viernes, 18 de mayo de 2018

Jesús o Barrabás

De Barrabás poco se sabe. Era un preso famoso que en una sedición había cometido un homicidio, condenado por un motín y por un homicidio. ¿Era un bandido, un malvado, un terrorista o un nacionalista extremo? Poco importa, pero lo cierto es que se trata de un hombre para el cual cualquier medio vale con tal de conseguir sus fines, el contraste con Jesús inocente es más que notable. Barrabás va a ser comparado con Cristo, el pueblo podrá elegir al que juzgue mejor de los dos. Aquel hombre, sin proponérselo, se convierte en símbolo de lo que había dicho Jesús: el que no está conmigo, está contra mí.

Pilato ofreció una alternativa al pueblo: liberar a Jesús o liberar a Barrabás. ¿Por qué no los dos si realmente quiere salvar al inocente cercado por los envidiosos? El pueblo eligió a Barrabás en un acto que al principio parecía misericordioso, el mal se revestía de bien una vez más, pero acabó pidiendo la muerte del inocente Jesús; y la pidieron a gritos, para acallar mejor la voz de la conciencia.



Los hechos ocurrieron así: Pilato en vez de salir en defensa abierta del inocente, como era su deber y se lo dictaba la conciencia, no quiere enfrentarse con los sanedritas. Pretende una jugada política ingeniosa: que sea el pueblo quien libere a Jesús. Es muy posible que sus medios de información fuesen buenos y le constase que Jesús era bien visto entre la gente del pueblo. Pero Pilato era mal psicólogo, desconocía el corazón humano, ignoraba la hondura de la envidia de los enemigos del Señor, y desconocía también la debilidad del pueblo que, a pesar de sus palabras y de sus milagros, no se ha atrevido a creer decididamente a Jesús. Y los hechos sorprendieron al débil ignorante.

Así lo narran los Evangelios: En el día de la fiesta acostumbraba a soltarles uno de los presos, el que pedían. Había uno llamado Barrabás, apresado con otros sediciosos, que en una revuelta había cometido un homicidio. Mateo añade que era un preso famoso, y Juan dice que era ladrón.

Pilato debió pensar que la liberación de Jesús era segura, pues era patente la envidia de los acusadores, así como los delitos de Barrabás. El contraste entre Jesús bueno y muy querido por el pueblo con el delincuente Barrabás era muy grande. Lo lógico era que pidiesen la liberación de Jesús, Pilato pensaría que así conseguía quedar bien con todos sin comprometerse demasiado.

Todo cuadraba. Pero le faltaba un dato no pequeño, aquella no era una cuestión ordinaria sino de fe. Decidirse por Jesús significaba aceptar su mesianidad. Elegir a Barrabás no significaba nada y se volvía a dejar a Jesús en manos del odiado romano para que él decida condenarle o no. La perplejidad debió recorrer al pueblo por el inesperado giro que tomaban los acontecimientos. Tenían que elegir. Pilato había planteado la cuestión llamando a Jesús rey de los judíos y también el llamado el Cristo. La cuestión era clara no cabían medias tintas.

La multitud se debate en la perplejidad. ¿A quién elegimos? ¿qué dices tú, y tú?, ¿qué dicen los sacerdotes?, ¿y Anás? ¿y Caifás? Los sacerdotes y los príncipes de los ancianos toman partido claro contra Jesús, sus seguidores agitarían al pueblo. Pilato se retira y les deja tiempo para pensar; es entonces cuando su mujer le comunica que ha tenido un sueño intentando que dejase libre a ese justo. Pilato se inquieta. La muchedumbre se debate de un modo cada vez más apasionado.

Pero centrémonos en Barrabás. Algunos códices de los Evangelios recogen su nombre completo que sorprendentemente es Jesús Barrabás. La palabra Barrabás tiene dos posibles significados, una es "hijo del padre", otra es “hijo de nuestro maestro", curiosa coincidencia, como si la opción entre uno y otro fuese el signo de elegir entre el Padre Dios o el padre de la mentira. Por un lado está Jesús el Hijo de Dios vivo, el Mesías, el Rey que viene a traer la salvación del mundo; y por otro Jesús Barrabás simbolizando lo opuesto a Dios. Con criterio sobrenatural se podía solucionar muy correctamente la cuestión. Por justicia se concede la libertad al inocente, y por misericordia se indulta al culpable. Plantear la elección como si fuesen iguales es una injusticia, pues es como elegir entre un inocente y un culpable o más radicalmente elegir entre Dios o el hombre. Lo correcto es elegir a Dios y al hombre. Pero la debilidad de Pilatos y la incredulidad de los judíos llevaron a una alternativa llena de riesgos y de trampas.

