar, sino que es Dios mismo, el Reino es Dios, alguien que nos llama a estar con Él, a vivir con Él, a trabajar unidos por Él, para construir un mundo mejor, donde todos estemos por igual, no unos adelante de otros. Dios es el propietario de esa viña a la que llamamos su Reino y todos somos llamados para trabajar en ella, y al final, recibimos el mismo pago, sin importar quién halla estado primero.

En el Reino está presente la Justicia y la Misericordia de Dios, siempre y eternamente, así como en la parábola hubo justicia al respetar el pago acordado y misericordia al dar trabajo a quien lo necesitaba, pues Dios nos entrega su amor a todos por igual, sin importar quién halla llegado primero, pues este Reino no es una competencia para ver quién llega primero, es servicio, apertura, solidaridad con todos, comunidad y confianza.

Y ése es el camino que todos estamos llamados a hacer, equilibrar la Justicia y la Misericordia; somos invitados a vivir el Reino de los Cielos aquí y ahora, a construirlo, a consolidarlo, en nosotros mismos y en familia, siendo respetuosos, responsables, y así encontrar nuestro "Denario" al terminar nuestras labores al final el día, nuestra recompensa que es la presencia de Dios.

Sin embargo, a veces vemos mal que todos recibamos el mismo bien. Pero debemos tener en cuenta que Dios es bueno y misericordioso con todos por igual, sin distinciones, su amor es infinito y eterno. Nosotros somos el reflejo de Dios y debemos transmitir su paz, debemos reflexionar la Bondad del Señor pues somos reflejo de ella.

Pidamos al Señor que nos de un corazón compasivo y misericordioso para vivir su reino aquí y ahora.

Isaías 55; 6-9.
Salmo 145 (144); 1-3, 8-9, 17-18. Bendeciré al Señor eternamente.
Filipenses 1; 20-24, 27.
Mateo 20;1-16.


sábado, 23 de septiembre de 2017

Tipos de Católico

Existen 4 tipos de Católicos.
  1. Católico de Ocasión: Sólo asiste en ocasiones a la iglesia, ¿Cuándo? Generalmente (y de manera exclusiva) a los Bautizos, Primeras Comuniones, XV años, Bodas, etc.
  2. Católico de Cumplimiento: La palabra cumplimiento se compone de 2 palabras: Cumplo y Miento, y estos católicos obedecen esa forma de pensar, primero Cumplo y Después miento, cumple con ir a la iglesia, pero una vez que sale de ahí miente, se miente a sí mismo y le miente a Dios, pues el mensaje que Dios le dio por medio de su palabra, ahí se queda, dentro de la iglesia y continúa cometiendo los mismos errores.
  3. Católico de la Basura: En lugar de anima, desaniman; avientan su basura a otros (sus penas, sus enojos, sus tristezas, sus frustraciones, se desquitan con otros).
  4. Católico Comprometido: Sienten un compromiso real de asistir a la iglesia, se sienten identificados con ella y llegan con la intención de escuchar la palabra de Dios y recibir el mensaje que les da para mejorar sus vidas.


domingo, 17 de septiembre de 2017

Perdonar de Corazón

Creer en Nuestro Señor Jesucristo o no creer, no depende de eso su existencia y poder, pues Él es el Señor, creamos o no, Él es Él, y nos hace libres en nuestra vida de tomar decisiones y creer, pues una vez muertos dejaremos de ser libres.

Nosotros somos del Señor, para Él vivimos y para Él morimos, Él decidió que yo existiera, es un plan que yo debo cumplir, soy de Dios, por Él vine y a Él volveré. Debo tener sentido de pertenencia, si yo sé que le pertenezco debo de preocuparme por estar con Él siempre, pues Dios respetará nuestros actos y obras, de eso dependerá nuestra salvación o condenación.

