lunes, 27 de agosto de 2018

Rosario al Divino Niño Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Divino Niño Jesús confiados inmensamente en Ti y por los méritos de tu divina infancia venimos a ofrecerte este Santo Rosario por: (mencionar aquí la intención, petición o necesidad que se quiere pedir).


Invoquemos todos al espíritu Santo:

Santísimo espíritu amado de mi alma, te adoramos, ilumínanos, fortalécenos, guíanos, confórtanos, consuélanos. Prometemos de corazón, someternos a todo lo que deseas para nuestro bien y permite que se realicen tus deseos en nosotros. Danos a conocer tu voluntad, dinos lo que debemos hacer para que lo cumplamos. Santísimo espíritu derrama la paz, en el mundo.

Señor mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser tu quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, no ofenderte, confesarme y, cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en tu bondad y misericordia infinita, que me perdonaras, por los méritos de tu preciosísima sangre, pasión y muerte, y me darás gracia para enmendarme, y perseverar en tu santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

María, Madre mía, líbrame de caer en pecado mortal.

Por el poder que te concedió el Padre Eterno haciéndote la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también asísteme en la tierra para fortificarme y apartarme de mi toda potestad enemiga.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Oh María!, por tu Inmaculada Concepción, purifica nuestro cuerpo y santifica nuestra alma.

Por la sabiduría que te concedió el Hijo asístenos en el trance de la muerte para llenar nuestra alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error y la ignorancia.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Oh María!, por tu Inmaculada Concepción, purifica nuestro cuerpo y santifica nuestra alma.

Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo haciéndote tan amable que después de Dios eres la más dulce y misericordiosa, asístenos en la muerte llenando nuestra alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para nosotros en delicias.

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Oh María!, por tu Inmaculada Concepción, purifica nuestro cuerpo y santifica nuestra alma.

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.


PRIMER MISTERIO: LA ENCARNACIÓN DEL NIÑO JESÚS.

El ángel anuncia a María que va a ser madre del hijo de Dios.

Niño amable de mi vida, consuelo de los cristianos, la gracia que necesito pongo en tus benditas manos.

Divino Niño Jesús, por los méritos de tu encarnación en las purísimas entrañas de María Santísima te pedimos, nos ayudes a llevar una vida Santa llena de paz, de alegría y de buenas obras. Te rogamos Divino Niño Jesús.

Jesús mío, mi amo, mi hermoso niño, te proclamamos nuestro salvador y nuestro amigo.

En las 12 cuentas rosadas:

Divino niño Jesús, por los méritos de tu infancia, escucha nuestra oración.

Al final de la docena:

Oh Dios padre, hijo y espíritu santo, en ti creo, en ti espero, en ti confió siempre.

Divino Niño Jesús, en Ti confío.




SEGUNDO MISTERIO: LA VISITA A SANTA ISABEL

Por los caminos de Judea va la Virgen María a visitar a su prima Isabel quien se pone feliz y su hijo Juan en su vientre saltó de gozo.

Tú qué sabes nuestros pesares pues todos te los confió, da la paz a los turbados y alivio al corazón mío.

Divino Niño Jesús, por los méritos de la visitación de María, te pedimos que visites con tu santa madre nuestros hogares y que te quedes con nosotros, para que en ellos reine la paz y el amor. Te rogamos Divino Niño Jesús.

En la cuenta blanca, al inicio de cada docena:

Jesús mío, mi amo, mi hermoso niño, te proclamamos nuestro salvador y nuestro amigo.

En las 12 cuentas rosadas:

Divino niño Jesús, por los méritos de tu infancia, escucha nuestra oración.

Al final de la docena:

Oh Dios padre, hijo y espíritu santo, en ti creo, en ti espero, en ti confió siempre.

Divino Niño Jesús, en Ti confío.



TERCER MISTERIO: LA NATIVIDAD DEL NIÑO JESÚS

En Belén ha nacido el Niño Jesús. María y José lo cuidan con amor; Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria a Dios.

Aunque tu amor no merezco, no recurriré a ti en vano, pues eres hijo de Dios y alivio de los cristianos.

