lunes, 30 de abril de 2018

San Francisco y Santa Jacinta Marto

San Francisco Marto y Santa Jacinta Marto, Hijos de Manuel de Jesús y Olimpia Marto, quienes junto a su prima Lucía, vieron a la Virgen en varias ocasiones en 1917 en Cova de Iría, cerca de Ajustrel y de Fátima, en Portugal, eran niños pastorcitos típicos del Portugal rural de la época. Nunca fueron a la escuela, y trabajaban como pastores en conjunto con su prima Lucía.


Desde muy temprana edad, Jacinta y Francisco aprendieron a cuidarse de las malas relaciones, y por tanto preferían la compañía de Lucía, prima de ellos, quien les hablaba de Jesucristo. Los tres pasaban el día juntos, cuidando de las ovejas, rezando y jugando.

Entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, a Jacinta, Francisco y Lucía, les fue concedido el privilegio de ver a la Virgen María en el Cova de Iría. A partir de esta experiencia sobrenatural, los tres se vieron cada vez más inflamados por el amor de Dios y de las almas, que llegaron a tener una sola aspiración: rezar y sufrir de acuerdo con la petición de la Virgen María. Es posible que prolongados ayunos les hicieran adelgazar hasta el punto de que los hermanos Jacinta y Francisco sucumbieran a la epidemia de la gripe que barrió Europa en 1918.

Conforme sucedían las apariciones, el comportamiento de los dos hermanos se alteró. Francisco dedicó si tiempo para consolar a Jesús por los pecados del mundo por medio de sus oraciones, que para lo cual, prefería hacerlo solo; mientras Jacinta buscaba salvar del infierno a tantos pecadores como fuera posible a través de la penitencia y el sacrificio, como pedía la Virgen María. 
Los niños no se limitaron únicamente a ser mensajeros del anuncio de la penitencia y de la oración, sino que dedicaron todas sus fuerzas para ser de sus vidas un anuncio, más con sus obras que con sus palabras. Durante las apariciones, soportaron con espíritu inalterable y con admirable fortaleza las calumnias, las malas interpretaciones, las injurias, las persecuciones y hasta algunos días de prisión. Durante aquel momento tan angustioso en que fue amenazado de muerte por las autoridades de gobierno si no declaraban falsas las apariciones, Francisco se mantuvo firme por no traicionar a la Virgen, infundiendo este valor a su prima y a su hermana. Cuantas veces les amenazaban con la muerte ellos respondían: "Si nos matan no importa; vamos al cielo." Por su parte, cuando a Jacinta se la llevaban supuestamente para matarla, con espíritu de mártir, les indicó a sus compañeros, "No se preocupen, no les diré nada; prefiero morir antes que eso."


San Francisco Marto nació el día 11 de junio de 1908, era de carácter dócil y condescendiente. Le gustaba pasar el tiempo ayudando al necesitado. Todos lo reconocían como un muchacho sincero, justo, obediente y diligente.

Las palabras del Ángel en su tercera aparición: "Consolad a vuestro Dios", hicieron profunda impresión en el alma del pequeño pastorcito.

El deseaba consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, que le había parecido estaban tan tristes.

En su enfermedad, Francisco confió a su prima: "¿Nuestro Señor aún estará triste? Tengo tanta pena de que El este así. Le ofrezco cuanto sacrificio yo puedo."

En la víspera de su muerte se confesó y comulgó con los mas santos sentimientos. Después de 5 meses de casi continuo sufrimiento, el 4 de abril de 1919, primer viernes, a las 10:00 a.m., murió santamente el consolador de Jesús.

Santa Jacinta Marto nació el día 11 de marzo de 1910, era de clara inteligencia; ligera y alegre. Siempre estaba corriendo, saltando o bailando. Vivía apasionada por el ideal de convertir pecadores, a fin de arrebatarlos del suplicio del infierno, cuya pavorosa visión tanto le impresionó.

Una vez exclamó: ¡Qué pena tengo de los pecadores! !Si yo pudiera mostrarles el infierno!

Murió santamente el 20 de febrero, de 1920. Su cuerpo reposa junto con el de su hermano, San Francisco, en el crucero de la Basílica, en Fátima.


Jacinta y Francisco siguieron su vida normal después de las apariciones. Lucia empezó a ir a la escuela tal como la Virgen se lo había pedido, y Jacinta y Francisco iban también para acompañarla. Cuando llegaban al colegio, pasaban primero por la Iglesia para saludar al Señor. Mas cuando era tiempo de empezar las clases, Francisco, conociendo que no habría de vivir mucho en la tierra, le decía a Lucia, "Vayan ustedes al colegio, yo me quedaré aquí con Jesús Escondido. ¿Qué provecho me hará aprender a leer si pronto estaré en el Cielo?" Dicho esto, Francisco se iba tan cerca como era posible del Tabernáculo.

Cuando Lucia y Jacinta regresaban por la tarde, encontraban a Francisco en el mismo lugar, en profunda oración y adoración.

De los tres niños, Francisco era el contemplativo y fue tal vez el que más se distinguió en su amor reparador a Jesús en la Eucaristía. Después de la comunión recibida de manos del Ángel, decía: "Yo sentía que Dios estaba en mi pero no sabía cómo era." En su vida se resalta la verdadera y apropiada devoción católica a los ángeles, a los santos y a María Santísima. Él quedó asombrado por la belleza y la bondad del ángel y de la Madre de Dios, pero él no se quedó ahí. Ello lo llevó a encontrarse con Jesús. Francisco quería ante todo consolar a Dios, tan ofendido por los pecados de la humanidad. Durante las apariciones, era esto lo que impresionó al joven.