El perdón es un don divino, viene de Dios, pues Él perdona nuestras faltas. Para nosotros es difícil perdonar, pues al recordar una ofensa sentimos molestias y rencores, sin embargo, Dios nos pide que practiquemos ese don de perdonar que nos ha concedido, perdonar de corazón, no guardar rencores ni resentimientos que sólo nos lastiman;  debemos perdonar sin poner condiciones, pues al hacerlo (al poner peros) ya no somos libres, pues no hemos perdonado de coraz'n y eso no nos libera del resentimiento. Al perdonar de corazón ganaremos nuestro lugar en el paraíso.

Siempre surgirán dudas y dificultades, pero el Señor nos anima a seguir, incluso Pedro tuvo sus dudas y Jesús siempreestuvo ahí para levantarlo y no dejarlo caer, de igualmanera no nos dejará caer a nosotros, pero depende de nosotros si permitimos esa ayuda que Jesús nos ofrece, y una manera de aceptar esa ayuda es perdonar a otros y dejar que la paz entre en nuestras vidas, alejando rencores y molestias, así evitamos caer.

Cuando llevamos a cuestas una deuda y no la saldamos, no sólo me afectará a mí, sino que también arrastraré a mi gente y les provocaré daño, pues por la culpa de uno solo se puede lastimar a la familia y a los cercanos, aunque esto sea injusto. Una deuda era de toda la familia, no de un solo individuo. Aprendamos a ser cuidadosos y no endeudarnos, e igualmente aprendamos a perdonar a aquellos que se han endeudado con nosotros o nos han ofendido.

El criterio de Dios siempre será más fuerte que el nuestro, su misericordia que es infinita, y es lo que debemos tener presente en nuestro corazón, llevar nuestras miserias y pecados al corazón de Jesús, poner todo en Él y experimentar su perdón, su misericordia; una de las más bellas experincias que podemos gozar, que es sentirnos libres de culpas. Después de experimentar el perdón, debemos evitar caer nuevamente en errores, evitar rencores, guardar odios.


Dios perdona siempre, el hombre sólo en ocasiones. Jesús nos invita a pedirnos perdón en familia, entre hermanos, entre padres e hijos.

La vida se alimenta del perdón y el rencor se vuelve enfermedad.

Jesús nos alimenta y da sentido a nuestras vidas, dejémonos instruir por Jesús, acerquémonos a Él para ir cambiando (como Pedro lo hacía), para que nos instruya. Permitamos que el Espíritu Santo, que mora en nosotros, nos de la gracia de ser capaces de perdonar de corazón a quienes me ofenden.

Ante nuestro Señor decimos "Perdóname Señor, y tmbién enséñame a perdonar de corazón a quienes me ofenden para vivir libre. Amén."

Sirácide (Eclesiástico) 27; 33-28, 9.
Salmo 103 (102); 1-4, 9-13. El Señor es compasivo y misericordioso.
Romanos 14; 7-9.
Mateo 18; 21-35.


domingo, 3 de septiembre de 2017

Obediencia

Jesús soportó las burlas en aquellos que lo despreciaban cuando anunciaba el Reino de los Cielos, y en ocasiones nosotros, al comunicar su palabra, también hemos de sufrir burlas y humillaciones de incrédulos, de ciegos de corazón, pero Jesús, lleno de amor siguió adelante con su misión, y también nos invita a seguir adelante con la nuestra, a no desistir, nunca rendirnos en este caminar cristiano.

Los apóstoles no hacían caso de estas burlas, pues ellos querían seguir junto con Jesús, nosotros debemos alejar nuestra atención de las humillaciones y centrarnos en nuestra tarea de llevar la Palabra de Dios a nuestros semejantes.

Nosotros admiramos a Jesús, admiramos la gloria y el poder de Dios, y es por eso que clamamos "Tenemos sed de Tí". Jesús nos conoce y sabe hasta dónde podemos llegar, por eso hay que armarnos de valor, de fuerza, de fe y cargar nuestra cruz de cada día.

Seamos ofrenda viva, busquemos la perfección acercándonos a Dios y obedeciendo su voluntad, practiquemos obras de misericordia.