Divino Niño Jesús, por los méritos de tu nacimiento en el establo de Belén, te pedimos por todos los Niños que son privados de la vida por el aborto, acógelos en tu gran misericordia. Te rogamos Divino Niño Jesús.

En la cuenta blanca, al inicio de cada docena:

Jesús mío, mi amo, mi hermoso niño, te proclamamos nuestro salvador y nuestro amigo.

En las 12 cuentas rosadas:

Divino niño Jesús, por los méritos de tu infancia, escucha nuestra oración.

Al final de la docena:

Oh Dios padre, hijo y espíritu santo, en ti creo, en ti espero, en ti confió siempre.

Divino Niño Jesús, en Ti confío.



CUARTO MISTERIO: LA PRESENTACIÓN DEL DIVINO NIÑO JESÚS.

José y María llevan al niño a presentarlo a su Señor, entran al templo, Jesús sonríe, le sonríe al anciano Simeón.

Acuérdate de mí, Niño Jesús Santo, que jamás se ha podido decir que algunos te hayan implorado, sin tu ayuda recibir.

Divino Niño Jesús, por los méritos de tu presentación en el templo te pedimos, para que José y María nos pongan en el sagrario como pertenencia tuya para siempre. Te rogamos Divino Niño Jesús.

En la cuenta blanca, al inicio de cada docena:

Jesús mío, mi amo, mi hermoso niño, te proclamamos nuestro salvador y nuestro amigo.

En las 12 cuentas rosadas:

Divino niño Jesús, por los méritos de tu infancia, escucha nuestra oración.

Al final de la docena:

Oh Dios padre, hijo y espíritu santo, en ti creo, en ti espero, en ti confió siempre.

Divino Niño Jesús, en Ti confío.



QUINTO MISTERIO: PERDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS.

El niño Jesús se pierde en medio de tanta gente. María y José lo buscan durante tres días y lo encuentran en el templo, con los maestros y doctores de la ley.

Por eso, con fe y confianza, humildes y arrepentidos, llenos de amor y confianza, tu amor pedimos.

Divino Niño Jesús, por los méritos de tu hallazgo con los maestros y doctores de la ley, te pedimos por los padres de la familia, para que cuiden de sus hijos, les den enseñanza bíblica y sepan guiarlos por el buen camino. Te rogamos Divino Niño Jesús.

En la cuenta blanca, al inicio de cada docena:

Jesús mío, mi amo, mi hermoso niño, te proclamamos nuestro salvador y nuestro amigo.

En las 12 cuentas rosadas:

Divino niño Jesús, por los méritos de tu infancia, escucha nuestra oración.

Al final de la docena:

Oh Dios padre, hijo y espíritu santo, en ti creo, en ti espero, en ti confió siempre.

Divino Niño Jesús, en Ti confío.



LETANÍAS AL DIVINO NIÑO JESÚS

Divino Niño Jesús, Verbo del Padre Eterno, conviértenos.
Hijo de María, tómanos como hijo tuyo.
Maestro mío, enséñanos.
Príncipe de la Paz, danos la paz.
Refugio mío, recíbenos.
Pastor mío, alimenta nuestra Alma.
Modelo de paciencia, consuélanos.
Manso y Humilde de corazón, ayúdanos a ser como tú.
Redentor mío, sálvanos.
Mi Dios y mi todo, dirígenos.
Verdad eterna, instrúyenos.
Apoyo mío, danos fuerzas.
Mi justicia, justifícanos.
Mediador mío con el Padre, reconcílianos.
Medico de mi Alma, cúranos.
Juez mío, perdónanos.
Rey mío, gobiérnanos.
Santificación mía, santifícanos.
Pozo de bondad, perdónanos.
Pan vivo del cielo, nútrenos.
Padre del pródigo, recíbenos.
Jubilo de mi Alma, sé nuestra única felicidad.
Ayuda mía, asístenos.
Imán de amor, atráenos.
Protector mío, defiéndenos.
Esperanza mía, sostennos.
Objeto de mi amor, únenos a ti.
Fuente de mi vida, refréscanos.
Mi Divina Victima, redímenos.
Mi último fin, déjanos poseerte.
Mi Gloria, glorifícanos.

DIVINO NIÑO JESÚS, EN TI CONFIO. 
DIVINO NIÑO JESÚS, BENDÍCENOS.