Más que nada Francisco quería ofrecer su vida para aliviar al Señor quien él había visto tan triste, tan ofendido. Incluso, sus ansias de ir al cielo fueron motivadas únicamente por el deseo de poder mejor consolar a Dios. Con firme propósito de hacer aquello que agradase a Dios, evitaba cualquier especie de pecado y con siete años de edad, comenzó a aproximarse, frecuentemente al Sacramento de la Penitencia.

Una vez Lucia le preguntó, "Francisco, ¿qué prefieres más, consolar al Señor o convertir a los pecadores?" Y él respondió: "Yo prefiero consolar al Señor. ¿No viste que triste estaba Nuestra Señora cuando nos dijo que los hombres no deben ofender más al Señor, que está ya tan ofendido? A mí me gustaría consolar al Señor y después, convertir a los pecadores para que ellos no ofendan más al Señor." Y siguió, "Pronto estaré en el cielo. Y cuando llegue, voy a consolar mucho a Nuestro Señor y a Nuestra Señora."

A través de la gracia que había recibido y con la ayuda de la Virgen, Jacinta, tan ferviente en su amor a Dios y su deseo de las almas, fue consumida por una sed insaciable de salvar a las pobres almas en peligro del infierno. La gloria de Dios, la salvación de las almas, la importancia del Papa y de los sacerdotes, la necesidad y el amor por los sacramentos - todo esto era de primer orden en su vida. Ella vivió el mensaje de Fátima para la salvación de las almas alrededor del mundo, demostrando un gran espíritu misionero.

Jacinta tenía una devoción muy profunda que la llevo a estar muy cerca del Corazón Inmaculado de María. Este amor la dirigía siempre y de una manera profunda al Sagrado Corazón de Jesús. Jacinta asistía a la Santa Misa diariamente y tenía un gran deseo de recibir a Jesús en la Santa Comunión en reparación por los pobres pecadores. Nada le atraía más que el pasar tiempo en la Presencia Real de Jesús Eucarístico. Decía con frecuencia, "Cuánto amo el estar aquí, es tanto lo que le tengo que decir a Jesús."

Con un celo inmenso, Jacinta se separaba de las cosas del mundo para dar toda su atención a las cosas del cielo. Buscaba el silencio y la soledad para darse a la contemplación. "Cuánto amo a nuestro Señor," decía Jacinta a Lucia, "a veces siento que tengo fuego en el corazón pero que no me quema."

Desde la primera aparición, los niños buscaban como multiplicar sus mortificaciones

No se cansaban de buscar nuevas maneras de ofrecer sacrificios por los pecadores. Un día, poco después de la cuarta aparición, mientras que caminaban, Jacinta encontró una cuerda y propuso el ceñir la cuerda a la cintura como sacrificio. Estando de acuerdo, cortaron la cuerda en tres pedazos y se la ataron a la cintura sobre la carne. Lucia cuenta después que este fue un sacrificio que los hacia sufrir terriblemente, tanto así que Jacinta apenas podía contener las lágrimas. Pero si se le hablaba de quitársela, respondía enseguida que de ninguna manera pues esto servía para la conversión de muchos pecadores. Al principio llevaban la cuerda de día y de noche, pero en una aparición, la Virgen les dijo: "Nuestro Señor está muy contento de vuestros sacrificios, pero no quiere que durmáis con la cuerda. Llevarla solamente durante el día." Ellos obedecieron y con mayor fervor perseveraron en esta dura penitencia, pues sabían que agradaban a Dios y a la Virgen. Francisco y Jacinta llevaron la cuerda hasta en la última enfermedad, durante la cual aparecía manchada en sangre.

Jacinta sentía además una gran necesidad de ofrecer sacrificios por el Santo Padre. A ella se le había concedido el ver en una visión los sufrimientos tan duros del Sumo Pontífice. Ella cuenta: "Yo lo he visto en una casa muy grande, arrodillado, con el rostro entre las manos, y lloraba. Afuera había mucha gente; algunos tiraban piedras, otros decían imprecaciones y palabrotas." En otra ocasión, mientras que en la cueva del monte rezaban la oración del Ángel, Jacinta se levantó precipitadamente y llamó a su prima: "¡Mira! ¿No ves muchos caminos, senderos y campos llenos de gente que llora de hambre y no tienen nada para comer... Y al Santo Padre, en una iglesia al lado del Corazón de María, rezando?" Desde estos acontecimientos, los niños llevaban en sus corazones al Santo Padre, y rezaban constantemente por él. Incluso, tomaron la costumbre de ofrecer tres Ave Marías por él después de cada rosario que rezaban.

La Virgen María no dejaba de escuchar las fervientes súplicas de estos niños, respondiéndoles a menudo de manera visiblemente. Tanto Francisco como Jacinta fueron testigos de hechos extraordinarios:

En un pueblo vecino, a una familia le había caído la desgracia del arresto de un hijo por una denuncia que le llevaría a la cárcel si no demostrase su inocencia. Sus padres, afligidísimos, mandaron a Teresa, la hermana mayor de Lucia, para que le suplicara a los niños que les obtuvieran de la Virgen la liberación de su hijo. Lucía, al ir a la escuela, contó a sus primos lo sucedido. Dijo Francisco, "Vosotras vais a la escuela y yo me quedaré aquí con Jesús para pedirle esta gracia." En la tarde Francisco le dice a Lucia, "Puedes decirle a Teresa que haga saber que dentro de pocos días el muchacho estará en casa." En efecto, el 13 del mes siguiente, el joven se encontraba de nuevo en casa.

