sábado, 22 de agosto de 2020

Virgen del Rayo

Nuestra Señora del Rosario del Rayo o popularmente conocida como Virgen del Rayo o Nuestra señora del Rayo es una advocación mariana originaria de Guadalajara, Jalisco y que se ha extendido a otras regiones de México.

De acuerdo a la tradición, un rayo cayó sobre una imagen de la Virgen del Rosario en el convento dominico femenil de Jesús María de Guadalajara la madrugada del 13 de agosto de 1807. Las hermanas dominicas descubrieron la imagen destrozada en la portería del convento, donde se había ubicado temporalmente. La imagen de la virgen quedó quemada pero el Niño que cargaba no sufrió ningún daño y las monjas tampoco sufrieron daño. Agradecidas por este hecho, considerando que les había salvado la vida, las monjas celebraron con alabanzas y misas y devolviendo la imagen a su lugar adentro de la iglesia.

El 18 de agosto, una religiosa se encontraba en grave estado de salud, por lo que se trasladó la imagen quemada a su dormitorio mientras se perfilaba una nueva tormenta anunciada por las nubes. De pronto, de acuerdo al testimonio de las monjas, la imagen comenzó a iluminarse y al entonar todas las religiosas la oración del Magníficat, un relámpago iluminó la estancia por varios minutos y un color rosado apareció en el rostro de la virgen restaurándose milagrosamente, siendo también testigos del hecho el canónigo de la iglesia y el canónigo José María Gómez obispo electo de Michoacán quien murió sin ser consagrado. Todos ellos dejaron testimonio de este hecho milagroso, pero lamentablemente, estos documentos se perdieron durante la Guerra de Reforma.

A partir de este suceso se empezó a dar cuIto y veneración pública a la imagen de la Virgen del Rayo, colocada en una capilla interior del convento. De esta capilla era llevada anualmente al templo para la función del 10 de agosto, sacándola en procesión por la puerta del convento inmediata a la torre, hasta el altar mayor, donde se recordaba su renovación prodi­giosa y se exaltaba su protección sobre la ciudad en las tormen­tas y tempestades.

En tiempos de la exclaustración de las monjas, por los años de 1861 a 1867, la imagen estuvo guardada en casa de un médico de apellido Castillo, pero ya en tiempos de la Re­pública, hacia 1868, cuando las dominicas volvieron a su con­vento y se decoró la iglesia de Jesús María, se construyó un altar propio para la Virgen del Rayo, frente a la puerta del templo más cercana al presbiterio

Permaneció la santa efigie en este lugar hasta el año de 1907, año en que el Ilmo. Sr. José de Jesús Ortiz, tomó ante­cedentes e investigaciones rigurosas sobre la tradición que se guardaba de aquella imagen, nombrando al Canónigo don Luis Silva para que organizara unos festejos muy solemnes en honor de la Virgen del Rayo, la coronó canónicamente, por decreto episcopal, el 12 de agosto de 1907.

Con esta misma fecha y en prueba de la devoción de aquel Ilmo. prelado, la Virgen del Rayo fue reconocida como titular del templo “y por lo mismo llevada al altar mayor donde están ahora las imágenes de Jesús, María y José, las que serán puestas en el altar que ahora ocupa Nuestra Señora del Rayo”.


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