SÚPLICAS PARA TIEMPOS DIFÍCILES

Oh Dios mío, que te dignaste constituir a tu Unigénito Hijo Salvador del género humano, y ordenaste que se llamara Jesús, concédenos que, los que veneramos su Santo Nombre en la Tierra, gocemos de su presencia en los cielos. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


Oh Divino Niño Jesús, mi Dios, mi Señor, tu eres el dueño de mi Corazón.

En nuestras dificultades: AYUDANOS
De los enemigos del alma: SALVANOS
En nuestros desaciertos: ILUMINANOS
En nuestras dudas y penas: CONFORTANOS
En nuestras soledades: ACOMPAÑANOS
En nuestras enfermedades: FORTALECENOS
Cuando nos desprecien: ANIMANOS
En las tentaciones: DEFIENDENOS
En las horas difíciles: CONSUELANOS
Con tu corazón paternal: AMANOS
Con tu inmenso poder: PROTEGENOS
Y en tus brazos al expirar: RECIBENOS. AMEN



ORACIONES AL DIVINO NIÑO JESÚS

Acuérdate ¡Oh dulcísimo niño Jesús que has dicho! “lo que quieran pedir, pídanlo por los méritos de mi infancia, y nada les será negado. Si quieres agradarme confíen en mí, si quieren agradarme más, confíen más, si quieren agradarme inmensamente, confíen inmensamente en mí.” Por los méritos de tu infancia ayúdanos a llevar una vida Santa, perdona nuestras culpas, líbranos de los castigos que nos merecemos, por nuestros pecados y de todos los peligros para el alma y el cuerpo, concédenos aquellos favores que estamos necesitando y después de una vida llena, de paz, alegría y de buenas obras, llévanos a la gloria del paraíso, donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amen.

Adorable Niño Jesús, mi único tesoro, dígnate, dulce Bien mío, derramar sobre mi corazón, con la unción de tu gracia, la dulzura y bondad de tus sentimientos divinos, y por los méritos infinitos de tu Santa Infancia, regálame la gracia de un día contemplar tu hermoso Rostro en el cielo. Amén.

Jesús, José y María: bendice nuestros hogares
Jesús, José y María: líbranos de todo mal
Jesús, José y María: salva nuestras almas. Amen.

Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen, Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, todopoderoso. Desde allí va a venir a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, La Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.



Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén

Para mostrar nuestra inmensa confianza en el Divino Niño Jesús digamos por los 12 años de su divina infancia:

Divino Niño Jesús, en Ti confío. (12 veces)

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.


ALABANZA AL DIVINO NIÑO JESÚS 

Niño lindo y amoroso de belleza sin igual, eres bello, primoroso y yo te vengo a adorar. El candor de tu mirada inunda con puro amor, me reboza la esperanza y aleja todo temor. Niño, Pastorcito mío de sonrisa angelical, solo en Ti yo confío para librarme del mal. Déjame besarte todo y ofrecerte lo que soy, alma y vida yo te entrego a ti mi Rey y Señor. Divino Niño Jesús, dulce, tierno e inocente, te pido, me confortes con Tu amor ahora y siempre.

jueves, 23 de agosto de 2018

Rosario Eucarístico de Reparación

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ven Espíritu Santo, ven por medio de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María, Tu Amadísima Esposa, ven.


Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por ser Tú quien eres, bondad infinita, y porque te amo sobre todas las cosas; me pesa de todo corazón haberte ofendido; también me pesa porque puedes castigarme con las penas del infierno. Ayudado con tu divina gracia, me propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuese impuesta. Amen.

Creo en Dios padre Todopoderoso, creador del cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso y desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la Vida Eterna, Amén. 

Hoy Jesús nos invita a compartir un momento de intimidad con El. Ese Jesús, que está vivo y realmente presente en la Eucaristía quiere que le regalemos un poco de nuestro tiempo para amarlo, para alabarlo y para adorarlo. Hoy está aquí, frente a nosotros, sobre el altar, presente y vivo en ese pedacito de pan que ya no es pan, sino el Cuerpo Vivo de Cristo, que está esperando a que lo amemos, a que lo adoremos. Vamos a rezar juntos el Rosario Eucarístico, contemplando los misterios de la vida de Jesús, en los cuales nos revela y nos regala para siempre su cuerpo y su sangre hechos pan y vino.