En otra ocasión, había una familia cuyo hijo había desaparecido como prodigo sin que nadie tuviera noticia de él. Su madre le rogó a Jacinta que lo recomendará a la Virgen. Algunos días después, el joven regresó a casa, pidió perdón a sus padres y les contó su trágica aventura. Después de haber gastado cuanto había robado, había sido arrestado y metido en la cárcel. Logró evadirse y huyó a unos bosques desconocidos, y, poco después, se halló completamente perdido. No sabiendo a qué punto dirigirse, llorando se arrodilló y rezó. Vio entonces a Jacinta que le tomó de una mano y le condujo hasta un camino, donde le dejo, indicándole que lo siguiese. De esta forma, el joven pudo llegar hasta su casa. Cuando después interrogaron a Jacinta si realmente había ido a encontrase con el joven, repuso que no pero que si había rogado mucho a la Virgen por él.

Ciertamente que los prodigiosos acontecimientos de los que estos niños fueron protagonistas hicieron que todo el mundo se volviese hacia ellos, pero ellos se mantenían sencillos y humildes. Cuanto más buscados eran por la gente, tanto más procuraban ocultarse.

Un día que se dirigían tranquilamente hacia la carretera, vieron que se paraba un gran auto delante de ellos con un grupo de señoras y señores, elegantemente vestidos. "Mira, vendrán a visitarnos..." empezó Francisco. "¿Nos vamos?" pregunta Jacinta. "Imposible sin que lo noten," responde Lucía: "Sigamos andando y veréis cómo no nos conocen." Pero los visitantes los paran: "¿Sois de Aljustrel?" "Si, señores" responde Lucia. "¿Conocéis a los tres pastores a los cuales se les ha aparecido la Virgen?" "Si los conocemos" "¿Sabrías decirnos dónde viven?" "Tomen ustedes este camino y allí abajo tuerzan hacia la izquierda" les contesta Lucía, describiéndoles sus casas. Los visitantes marcharon, dándoles las gracias y ellos contentos, corrieron a esconderse.

Ciertamente, Francisco y Jacinta fueron muy dóciles a los preceptos del Señor y a las palabras de la Santísima Virgen María. Progresaron constantemente en el camino de la santidad y, en breve tiempo, alcanzaron una gran y sólida perfección cristiana. Al saber por la Virgen María que sus vidas iban a ser breves, pasaban los días en ardiente expectativa de entrar en el cielo. Y de hecho, su espera no se prolongó.

El 23 de diciembre de 1918, Francisco y Jacinta cayeron gravemente enfermos por la terrible epidemia de bronco-neumonía. Pero a pesar de que se encontraban enfermos, no disminuyeron en nada el fervor en hacer sacrificios.

Hacia el final de febrero de 1919, Francisco desmejoró visiblemente y del lecho en que se vio postrado no volvió a levantarse. Sufrió con íntima alegría su enfermedad y sus grandísimos dolores, en sacrificio a Dios. Como Lucía le preguntaba si sufría. Respondía: "Bastante, pero no me importa. Sufro para consolar a Nuestro Señor y en breve iré al cielo."

El día 2 de abril, su estado era tal que se creyó conveniente llamar al párroco. No había hecho todavía la Primera Comunión y temía no poder recibir al Señor antes de morir. Habiéndose confesado en la tarde, quiso guardar ayuno hasta recibir la comunión. El siguiente día, recibió la comunión con gran lucidez de espíritu y piedad, y apenas hubo salido el sacerdote cuando preguntó a su madre si no podía recibir al Señor nuevamente. Después de esto, pidió perdón a todos por cualquier disgusto que les hubiese ocasionado. A Lucia y Jacinta les añadió: "Yo me voy al Paraíso; pero desde allí pediré mucho a Jesús y a la Virgen para que os lleve también pronto allá arriba." Al día siguiente, el 4 de abril, con una sonrisa angelical, sin agonía, sin un gemido, expiró dulcemente. No tenía aún once años.

Jacinta sufrió mucho por la muerte de su hermano. Poco después de esto, como resultado de la bronconeumonía, se le declaró una pleuresía purulenta, acompañada por otras complicaciones. Un día le declara a Lucia: "La Virgen ha venido a verme y me preguntó si quería seguir convirtiendo pecadores. Respondí que si y Ella añadió que iré pronto a un hospital y que sufriré mucho, pero que lo padezca todo por la conversión de los pecadores, en reparación de las ofensas cometidas contra Su Corazón y por amor de Jesús. Dijo que mamá me acompañará, pero que luego me quedaré sola." Y así fue.

Por orden del médico fue llevada al hospital de Vila Nova donde fue sometida a un tratamiento por dos meses. Al regresar a su casa, volvió como había partido pero con una gran llaga en el pecho que necesitaba ser medicada diariamente. Mas, por falta de higiene, le sobrevino a la llaga una infección progresiva que le resultó a Jacinta un tormento. Era un martirio continuo, que sufría siempre sin quejarse. Intentaba ocultar todos estos sufrimientos a los ojos de su madre para no hacerla padecer mas. Y aun le consolaba diciéndole que estaba muy bien.