¿Qué pensó Barrabás en ese momento? No es difícil imaginar cuanto deseaba ser indultado. Confiaría en sus amigos, los cuales se levantaron con él en la sedición contra los romanos. No pensaría mucho en la inocencia de Jesús, sino en ese indulto que dependía del capricho de las masas o de la habilidad de sus amigos. Pero pensaría también en sus muchos enemigos, en aquellos que habían sido víctimas de sus robos. Por otra parte, miraría a Jesucristo, bien sabía que sólo hacía cosas buenas, conocería sus milagros, quizá pensase que entraba dentro de lo posible que hiciese un prodigio y todas sus esperanzas se desvaneciesen. Este que se llamaba el Cristo tenía muchos amigos, pero éstos no habían aparecido. Miraría con ardor a la multitud que se congregaba cada vez en mayor número ante el pretorio, y se sorprendería del silencio del llamado Cristo.

Los minutos pasaban, la muchedumbre se va decantando poco a poco hacia Barrabás. Hasta que Pilato vuelve al sitial de justicia y pregunta ¿A quién queréis que os suelte?;parece convencido de que su juego político le hará salir bien de aquel embrollo, pero escucha con asombro que ellos dijeron: A Barrabás. La primera elección está hecha; piden la libertad de un preso, pero en realidad están pidiendo la ejecución de un inocente. Pilato queda desconcertado, no puede creer lo que oye: piden la libertad de un criminal en lugar de un inocente, el mismo que siempre les hizo tanto bien, y entonces lanza la inútil segunda pregunta, manifestación de su debilidad: ¿Qué haré entonces con Jesús, el llamado Cristo?

Lo que tenía que hacer estaba claro: dejar a Cristo libre, pero una cuestión mal planteada no tiene fácil arreglo. Y la muchedumbre grita con furor, pues no quiere reconocer a Cristo como el Mesías e intuye la debilidad de carácter de Pilato gritan para doblegarle pues no quieren que salgan a la luz las verdaderas razones: Crucifícale, crucifícale.

Pilato no saldría de su asombro. Más lógico sería la petición de dar libertad a los dos, o que siguiese el juicio, o que le arreste, o cualquier otra pena; pero pedir la muerte más ignominiosa es demasiado, no puede creerlo. Como si la lógica fuese muy frecuente en los humanos cuando se da una cuestión importante. Por eso por tercera vez les dijo: 'Pues ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ninguna causa de muerte; así que le pondré en libertad después de castigarlo". Pero ellos insistían, pidiendo a grandes voces que fuese crucificado y sus voces se imponían. Lo que empezó con un indulto sagaz, sigue con gritos de muerte y continúa con grandes voces que intentan acallar con rabia la voz de la conciencia.

Pilato descubrió tarde que había cedido demasiado, había transigido contra la justicia, y ahora se encontraba con una masa enfurecida incapaz de entrar en razón. Empezó con la debilidad de jugar con la política y con los cálculos humanos y acabó con un pecado grave. Todavía podía recurrir a la fuerza y actuar según la justicia, pero no lo hace: ha tenido demasiadas debilidades. La multitud lo mismo: empezó con duda y perplejidad, cedió un poco a los agitadores y una vez hecha la primera cesión siguió la locura de pedir la crucifixión para el Maestro bueno. Estos son los hechos.

“No dramaticemos interesadamente algo muy sencillo y cotidiano, que no es más teatral que la vida misma: debidamente interrogados por el que manda, que se declara neutral y se lava las manos, con plena libertad de elegir -vosotros lo habéis querido-, se dice sí al malhechor y se condena al Justo. No hay que darle más vueltas, lo importante no es Barrabás, sino los que gritan su nombre”.

Jesús experimenta el desprecio de los suyos. Se desprecia a quien no se ama. Si antes hubo amor se puede llegar a odiar con una fuerza extraña. Jesús siente ese odio que antes fue amor en muchos y un dolor agudo entra en su alma. Jesús se ve despreciado por unos hombres a los que ama uno a uno, y también ve el abismo al que se arrojan aquellos que le rechazan.

Pero no miremos estos hechos como lejanos en la historia, como si no nos afectasen a nosotros. El pecado de todos y cada uno de los hombres es el que crucifica a Cristo. Aunque nos pese -y pido a Dios que nos aumente el dolor-, tú y yo no somos ajenos a la muerte de Cristo, porque los pecados de los hombres fueron los martillazos, que le cosieron con clavos al madero. El pecado mortal es la causa de la condena y Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Esta es la gravedad del pecado: ofender a Dios, matarlo, crucificarle.

El pecado más radical es el enfrentamiento cara a cara frente a Dios. Así fue el pecado de Satanás. Así es el pecado contra el Espíritu Santo. Entre los hombres es difícil encontrar un grado de malicia tan consciente, orgulloso, rebelde y radical. Lo más habitual es que el pecado se presente revestido de apariencias de bien. Esas apariencias engañan y llevan a la elección libre contra la Voluntad de Dios.
No se llega a un pecado mortal de repente, suele ir precedido de pecados veniales, de cesiones y omisiones. Una elección lleva a otra. Muchas elecciones seguidas crean una costumbre. La costumbre empuja a elegir según la inclinación que se ha creado en el alma. Esto es lo que ocurrió en la elección de Barrabás. Elegían la libertad de un desgraciado delincuente, pero detrás estaba la alternativa de rechazar la libertad de un inocente: el pecado se reviste de algo que se presenta como menos malo.