Jeremías 20; 7-9.
Salmo 63 (62); 2-9 Señor, mi alma tiene sed de ti.
Romanos 12; 1-2.
Mateo 16; 21-27.


sábado, 2 de septiembre de 2017

'La fuerza del Espíritu Santo

Nosotros, el Pueblo de Dios, hemos de encomendarnos a la fuerza del Espíritu Santo, lo cual es una motivación para llenarnos de fortaleza y seguir poniendo nuestro empeño cada día, ya que el Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo.

Cada uno de nosotros podemos servir al Señor de maner distinta, dependiendo de las capacidades que poseemos, pues Él puso en cada uno un don diferente, específico, especial, para que lo aprovechemos para el bien, para servir, y qué mejor manera que emplearlo para comunicar la Palabra de Dios.

Es verdad que tenemos altibajos, momentos difíciles, pero Dios siempre estará ahí para recordarnos y decirnos "Yo te escogí", nos ofrece su amistad y nos llena de fortaleza para sobreponernos ante cuaquier dificultad y seguir adelante con nuestros proyectos.


domingo, 13 de agosto de 2017

No teman, Soy yo.

Así como la barca se encontraba zarandeada por los fuertes vientos, así nosotros, la iglesia, el pueblo, en ocasiones somos zarandeados (atacados) por los vientos del maligno; y así como Jesús caminó sobre las aguas para encontrarse con sus discípulos entre la fe y el temor, así camina sobre el inmenso mar de nuestros problemas para encontrarse frente a nosotros y decirnos "no teman, soy yo".

El Señor nos invita a darle nuestros temores y miedos, nuestros problemas y dolores, como la muerte, la enfermedad, las culpas, etc., y nos dice "no teman, soy yo"; nos invita a confiar plenamente en Él.

Dios se manifista de muchas maneras, en el silencio, en la paz, en cada amanecer y anochecer, en cada momento en que hacemos oración viene a nosotros y nos repite nuevamente "no teman, soy yo".

Sin embargo, esos temores que tanto nos aquejan, esas culpas que nos tienen intranquilos, las tempestades que nos azotan, cada problema que llevamos arrastrando, muchas veces nosotros mismos lo provocamos. Pedro, al encontrarse en aquella barca azotada por el viento, tiene temor, pero también fe en Jesús cuando lo invta a caminar con Él sobre las aguas, pero esta fe no es muy fuerte en ese momento, a Pedro le entra la duda y desvía su mirada, comienza a hundirse y desesperado le pide a Jesús que lo salve, y el Señor, bondadoso y lleno de amor le extiende su mano para salvarlo y le dice "Hombre de poca fe, ¿Por qué dudaste?", a pesar de que Jesús le daba su mano, Pedro provocó su hundimiento al dudar, y eso mismo es lo que nos sucede a nosotros cuando enfrentamos las tempestades, olvidamos que hay Alguien que nos tiende su mano para ayudarnos, entramos en duda y el problema nos consume.

Aprendamos entonces a confiar en nuestro Seños, a dejarle nuestras culpas, nuestros problemas, nuestras quejas, que Él simplemente nos dice "no teman, soy yo" y sin duda esas tormentas desaparecerán una vez que nuestra fe esté puesta en Él.

Señor, te pedimos, arrodillados y arrepentidos, que extiendas tu mano hacia nosotros, nos tomes, nos sujetes y no nos sueltes, pues al caminar junto contigo nuestras tormentas han de desaparecer y no habrá viento alguno que pueda derribarnos. Amén.

Reyes 19; 9, 11-13.
Salmo 85 (84); 8-14 Muéstranos Señor tu misericordia.
Romanos 9; 1-5.
Mateo 14; 22-33.


sábado, 29 de julio de 2017

El camino hacia el Reino de Dios

El univrso es todo lo que existe, lo que vemos, lo que oímos, lo que sentimos, lo que vivimos, lo que está arriba (el cosmos, el cielo) y también lo que está abajo (nuestro mundo). Dios es el rey del universo, ese mismo rey que desde su omnipotencia y grandeza vino a nuestro mundo tan débil como un hombre para salvarnos, a darnos a conocer su reino. Se dice que cuado Jesús vino al mundo, vino a la mitad del tiempo; cuando los apóstoles le preguntaron cuándo es el fin del mundo, Él les respondió "No me toca a mí decidirlo, sino al Padre; lo que me toca a mí es invitarlos al reino".