Durante su enfermedad confió a su prima: "Sufro mucho; pero ofrezco todo por la conversión de los pecadores y para desagraviar al Corazón Inmaculado de María"

En enero de 1920, un doctor especialista le insiste a la mamá de Jacinta a que la llevasen al Hospital de Lisboa, para atenderla. Esta partida fue desgarradora para Jacinta, sobre todo el tener que separarse de Lucía.

Al despedirse de Lucía le hace estas recomendaciones: ´Ya falta poco para irme al cielo. Tu quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al I.C. de María. Cuando vayas a decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del I.C. de María. Que las pidan a Ella, que el Corazón de Jesús quiere que a su lado se venere el I.C. de María, que pidan la paz al Inmaculado Corazón, que Dios la confió a Ella. Si yo pudiese meter en el corazón de toda la gente la luz que tengo aquí dentro en el pecho, que me está abrazando y me hace gustar tanto del Corazón de Jesús y del Corazón de María."

Su mamá pudo acompañarla al hospital, pero después de varios días tuvo ella que regresar a casa y Jacinta se quedó sola. Fue admitida en el hospital y el 10 de febrero tuvo lugar la operación. Le quitaron dos costillas del lado izquierdo, donde quedó una llaga ancha como una mano. Los dolores eran espantosos, sobre todo en el momento de la cura. Pero la paciencia de Jacinta fue la de un mártir. Sus únicas palabras eran para llamar a la Virgen y para ofrecer sus dolores por la conversión de los pecadores.

Tres días antes de morir le dice a la enfermera, "La Santísima Virgen se me ha aparecido asegurándome que pronto vendría a buscarme, y desde aquel momento me ha quitado los dolores. El 20 de febrero de 1920, hacia las seis de la tarde ella declaró que se encontraba mal y pidió los últimos Sacramentos. Esa noche hizo su última confesión y rogó que le llevaran pronto el Viático porque moriría muy pronto. El sacerdote no vio la urgencia y prometió llevársela al día siguiente. Pero poco después, murió. Tenía diez años.

Tanto Jacinta como Francisco fueron trasladados al Santuario de Fátima. Los milagros que fueron parte de sus vidas, también lo fueron de su muerte. Cuando abrieron el sepulcro de Francisco, encontraron que el rosario que le habían colocado sobre su pecho, estaba enredado entre los dedos de su manos. Y a Jacinta, cuando 15 años después de su muerte, la iban a trasladar hacia el Santuario, encontraron que su cuerpo estaba incorrupto.

El proceso de beatificación de los dos hermanos, Francisco y Jacinta, fue formalmente iniciado el 30 de abril de 1952, y culminado el 13 de mayo de 1989, cuando el papa Juan Pablo II aprobó las virtudes heroicas de los niños reconociéndoles como venerables.

Francisco y su hermana Jacinta fueron beatificados por el papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 2000, durante su visita al Santuario de Fátima y en presencia de la otra vidente, Lucía dos Santos. Su conmemoración se celebra el 4 de abril.

El 1 de mayo de 2009, en la peregrinación nacional de Acólitos de Portugal al Santuario de Fátima, Francisco fue oficialmente proclamado patrono de los acólitos portugueses.
El proceso de canonización fue oficialmente abierto el 14 de febrero de 2004, siendo canonizado por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017.

El cuerpo de Francisco se venera en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, uno de los edificios que conforman el complejo del Santuario de Fátima.


San José Sánchez del Río

Hoy 30 de Abril, Día del Niño en México, mi país, aprovecho la ocasión para rescatar información sobre un niño santo, un joven mártir que entregó su vida a Cristo y a María. San José Sánchez del Río, cariñosamente llamado San Josesito.


San José Sánchez nació en Sahuayo, Michoacán el 28 de Marzo 1913. Fue un joven cristero de 14 años de edad, procesado y ejecutado por oficiales del gobierno mexicano, durante la Guerra Cristera en México.

Al estallar la Guerra Cristera, en 1926, tras la legislación anticlerical promovida por Calles, los Cristeros, católicos que defendieron su fe, se levantaron, y sus hermanos se unieron a las Fuerzas Cristeras para la lucha; él también quería hacerlo, pero su madre y el General Prudencio Mendoza no se lo permitían, sin embargo, él insistía y convenció a su madre argumentando que “Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”.

José Sánchez no tomó parte activa en los enfrentamientos, pero portaba el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, uno de los símbolos católicos más arraigados en México, y tal vez en otros países.


El 6 de Febrero 1928, el caballo del Jefe Luis Guízar Morfín fue herido por unas balas, y es aquí donde ocurrió el acto heroico recordado por el Niño Cristero, ante el ataque de las tropas del gobierno, y para evitar que el Jefe Guízar sea capturado, José Sánchez le entrega su caballo y diciendo estas palabras: ““mi gene­ral, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más necesario y hace más falta a la causa que yo”. Así el General logra escapar y José es capturado, fue encerrado en el baptisterio de la iglesia de Santiago Apóstol en Sahuayo, lugar donde lo habían bautizado y  que había sido convertida en una cárcel y en caballeriza de las tropas del gobierno. Así el lugar donde fue bautizado se convirtió en su prisión.

Algo que se recuerda durante su cautiverio fue su reacción al ver el tabernáculo y el presbiterio de la iglesia donde estaba prisionero convertido en un gallinero donde se entrenaban los gallos de pelea del gobernador; José reaccionó con fuerza matando a los gallos, y sin miedo a las amenazas de muerte. Allí le dijo al carcelero: “la casa de Dios es para rezar, no para usarla como un establo de animales. Estoy dispuesto a todo. Puede fusilarme. Así me encontraré enseguida en la presencia de Dios y podré pedirle que le confunda”.