Se mencionan las peticiones…

Te lo pedimos Señor y te damos gracias.



Primer Misterio: La multiplicación de los panes.

Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

“En aquellos días, Jesús y sus apóstoles se retiraron en una barca a un lugar solitario para descansar. Pero muchos los siguieron desde todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Al llegar, Jesús sintió compasión de aquella muchedumbre y se puso a enseñarles muchas cosas. Era ya una hora muy avanzada cuando los discípulos se le acercaron y le dijeron: ‘Ya se hace muy tarde. Despídelos para que vayan a sus aldeas y puedan comer’. Jesús les contestó: ‘Denles ustedes de comer’. Los discípulos preguntaron alarmados: ‘¿De dónde vamos a sacar para darle de comer a tanta gente? Tan sólo tenemos cinco panes y dos peces’. Entonces Jesús ordenó a la multitud que se sentara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los repartió entre los discípulos para que los fueran sirviendo. También repartió los peces. Todos comieron hasta saciarse, y con lo que sobró se llenaron doce canastos. Los que comieron los panes fueron unas cinco mil personas.” [San Marcos 6,31-44].

En la multiplicación de los Panes, Jesús quiere mostrarnos que el Pan que Él nos va a regalar en la Eucaristía es para todos y cada uno de nosotros, para todos los que quieran recibirlo. Sin embargo, muchas veces despreciamos ese grandísimo regalo que Él nos ha dejado y lo dejamos solo en el Sagrario, o esperando en la mesa a ser comido por nosotros. Vamos a aprovechar este momento para pedirle perdón por nuestra indiferencia, respondiendo a cada oración: 

“Ten misericordia de nosotros”.
  • Por nuestra indiferencia a Ti, que estás presente en cada comunión, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por nuestras distracciones y faltas de atención en la Misa de cada domingo, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por tantas comuniones que hemos recibido sin estar en gracia de Dios, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por nuestras faltas a la Misa dominical y por el abandono de la confesión y la comunión frecuente, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Porque muchas veces nos olvidamos de Ti, Señor, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por tantas veces que, pudiendo haberte venido a visitar, te dejamos solo en el Sagrario, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por tantas veces que no quisimos ver tu luz y compartir el banquete de la Eucaristía, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por no dar testimonio de tu amor entre nuestros amigos y familiares, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por todas las veces que pudimos ayudar a que alguien se acercase a Ti en la Eucaristía, y no lo hicimos, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
  • Por todos que en Ti no creen, no te adoran, ni te aman, te decimos… “Ten misericordia de nosotros”.
Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10 veces).

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Oh María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

Segundo Misterio: Jesús nos dice que Él es el Pan de Vida.

Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

“En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: ‘¿Qué debemos hacer para obrar como Dios quiere?’. Jesús les respondió: ‘La obra de Dios consiste en que crean en Aquel que Él ha enviado’. Ellos entonces le dijeron: ‘¿Y qué señal nos das Tú para que viéndola creamos en Ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del Cielo les dio a comer’ Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo’. Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan’. Y Jesús les contestó: ‘´Yo soy el Pan de la Vida. El que venga a mí no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed’.” [San Juan 6,28-35].

Jesús nos dice que la obra de Dios consiste en que creamos en Aquel que el Padre ha enviado. Jesús nos dice que Él es el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, Él es en quien debemos creer para agradar al Padre. Expresemos nuestra fe en Jesucristo respondiendo a cada oración: 

“En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos, Jesús, que Tú eres el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos, Jesús, que Tú estás realmente presente en el Pan y el Vino que recibimos en la Eucaristía, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos que en cada Eucaristía revivimos tu Pasión, Muerte y Resurrección, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos Señor, que si comemos tu Cuerpo y bebemos tu Sangre tendremos Vida Eterna, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos Señor Jesús, que tu Carne es verdadera comida, y tu Sangre es verdadera bebida, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos Jesús, que al recibirte en la Eucaristía nos hacemos uno contigo y con tu Padre, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
  • Porque creemos Señor, que al compartir la Eucaristía nos unimos a toda la Iglesia en un solo cuerpo, te decimos… “En Ti creemos, Señor”.
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. 

