domingo, 29 de abril de 2018

El fruto de la vid

Nosotros, como Cristianos, estamos llamados a dar frutos de santidad, para lo cual debemos ser como los sarmientos unidos al tallo de la vid.

Nuestra fe en Jesucristo puede compararse con la planta de la vid, en la cual, Jesús es el tallo y nosotros simplemente las ramas del árbol, las ramas se mantienen con vida gracias al tallo, pues es el tallo quien lleva el alimento, los nutrientes y el agua a cada rama, la distribuye a cada rincón y de él todas las ramas se alimentan, pues si no están unidos, no les sería posible recibir el alimento, si una rama es cortada del tallo, la rama se seca, pues no puede alimentarse por sí sola, pero si se mantiene unida, la rama empezará a crecer, se llenará de hojas y en algún momento, cuando haya pasado el tiempo suficiente, empezará a dar sus frutos. La vida cristiana así es, Jesús es el tallo y nosotros las ramas unidas a él, si nos separamos, no podremos crecer, pero si nos mantenemos unidos a Jesús, en algún momento nuestra vida comenzará a dar sus frutos, y la manera de permanecer unidos, alimentarnos y crecer en nuestra fe es a través de los mandamientos que se resumen en dos frases:
  • Amar a Dios.
  • Amar al prójimo, unos a otros.

Es por esto que Jesús nos invita a amarnos unos a otros, a crecer y a permanecer siempre cerca de Él, a la conversión, a renunciar a aquello que intenta "cortarnos" del tallo (pecados) y seguirlo.

Hechos 9, 26-31.
Sal 21, 26b-27. 28. 30. 31-32. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
1 Juan 3, 18-24.
Juan 15, 1-8.

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