Fue cuestionado por Rafael Picazo Sánchez, su pariente y padrino de Primera Comunión, influenciado por el Presidente Calles y por su odio hacia la iglesia, para que renunciara a su fe, le hizo varias propuestas tentadoras como inscribirlo en la prestigiosa escuela militar del régimen e incluso mandarlo a Estados Unidos. Sin embargo él las rechazó. Entonces Picazo pidió a la familia la suma de 5 mil pesos de oro para su rescate. Su padre reunió el dinero, pero José le pidió que no pagara el rescate porque ya había ofrecido su vida a Dios y “su fe no estaba a la venta”. Fue entonces que inició la tortura, con el fin de que renunciara a su fe, le arrancaron la piel de las plantas de los pies con un cuchillo, pero no funcionó, pues el joven ya estaba entregado a Dios.


El viernes 10 de febrero lo sacaron de la parroquia al mesón general del ejército federal y lo obligaron a caminar así, descalzo con los pies desollados, hasta llegar al panteón Municipal. Durante todo el trayecto, José, iba soportando el intenso dolor y dando gritos y vivas a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe. Llorando pero a la vez rezando por el camino, le fue señalada su tumba y poniéndose al pie de ella fue sometido a ahorcamiento y acuchillamiento por sus verdugos. Uno de ellos, Rafael Gil Martínez apodado "El Zamorano", lo bajó del árbol donde había sido colgado y le preguntó: ¿Qué quieres que le digamos a tus padres? José respondió con voz de mucha fatiga: Que viva Cristo Rey y que en el cielo nos veremos. El verdugo sacó su pistola y lo mató de un tiro en la sien. Eran las 11:30 de la noche en Sahuayo, Michoacán.

Se recuerda que, cuando su familia se trasladó a Guadalajara, José fue a la tumba del abogado Anacleto González Flores, martirizado el 1 de abril de 1927. Allí el muchacho pidió a Dios poder morir como Anacleto en defensa de la fe católica. Y así fue como entregó su vida.


Fue beatificado por el papa Benedicto XVI el 20 de Noviembre de 2005, quedando el día 20 de Noviembre como el día de su memoria o celebración, junto con otros mártires beatificados al mismo tiempo. Sin embargo, y posiblemente por la importancia de esa fecha en México, se ha tomado como fecha para celebrar la memoria libre de san José Sánchez del Río el 10 de febrero, día en que fue ejecutado.
  
El 16 de octubre del 2016 el papa Francisco firmó el decreto que habilita su canonización. Fue canonizado por el papa Francisco el 16 de octubre de 2016 en Roma, junto a otros seis beatos, entre ellos el argentino Cura Brochero. 

Imagen de San Josesito, en el Santuario de la Virgen de Guadalupe, Ameca, Jalisco.
La vida del Niño Mártir José Sánchez del Río fue dada a conocer en la película mexicana Cristiada, en 2012.

Fuentes: Aciprensa y Wikipedia.


domingo, 29 de abril de 2018

El fruto de la vid

Nosotros, como Cristianos, estamos llamados a dar frutos de santidad, para lo cual debemos ser como los sarmientos unidos al tallo de la vid.

Nuestra fe en Jesucristo puede compararse con la planta de la vid, en la cual, Jesús es el tallo y nosotros simplemente las ramas del árbol, las ramas se mantienen con vida gracias al tallo, pues es el tallo quien lleva el alimento, los nutrientes y el agua a cada rama, la distribuye a cada rincón y de él todas las ramas se alimentan, pues si no están unidos, no les sería posible recibir el alimento, si una rama es cortada del tallo, la rama se seca, pues no puede alimentarse por sí sola, pero si se mantiene unida, la rama empezará a crecer, se llenará de hojas y en algún momento, cuando haya pasado el tiempo suficiente, empezará a dar sus frutos. La vida cristiana así es, Jesús es el tallo y nosotros las ramas unidas a él, si nos separamos, no podremos crecer, pero si nos mantenemos unidos a Jesús, en algún momento nuestra vida comenzará a dar sus frutos, y la manera de permanecer unidos, alimentarnos y crecer en nuestra fe es a través de los mandamientos que se resumen en dos frases:
  • Amar a Dios.
  • Amar al prójimo, unos a otros.

Es por esto que Jesús nos invita a amarnos unos a otros, a crecer y a permanecer siempre cerca de Él, a la conversión, a renunciar a aquello que intenta "cortarnos" del tallo (pecados) y seguirlo.

Hechos 9, 26-31.
Sal 21, 26b-27. 28. 30. 31-32. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
1 Juan 3, 18-24.
Juan 15, 1-8.

viernes, 27 de abril de 2018

10 consejos para ser feliz

Hace algunos años, en el 2013, tuve la mala suerte de ver fallecer a mi hermosa madre, y poco tiempo después tuve un sueño en el que ella apareció, recuerdo que iba llegando a mi casa después de un día un poco difícil de trabajo y ella me preguntó "cómo te fue" y yo le respondí "no muy bien, tuve un día difícil" y ella amablemente me invitó a sentarme en la cama donde estaba ella sentada y me dijo "pues bien, te diré 10 consjos para ser feliz" y así empezó, a de cirme uno por uno, y justo cuando me dijo el décimo un sonido me despertó y como ocurre con los sueños, éste empezó a desvanecerse de entre mis recuerdos inmediatos, y sólo alcancé a escribir 7 en un trozo de papel que en ese momento tuve a la mano, para completar la lista, tratando de hacer memoria para recordar los otros 3 que me faltaban, recordé 2 consejos y frases que ella me dijo en vida (consejos 6 y 10), ignoro si fueron los mismos del sueño, pero aún así los incluí. Unos meses más adelante, nuevamente mi madre se apareció en otro sueño, fugazmente, y me dijo un consejo más (el consejo 7, que me lo dijo en inglés por cierto, pero yo lo escribí en español). Y así completé esta lista de 10 consejos para ser feliz, el consejo número 3 originalmente era "no te olvides de tu madre" pero decidí reemplazarlo por otro consejo que ella siempre nos decía en vida y que de alguna manera me lleva a la frase anterior.