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10 veces).

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Oh María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

Tercer Misterio: Jesús nos promete que quien come su Cuerpo y bebe su Sangre, tendrá la Vida Eterna.

Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

“En aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘En verdad, en verdad les digo: El que cree tiene vida eterna. Yo soy el Pan de la Vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este Pan que baja del Cielo es para que quien lo coma no muera. Yo soy el Pan Vivo bajado del Cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’.” [San Juan 6, 47-51a.54].

Al dejarnos el regalo de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, Jesús nos dejó también la esperanza en que no moriremos jamás. Sembró en nosotros la confianza de que, si comemos su Cuerpo y bebemos su sangre, tendremos Vida Eterna. Vamos a manifestar nuestra confianza en la promesa de Jesús, respondiendo a cada oración: 

“En ti confiamos Señor”.
  • Porque Tú nos prometiste que quien come tu cuerpo y bebe tu sangre tiene Vida Eterna, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque todos los domingos nos das la oportunidad de comulgar, y de hacernos parte de Ti, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque tu misericordia dura para siempre, eres compasivo y lento para el enojo, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque en momentos de soledad y amargura levantamos nuestro grito al cielo y tenemos plena seguridad de tu presencia, Señor, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque sabemos que Tú nos resucitarás en el último día, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque quisiste quedarte entre nosotros hecho pan y vino para acompañarnos y darnos fuerza, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
  • Porque nos prometiste que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos, te decimos… “En ti confiamos Señor”.
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10 veces).

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Oh María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

Cuarto Misterio: Jesús nos anuncia que al comer su Cuerpo y beber su Sangre, nos hacemos uno con Él, y Él se hace uno con nosotros.

Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

“En aquellos días, Jesús enseñaba a las muchedumbres diciendo: ‘Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Al igual que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí’.” [San Juan 6,55-57].

Jesús nos enseñó que por medio de la Eucaristía nos hacemos uno con Él, y Él se hace uno con nosotros. Esto nos llena de alegría porque Dios mismo nos permite sentir su presencia dentro de nosotros, y esta alegría nos mueve a alabarlo desde lo más profundo de nuestro ser. Nos unimos a la alabanza respondiendo a cada oración: 

“Te alabamos Señor”.
  • Porque estás ahí presente en la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque te haces uno con nosotros y nos permites ser uno contigo en la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque por medio de la Eucaristía haces que todos seamos uno en la Iglesia, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Por el amor de tu entrega en la Cruz para salvarnos y darnos Vida Eterna, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque en los momentos de sufrimiento y de vacío en nuestra alma, Tú nos alimentas y nos das vida con el pan divino de la Eucaristía, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque contigo se alegra nuestro corazón, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque al recibirte inundas nuestras almas de una profunda alegría, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
  • Porque al recibirte en la Eucaristía, sanas las heridas de nuestra alma, queremos decirte… “Te alabamos Señor”.
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10 veces).

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Oh María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

Quinto Misterio: La institución de la Eucaristía en la Ultima Cena.

Alabado sea Jesucristo en el Santísimo Sacramento del Altar.
Sea por siempre bendito y alabado, Jesús Sacramentado.

“Sabiendo Jesús que iba a ser entregado, reunió a los Doce para cenar. Mientras estaban comiendo, Jesús tomó pan y lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos dijo: ‘Tomen y coman, éste es mi Cuerpo’. Luego tomó una copa, y luego de dar gracias se las dio diciendo: ‘Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre de la Alianza, que será derramada por muchos para el perdón de los pecados’. Y agregó: ‘Hagan esto en memoria mía’.” [San Mateo 26,26-28; I Corintios 11,25]

Al dejarnos su Cuerpo y su Sangre, Jesucristo nos hizo dos grandes regalos: primero, su presencia en nuestras vidas de una forma visible, como alimento, y segundo, la Vida Eterna, que es el regalo más grande que podría habernos hecho. Conscientes de la maravilla de sus presentes, queremos darle gracias sinceramente. Lo hacemos, respondiendo a cada oración: 