El hombre descubre al mundo y al cosmos a su propia manera, sin embargo, querer descubrir el Reino de Dios a nuestra manera no es posible, pues para descubrirlo sólo existe una forma, siguiendo el camino que Jesús nos ha mostrado; Él mismo es el camino, es decir, el camino hacia el Reino vino a encarnarse para ser hombre entre nosotros, a sufrir nuestras mismas debilidades y padecimientos, y al mismo tiempo tener poder sobre ellos y sobre nosotros, pues tiene dos naturalezas al mismo tiempo, es Hombre y es Dios.

Jesús vino a vivir nuestro tiempo y señalarnos cuál es el camino haca el Reino de Dios, pero depende de cada uno de nosotros la manera en que recorreremos ese camino, ya que al hacerlo, podemos cometer errores, no podemos regresar el tiempo, pero podemos aprender de esos errores y tratar de corregir para mejorar y cruzar ese camino de una manera más correcta, más cercana a la manera en que Jesús espera de nosotros.

Ser católico es profesar la Fe de Cristo (credo); un cristiano es aquel que deja todo por seguir a Cristo, por seguir ese camino que nos ha señalado hacia el Reino de Dios, un reino de "Paz, Amor, Justicia y Verdad". Por lo tanto, debemos instituir el Reino de Dios desde nosotros mismos, desde nuestra familia, desde nuestra casa, buscar acercarnos a Dios, intentar identificarnos con Él; y las herramientas principales para lograrlo son "Oración y Fe"; eso es lo que se necesita para forjar ese reino en nuestras vidas, orar con gran devoción, pues Dios escucha más la voz del corazón que la voz de los labios, y tener plena fe en que Él nos escucha y también nos habla.

La oración y la Fe nos guiarán hacia la Paz, la Justicia, el Amor y la Verdad, es decir, al Reino de Dios, que es un tesoro valioso para todo aquel que sea capaz de valorarlo, para los humildes de corazón; y nosotros lo debemos descubrir; si no logramos descubrirlo, es porque hemos buscado el tesoro equivocado o porque lo hemos buscado de la manera incorrecta, pues el Reino de Dios es para todos y hay que saber cómo buscarlo, empezando por buscar dentro de nosotros mismos, dentro de nuestro corazón, de nuestras vidas; debemos pedirle al Señor que nos llene de ese Amos, de esa Verdad, de esa Justicia y esa Verdad, y todo aquello que necesitamos en nuestra vida para acercarnos a Él y renunciar a todo aquello que nos aleje; una vez ue hayamos encontrado ese tesoro, no debemos guardarlo para nosotros mismos, sino que debe ser compartido y permitir que otros los descubran y lo gocen como nosotros lo hemos logrado.

Jesús duró 3 años de vida pública, llenando a su pueblo de sabiduría y predicando lo que conocemos como Evangelio, la buena noticia del Reino de Dios, es lo que Jesús nos dice, y de todo esto, sólo se escribió lo escencial, pues hay cosas que aún no se han revelado.

Cuando Dios le dio a Moisés las tablas con los Mandamientos, esas leyes quedaron implementadas para que nosotros, su pueblo, las practiquemos.

Jesús habló en parábolas para que los oyentes supieran exactamente qué quería decir y no se hicieran interpretaciones personales.

Por lo tanto, eso es lo que debemos hacer para llegar al Reino de Dios y descubrir el tesoro de Amor, Verdad, Justicia y Paz:
  1. Seguir a Cristo, seguir sus pasos, sus enseñanzas, pues Él es el camino.
  2. Cumplir los mandamientos.
  3. Orar y tener fe.
  4. Llevar la noticia hacia otros.
Éxodo 24; 3-8.
Salmo 49 Ofrécele al Señor tu gratitud.
Juan 11; 19-27.