10 consejos para ser feliz
  1. Elige la compañía y estar a la orden de Dios.
  2. Ayuda a los demás, mas no hagas esfuerzo de más.
  3. Nunca te alejes de tu familia.
  4. Agradece lo que Dios te da, cuida lo que tienes.
  5. Cuida tu salud.
  6. Aléjate de todo aquello que te hace mal.
  7. Mantén la calma y haz tu mejor esfuerzo.
  8. Disfruta cada momento.
  9. Elige ser feliz.
  10. Recuerda que, a pesar de todo, la vida continúa su camino.

martes, 24 de abril de 2018

Jesusito de mi vida

Ésta es una oración sencilla para niños, para acercarse a Jesús y sentirse protegidos, puede utilizarse en las noches, junto con otras oraciones como el Ángel de la Guarda, antes de dromir; también en la mañana al despertar para encomendarse al Divino Niño Jesús y tener un buen día.

Jesucito de mi vida,
Tú eres niño como yo,
por eso te quiero tanto
y te doy mi corazón,
tómalo, tómalo,
tuyo es, mío no.



Ángel de la guarda

Una clásica oración que se acostumbra enseñar a los niños antes de dormir es la del Ángel de la Guarda, para mi gusto, una de las más hermosas oraciones y dice así:

Ángel de mi Guarda,
dulce compañía,
No me desampares,
ni de noche ni de día,
hasta que descanse
en los brazos de
Jesús, José y María.


Navegando por la red, buscando información sobre esta oración, me encontré con varias versiones que a continuación agregaré, cada una de ellas es especial y si usted lector o lectora, tiene hijos, puede elegir la que le guste más para ellos.

Ángel de mi Guarda,
dulce compañía,
No me desampares,
ni de noche ni de día,
si me dejas solo(a),
qué será de mí,
angelito mío,
ruega a Dios por mí.

Ángel de mi guarda, 
dulce compañía
no me desampares 
ni de noche ni de día
ruega por mi alma 
a la Virgen María.
Fuente: Catholic.net

Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares,
ni de noche ni de día,
no me dejes solo, 
que me perdería,
hasta que me pongas, 
en paz y alegría,
con todos los santos, 
Jesús y María,
te doy el corazón 
y el alma mía
que son mas tuyos 

que míos. Amen.
Fuente: la oración.com

Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día;
si me desamparas
¡qué será de mí!,
ángel de mi guarda
ruega a Dios por mí.
Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
ni de noche ni de día.
No me dejes solo
que me perdería,
con Dios me acuesto,
con Dios me levanto,
con la Virgen 

y el Espíritu Santo. Amén.

A los niños se les enseña a rezar esta oración antes de dormir, ya que es muy sencilla y corta, no es difícil que la aprendadn de memoria y puedan repetirla, y más adelante, analizar lo que sus líneas dicen. Es una forma en que el niño puede enfrentar los miedos al estar solo o a la oscuridad, recordar que el Ángel de la Guarda es nuestra protección y puede encomendarse a él, ya que el Ángel de la Guarda siempre estrá junto a su niño para cuidarlo y acompañarlo. Pero ¿Quién es el ángel de la Guarda?


Cada vez que nace un niño, nace también un ángel, aquien Dios le asigna una tarea muy especial, que es cuidar y proteger al niño o niña que ha nacido con él, durante toda su vida, por este motivo, al Ángel de la Guarda también se le conoce como Ángel Custodio, ya que se encargará de custodiar al niño durante toda su vida.

Aunque se acostumbra que el niño diga esta oración antes de dormir, no es exclusiva de este momento, ya que puede encomendarse a su Ángel en cualquier momento que lo necesite, por ejemplo al caminar hacia la escuela, especialmente si realiza el trayecto solo; para tener un buen día de escuela, un bun aprendizaje, o antes de un examen, cuando está en un ambiente o lugar desconocido o poco frecuente, como un campamento de verano o la casa de un familiar lejano, para sentirse en calma y recordar que su Ángel Custodio estará siempre a su lado.



Santa Mónica Bendita

Santa Mónica bendita Madre de San Agustín dame tu bendición que ya me voy a dormir, cuatro pies tiene mi cama, cuatro angeles estan de guardia, San pedro, San pablo, Maria Santisima y El Señor Sacramentado, Madre mia de los Dolores si me duermo cuidame, si me muero velame con los once velos de la Santisima Trinidad, Jesucristo de mi vida dueño de mi corazon perdoname mis pecados ya tu saves los que son, oyeme en la penitencia y dame tu absolucion dame paz en esta vida y en la otra la salvacion. Amen.


San Jorge Bendito

San Jorge Bendito, amarra a tus animalitos con un cordón bendito para que no nos piquen ni a mí ni a mis hermanitos.