“Gracias Señor”
  • Porque al recibir tu Cuerpo y Sangre nos fortaleces en la fe, te decimos… “Gracias Señor”
  • Porque con tu Cuerpo revives nuestro espíritu, te decimos… “Gracias Señor”
  • Porque te ofreces cada domingo en la Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
  • Por la fuerza que nos renuevas en cada Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
  • Porque a pesar de nuestras miserias, te entregas a nosotros sin condiciones y con amor, te decimos… “Gracias Señor”
  • Porque en cada Misa nos esperas para regalarnos una vez más tu Cuerpo y tu Sangre, te decimos… “Gracias Señor”
  • Porque en cada Comunión, no miras nuestros pecados, sino nuestra fe, te decimos… “Gracias Señor”
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por ellas y nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (10 veces).

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Oh María, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.

Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.

Letanía de Reparación

Señor, Ten piedad de nosotros. Señor, ten piedad de nosotros
Cristo, Ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros
Señor, Ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros
Cristo, Óyenos. Cristo, Benignamente óyenos.

Respuesta: Ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.
Santa Trinidad, un solo Dios.
Sagrada Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores.
Sagrada Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros.
Sagrada Hostia, despreciada por los cristianos tibios.
Sagrada Hostia, signo de contradicción.
Sagrada Hostia, entregada a los judíos y herejes.
Sagrada Hostia, insultada por los blasfemos.
Sagrada Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales.
Sagrada Hostia, tirada en el lodo y pisoteada.
Sagrada Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles.
Sagrada Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.

Sé misericordioso con nosotros, Perdónanos, oh Señor.
Sé misericordioso con nosotros, Escúchanos, oh Señor.

Respuesta: Te ofrecemos nuestra reparación.

Por el ultrajante desprecio de este maravilloso Sacramento.
Por tu extrema humillación en tu admirable Sacramento.
Por todas las comuniones indignas.
Por las irreverencias de los malos cristianos.
Por la profanación de tus santuarios.
Por los copones deshonrados y llevados a la fuerza.
Por las continuas blasfemias de los hombres impíos.
Por la impenitencia y traición de los herejes.
Por las conversaciones indignas en tus santos templos.
Por los profanadores de tus iglesias, a las que han profanado con sus sacrilegios.

Respuesta: Te suplicamos, óyenos.

Para que plazca aumentar en todos los cristianos la reverencia debida a este adorable Misterio.
Para que te plazca manifestar el Sacramento de tu amor a los herejes.
Para que te plazca que los insultos de aquellos que te ultrajan sean más bien dirigidos hacia nosotros.
Para que te plazca misericordiosamente recibir esta nuestra humilde reparación.
Para que te plazca hacer nuestra adoración aceptable a Ti.

Hostia Pura, Escucha nuestra oración.
Hostia Santa, Escucha nuestra oración.
Hostia Inmaculada, Escucha nuestra oración.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, oh Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Benignamente óyenos, oh Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.

Mira, oh Señor, nuestra aflicción, y da gloria a tu Santo Nombre.

Señor Jesucristo, que te dignas permanecer con nosotros en tu maravilloso Sacramento hasta el final del mundo, para darle a tu Padre, por la memoria de tu Pasión, gloria eterna, y para darnos a nosotros el Pan de vida eterna: concédenos la gracia de llorar, con corazones llenos de dolor, por las injurias que Tú has recibido en este Misterio adorable, y por los muchos sacrilegios que cometen los impíos, los herejes y los católicos. Inflámanos con deseo ardiente de reparar todos estos insultos a los que, en tu infinita misericordia, has preferido exponerte antes que privarnos de tu Presencia en nuestros altares. Tú, que con Dios Padre y el Espíritu Santo vives y reinas, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh Jesús, sabemos que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Nosotros deseamos consolarte por los sacrilegios y pecados con que eres ofendido en este Sacramento Admirable. Nos unimos a los coros de los Ángeles para adorarte. Nos unimos a los coros de los Santos para adorarte. Nos unimos con toda la Iglesia para adorarte. Os ofrecemos esta oración en reparación por los pecados, sacrilegios y blasfemias con que eres ofendido. Alabado seas por siempre. 

