San Juan Eudes, sacerdote misionero francés, fundador de la Congregación de Jesús y María y de la Orden de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, también autor de la adoración litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús y María. Juan es un nombre masculino de origen hebreo, cuyo significado es "el fiel a Dios".
Este santo compuso una frase que se ha hecho famosa entre
los creyentes. Dice así: "Para ofrecer bien una Eucaristía se necesitarían
tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para
dar gracias".
Nació en un pueblecito de Francia, llamado Ri (en Normandía)
en el año 1601. Sus padres no tenían hijos e hicieron una peregrinación a un
santuario de Nuestra Señora y Dios les concedió este hijo, y después de él
otros cinco.
Ya desde pequeño demostraba gran piedad, y un día cuando un
compañero de la escuela lo golpeó en una mejilla, él para cumplir el consejo
del evangelio, le presentó la otra mejilla.
Estudio en un famoso seminario de París, llamado El
Oratorio, dirigido por un gran personaje de su tiempo, el cardenal Berulle, que
lo estimaba muchísimo.
Al descubrir en Juan Eudes una impresionante capacidad para
predicar misiones populares, el Cardenal Berulle lo dedicó apenas ordenado
sacerdote, a predicar por los pueblos y ciudades. Predicó 111 misiones, con
notabilísimo éxito. Un escritor muy popular de su tiempo, Monseñor Camus,
afirmaba: "Yo he oído a los mejores predicadores de Italia y Francia y
puedo asegurar que ninguno de ellos conmueve tanto a las multitudes, como este
buen padre Juan Eudes".
Las gentes decían de él: "En la predicación es un león,
y en la confesión un cordero".
San Juan Eudes se dio cuenta de que para poder enfervorizar
al pueblo y llevarlo a la santidad era necesario proveerlo de muy buenos y
santos sacerdotes y que para formarlos se necesitaban seminarios donde los
jóvenes recibieran muy esmerada preparación. Por eso se propuso fundar
seminarios en los cuales los futuros sacerdotes fueran esmeradamente preparados
para su sagrado ministerio. En Francia, su patria, fundó cinco seminarios que
contribuyeron enormemente al resurgimiento religioso de la nación.
Con los mejores sacerdotes que lo acompañaban en su
apostolado fundó la Congregación de Jesús y María, o padres Eudistas, comunidad
religiosa que ha hecho inmenso bien en el mundo y se dedica a dirigir
seminarios y a la predicación.
En sus misiones lograba el padre que muchas mujeres se
arrepintieran de su vida de pecado, pero desafortunadamente las ocasiones las
volvían a llevar otra vez al mal. Una vez una sencilla mujer, Magdalena Lamy,
que había dado albergue a varias de esas convertidas, le dijo al santo al final
de una misión: "Usted se vuelve ahora a su vida de oración, y estas pobres
mujeres se volverán a su vida de pecado; es necesario que les consiga casas
donde se puedan refugiar y librarse de quienes quieren destrozar su
virtud". El santo aceptó este consejo y fundó la Comunidad de las Hermanas
de Nuestra Señora del Refugio para encargarse de las jóvenes en peligro. De
esta asociación saldrá mucho después la Comunidad de religiosas del Buen Pastor
que tienen ahora en el mundo 585 casas con 7,700 religiosas, dedicadas a
atender a las jóvenes en peligro y rehabilitar a las que ya han caído.
Este santo propagó por todo su país dos nuevas devociones
que llegaron a ser sumamente populares: La devoción al Corazón de Jesús y la
devoción al Corazón de María. Y escribió un hermoso libro titulado: "El
Admirable Corazón de la Madre de Dios", para explicar el amor que María ha
tenido por Dios y por nosotros. Él compuso también un oficio litúrgico en honor
del corazón de María, y en sus congregaciones celebraba cada año la fiesta del
Inmaculado Corazón.
Otro de sus Libros se titula: "La devoción al Corazón
de Jesús". Por eso el Papa San Pío X llamaba a San Juan Eudes: "El
apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones".
Redactó también dos libros que han hecho mucho bien a los
sacerdotes: "El buen Confesor", y "El predicador
apostólico".
Murió el 19 de agosto de 1680. Su gran deseo era que de su vida y de su comportamiento se pudiera repetir siempre lo que decía Jesús: "Mi Padre celestial me ama, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada".
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