Alguna vez habrás escuchado esta oración, muy fácil de aprender y especial para iniciar a los niños hacia la vida católica, como fue en mi caso y seguramente el de muchos otros, aunque yo conocía esta oración de otra forma:

San Jorgito Bendito, amarra a tus animalitos para que no me piquen mi cuerpecito.

Según se cuenta, San Jorge fue un caballero de la edad media que pudo vencer a un Dragón, así entonces podrá vencer con mayor razón a los animales que podrían lastimarnos. Y así nace esta devoción, como una esperanza de acabar con lo maligno.


Esta es mi interpretación personal:

El dragón es una manera de representar el pecado, el peligro, ¿qué puede haber más tenebroso que un enorme dragón que escupe fuego y que te ataque constantemente?

San Jorge, al ser capaz de vencerlo, será capaz de vencer otro tipo de “dragones” o “animales” que nos acechan o nos “pican” y estos serían las envidias, chismes, malos testimonios, mentiras, enojos, malos juicios, en fin, todo aquello que nos pone en peligro de pecado.


Oraciones para niños



domingo, 22 de abril de 2018

Orar por las vocaciones

Este 4o. Domingo de Pascua, 22 de Abril 2018, se nos invita a hacer oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que nuestro Señor les dé la sabiduría para dirigirse al pueblo y guiarlo hacia la conversión y hacia la vida; los sacerdotes lelvan una consigna muy grande, que es la salvación de varias almas, mostrar que el camino de Jesús es la salvación y que Él es nuestro único Señor y Salvador; pero desafotunadamente son perseguidos y hasta asesinados, destruyendo así este Plan de Salvación.

Recordemos que en nuestro interior está la bondad del Dios, si todos fuéramos capaces de sentirla, este mundo sería mejor. Recibamos a Jesús y seremos merecedores del Reino de los Cielos, es importante reconocerlo y Él se manifestará libremente en cada uno de nosotros. La obra de Dios no se detiene, ya que es una promesa. 

Jesús es el Buen Pastor que entrega su propia vida por sus ovejas, y nosotros somos sus ovejas, nos conoce por nuestro nombre y nos habla para guiarnos por buen camino, en un diálogo entre el Padre y el Hijo, en el cual nosotros estamos incluidos.

Nos llevamos la tarea de la importancia de estar en frecuente oración por los sacerdotes y las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras.

Hechos 4, 8-12.
Salmo 118, 1, 8-9, 21-23, 26, 28-29.
1 Juan 3, 1-2
Juan 10, 11-18.

Bendición del canto

Señor, te alabamos y te bendecimos, en ti confiamos, permítenos crecer en tu amor y por tu amor guía nuestros pasos para que sean firmes. Gracias te damos, Señor, por el don del canto y de la música, a través de los cuales te queremos glorificar y adorar. Une a tu Sagrado Corazón y al Inmaculado Corazón de María nuestras manos, nuestras voces, nuestras gargantas y nuestros labios para que cada palabra que salga de ellos, cada instrumento que utilicemos, cada sonido emitido, cada oración y cada canto, sea reflejo vivo de tu luz que llegue al corazón de nuestros hermanos para iluminarlos, transformarlos y acercarlos a ti; transforma nuestros corazones, nuestros pensamientos y nuestras decisiones para en todo servirte a ti, para mayor gloria de tu nombre y edificación de tu pueblo. Amén. 

¿Cómo nació esta oración?

En un par de ocasiones cuando asistí, junto con mis compañeros del Ministerio de Música Aleluya, a encuentros de Música Católica con el Ministerio Jésed, en la ciudad de Mexicali, hemos recibido valiosos consejos, comentarios y desde luego, oraciones, y al juntarlas y ordenarlas fue como se obtuvo ese resultado.

El primer encuentro sucedió el día 29 de Abril 2017, en el concierto de Alabanza y Adoración VEN AHORA A CRISTO, presentado por el Ministerio de Música Jéssed y con la participación del Ministerio Mandato de Dios. Al finalizar el concierto, Ana de Carranza, del Ministerio Jésed, nos da este sabio consejo: 

“La clave de todo está en la perseverancia, y sobre todo en confiar en Él, dejarse guiar por su amor.”

El segundo encuentro fue el día Sábado 25 de Noviembre 2017, durante otro concierto católico por parte del Ministerio Jésed como invitados especiales en la Iglesia Mater Dolorosa, por el motivo del cuarto aniversario del grupo de adoradores de esa parroquia, y nuevamente Ana nos da un consejo: 

"Siempre canten al Señor, nunca dejen de cantarle al Señor, para poder llegar a los coraznes de las personas y crezcan con el Amor de Dios."

Además, entre ambos grupo compartimos la siguiente oración, que dio cuerpo a la oración presentada al inicio de este texto: 

"Te alabamos y te bendecimos, por medio de la música te queremos adorar, gracias por el don del canto Señor, unge nuestros corazones, nuestros labios, nuestros pensamientos y nuestras decisiones para en todo servirte a ti, para mayor gloria de tu nombre y edificación de tu pueblo.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad Señor así en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos de todo mal. Amén."

Oración vocacional

Esta oración la he encontrado en varios sitios con algunas variantes, principalmente donde menciona a La Virgen María, en la mayoría de las veces en su advocación de Guadalupe, aunque en otras se emplea la palabra Inmaculada o cambia la advocación. Personalmente no sé si ese cambio es permitido.

Escribiré dos versiones de la oración, donde en la primera de ellas se menciona a la Virgen de Guadalupe.