En el Nombre del Padre del hijo y del Espíritu Santo. Amen.


domingo, 12 de agosto de 2018

Anunciar y Denunciar

La Iglesia nos invita a meditar el Evangelio de Juan, un Evangelio que se diferencia de los otros tres al momento de hablar de la Eucaristía, ya que los Evangelios de Mateo, Lucas y Marcos platican un momento sobre la Institución de la Eucaristía, el Tesoro para las Generaciones; sin embargo, el Evangelio de Juan no sólo lo platica, sino que habla del sentido que la Eucaristía como el Proyecto de Dios para salvarnos tiene en la vida, habla de Jesús como el Pan de Vida, de Jesús como signo para una plena confianza en el Plan de Dios hacia la liberación.

El Señor se nos da para salvarnos, como un alimento para dar fuerza en el paso de la esclavitud a la libertad, ya que podemos ser esclavos de diferentes formas, ya sea de un vicio, del chisme, de la pereza, etc., y el paso que debemos dar para salir de esa esclavitud es difícil, nos llega la desesperación ante las pruebas y preferimos renunciar, quedarnos dormidos, no tenemos disposición para seguir ante las adversidades, mas el Señor viene a nosotros como fuerza y alimento ara lograrlo, Él nos habla, nos anima, nos insiste en avanzar y continuar en nuestra vida, pues el Espíritu Santo quiere seguir actuando en nuestro corazón.

A Elías, Dios lo hace profeta y como tal, su tarea es Anunciar y Denunciar, anunciar la Palabra de Dios, y denunciar todo aquello que se hace fuera del Plan de Dios. Elías se encuentra con un problema, es perseguido por los profetas de Baal, a los que apoya la reina Jezabel, ya que Elías debía denunciar las malas obras que se estaban cometiendo. Elías huye al desierto, se desespera y es agobiado por el cansancio, al perder esperanzas siente deseos de morir, pero Dios le dice "levántate y come", así es como Elías encuentra Pan y Agua, esto lo hace ver que Dios está a su lado y le da, por medio de ese alimento, el poder de seguir, para Anunciar y Denunciar.

Así, en este pasaje, vemos un reflejo de nuestras propias vidas, en las que somos perseguidos por los problemas y llegamos a desesperarnos al no encontrar una solución, nos sentimos en medio de un desierto del que no podemos salir y que representa el final de la vida, o bien, que puede ser el comienzo de una nueva experiencia.

Todos los que hemos sido bautizados tenemos 3 misiones:
  1. Ser sacerdotes: Es decir, participar en las celebraciones e invitar a otros a que formen parte de las celebraciones, escuchar, meditar y transmitir la Palabra.
  2. Ser reyes: No en el sentido de riqueza, sino en el sentido del reinado de Jesús, que es el servicio y el sacrificio. Es decir, sacrificarnos un poco y servir.
  3. Ser profetas: Teniendo como principal tarea Anunciar y Denunciar. Vivir como profetas anunciando el querer de Dios y denunciando aquello que aleja de Dios.
Si somos bautizados, somos profetas y estamos llamados a anunciar el Plan de Dios y Denunciar lo que se sale de ese plan. Al denunciar siempre nos encontraremos con dificultades , pero nos da su Pan, su Alimento. Ocasionalmente tenemos la tentación del consejo del mundo por encima del consejo de Dios, pero Él nos pide ser claros y firmes, y rechazar lo que no es de Dios, y hacer este rechazo para alejarnos de lo que nos aparta de Dios cuesta, pero siempre nos dará esa fuerza que necesitamos para hacerlo, cumplir su voluntad y acercarnos.

El buen Juez por su casa empieza, es importante iniciar a entender la vida Católica y conocer al Señor primero anunciándonos a nosotros mismos y denunciarnos lo que estamos haciendo mal y rechazarlo, para poder ser profetas para otras personas, primero debemos ser profetas para nosotros mismos.

Aprovechemos y alimentémonos con el Pan de Vida que es Jesús, alimentemos bien nuestra alma y pidamos al Señor que nos enamoremos de su Eucaristía. Amén.

Reyes 19, 4 - 8.
Salmo 34 (33): Haz la prueba y verás que bueno es el Señor.
Efesios 4, 30 - 5, 2.
San Juan6, 41 - 51.