¡Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas! Dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada. Señor, gemimos en la orfandad. Danos vocaciones. Danos sacerdotes y religiosos santos. Te lo pedimos por la intercesión de Santa María de Guadalupe, tu dulce y santa Madre. ¡Oh, Jesús, danos sacerdotes y almas consagradas, según tu corazón! Amén.

Oh, Jesús, Pastor eterno de las almas, dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada. Señor, necesitamos mayor número de sacerdotes, multiplica las vocaciones y santifica más y más a nuestros sacerdotes. Te lo pedimos por la intercesión de la Inmaculada Virgen María, tu dulce y santa Madre. Oh, Jesús, danos sacerdotes según tu corazón. Amén.

Hay un canto basado en esta oración que hemos utilizado en Post Comunión durante algunas misas. El audio fue grabado durante una misa por el Ministerio de música Shaddai.

En la letra menciona a la Virgen de Guadalupe, pues a esta advocación mariana se hace referencia, sin embargo, he encontrado la oración con la palabra Inmaculada, así mismo en alguna ocasión escuché este canto utilizando esta misma palabra al final (por lo que la he colocado entre paréntesis debajo), aunque no sé hasta qué punto es permitido cambiar la letra del canto según la advocación a la que se desee hacer referencia.

      B           E           B
Oh Jesús pastor eterno de las almas
      B    E        F
dígnate mirar con amor
  B         E    B
a ésta tu grey amada
       C#                 F
que sedienta esta de tu amor.

 E          F#    B     G#m
Danos sacerdotes santos,
      C#m    F#          B  B7  
religiosos y laicos también;
         E          F#      B 
te lo pedimos por María la Virgen
   G#m      C#m    F#  
tu madre santísima
         B  B7
de Guadalupe.
(Inmaculada)

      B   E          B
Oh Jesús danos vocaciones
   B   E      F
según tu corazón;
   B          B
envía Señor Operarios
       C#         F
a tu mies, a tu mies

E          F#    B     G#m
Danos sacerdotes santos,
      C#m    F#          B  B7  
religiosos y laicos también;
         E          F#      B 
te lo pedimos por María la Virgen
   G#m      C#m    F#  
tu madre santísima
         B  B7
de Guadalupe.
(Inmaculada)




Oración a la Santísima Trinidad

Dios Santo, Poderoso, Inmenso, desde el trono de tu Majestad dirige una mirada compasiva a este gusano de la tierra que postrado y lloroso demanda tu clemencia: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria, y en medio de tanta grandeza ¿escucharás mis gemidos?, Sí, porque sólo Tú eres mi Dios y porque así al proclamar Dios Padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo, en ti pongo mi fe, confieso mi redención y espero el cumplimiento de tu palabra.

¡Con cuánta ternura, Señor, repetiré: Santo, Santo, Santo!, mi corazón se dilata y siente un regocijo extraordinario, mi fe aumenta de tal manera que estoy seguro y cierto de que hoy seré feliz, pues mi lengua y mis labios han pronunciado constantemente: Santo, Santo, Santo; la peste no emponzoñará mi pobre aliento, la desnudez, la miseria y el hambre no llegarán a mis puertas; el rayo no caerá sobre mi cabeza; el huracán, la centella, el temblor y el incendio me respetarán, y mis enemigos temblarán en mi presencia, pues verán en mi frente el auxilio divino; mi lengua y mis labios, que te han alabado, estarán tranquilos, en mi corazón reinará la paz, la resignación y la conformidad en todo con tu suprema voluntad. En mis enfermedades, en mis penas, en mis angustias, en mis condolencias, siempre repetiré Santo, Santo, Santo, este dulce nombre será mi escudo.

Dios mío ten piedad de mí, de todos los míos, sé mi amparo y concédeme que no se separe de mis labios vuestra alabanza; y que si hoy fuese llamado a juicio, tenga en mi favor haber repetido constantemente: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios de los ejércitos, llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbrame Señor de todo mal, de vivir y morir en pecado mortal. 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbrame Señor de todo mal, de vivir y morir en pecado mortal. 

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, líbrame Señor de todo mal, de vivir y morir en pecado mortal. Amén.





Magnificat

El Magnificat, también conocida popularmente como la Magnífica o la Magnifica, es un canto y una oración cristiana. Proviene del evangelio de Lucas 1;46-55 y repite las palabras que María dirige a Dios en la visita a su prima Isabel, madre de Juan Bautista y esposa de Zacarías. El nombre de esta oración proviene de la primera frase en latín: Magnificat anima mea Dominum.


Magnifica mi alma al Señor y mi espíritu se llena de increíble gozo al contemplar la bondad de Dios, nuestro Salvador, porque ha puesto su mirada en su humilde sierva  y desde hoy seré nombrada dichosa en todas las generaciones, pues aquel cuyo nombre es infinitamente Santo y es todo poderoso ha hecho para mi cosas maravillosas, su misericordia se extiende de generación en generación, sobre todo aquel que le teme. 

Hizo prodigioso su brazo para disipar el orgullo de los soberbios, destronó a los poderosos y elevó a los humildes, llenó de bienes a los necesitados y despojó a los ricos de sus pertenencias. Exaltó a Israel, su siervo, acordándose de él por su misericordia y bondad. Tal como lo había prometido a nuestro padre Abraham y a toda su descendencia.

Aquel que es todopoderoso y cuyo nombre es infinitamente Santo, cuya misericordia se extiende por todas las generaciones, nos libre de todo mal. Amén.