Ahí está la gravedad del pecado venial: inicia un proceso difícil de controlar. Un pecado venial es una ofensa leve contra Dios. Puede ser por la materia, por inadvertencia o por un consentimiento menos libre. Pero todo pecado venial es una elección contra Dios; éste es el problema. Primero es uno, luego varios, luego se adhiere una costumbre equivocada, se instala la tibieza en el alma, y deslizándose por ese plano inclinado van aumentando las desviaciones, hasta que la telaraña del pecado mortal apresa al incauto, que no supo cortar a tiempo los hilillos que acaban quitándole la vida de la gracia al aumentar su número y su red de compromisos.

Santa Teresa enseña que cuando no sintáis disgusto por una falta que se haya cometido, hay que temer siempre porque el pecado, aunque sea venial se debe sentir con dolor hasta lo profundo del alma. Por amor a Dios, procura con toda diligencia de no cometer jamás un solo pecado venial, por pequeño que sea. ¿Qué cosa puede ser pequeña siendo ofensa de una tan grande majestad? Hay una gran sensibilidad en sus palabras. Cabe pensar que es cuestión de personas muy avanzadas en el camino de santidad, pero no es así, ¿acaso no ocurre lo mismo en los amores humanos? ¿no duele una mala cara, o un olvido, o un desprecio, o no ser amado como se esperaba, o ser abofeteado por el propio hijo? Si se piensa que sólo es cosa de seres especiales, será porque tampoco se valora el amor o los desprecios de los seres queridos, o ya se vive alejado de Dios.

El pecado venial disminuye la caridad, introduce la tibieza, debilita las fuerzas del alma. Hiere en aquello en que se peca. Tráeme una persona que ame y entenderá lo que digo decía San Agustín y añadía: Dame un varón de deseos, a uno que tiene hambre, a uno que va peregrinando, y siente la sed del desierto y suspira por la fuente de la patria eterna, tráeme a ese hombre y entiende lo que digo. Pero si hablo con un hombre frío no sabe lo que hablo.

La lucha debe ponerse incluso en superar las imperfecciones. El hombre con ansia de amor quiere evitar lo que sea desamor o imperfección, y los pecados veniales son peores que las imperfecciones. Sería un error no preocuparse en los pecados veniales por el hecho de no tener como pena el infierno con sus penas eternas. Es cierto que no se va al infierno quien muere sólo con pecados veniales, pero también lo es que necesitará la purificación del purgatorio, y que el pecado mortal puede entrar, de una manera traicionera, por el portillo que han abierto los pecados veniales, activos como virus o parálisis progresiva.

Newman veía así la malicia de los pecados veniales: ¡Dios mío, qué pago te damos los hombres, y yo en particular, con el pecado! ¡Qué horrible ingratitud la nuestra! Tú tienes derechos sobre mí: te pertenezco completamente, Dios mío. Eres el Creador Todopoderoso: yo soy obra de tus manos y propiedad tuya... mi único deber es servirte. Reconozco, Dios mío, haber olvidado, todo esto. son innumerables las veces que he obrado como si fuera dueño de mí mismo, portándome como un rebelde, buscando no la tuya sino mi propia satisfacción. Me he endurecido hasta el punto de no darme cuenta ya de mi error, de no sentir ya horror al pecado, de no odiarlo ya y temerlo, como debiera. El pecado no produce en mí ni aversión ni repugnancia: al contrario, en lugar de indignarme como de un insulto dirigido a ti, me tomo la libertad de juguetear con él, y aunque no llego a pecar gravemente, me adapto sin gran dificultad a faltas más leves. ¡Dios, que espantosamente distinto estoy de como debiera ser!

Barrabás es un hombre que se cruzó en la vida Cristo. Fue utilizado por un hombre débil y salvado por hombres también débiles. Su salvación llevó a los que le defendían al pecado gravísimo de condenar a un inocente. Pilato y el pueblo no rechazaron las componendas con el mal y cayeron en acciones repugnantes para cualquier conciencia, y más para ellos que sabían bien lo que hacían.

Señor, que no elija a nada ni nadie antes que a Ti, que aborrezca el pecado venial.

Fuente: Wanadoo.


miércoles, 16 de mayo de 2018

¿Da más importancia el Santo Rosario a María que a Dios?

Nosotros los católicos estamos acostumbrados a rezar el Rosario y sentimos un gran gozo al rezarlo diariamente. Pero no todos ven en el Rosario una oración agradable a Dios. Los protestantes incluso suelen alegar que es una oración donde se da más importancia a María que al mismo Dios. Su forma de razonar es bastante simple: por cada Padre Nuestro hay 10 Ave María, por tanto, se le da a María diez veces más importancia que a Dios.

Ahora bien, ¿Tienen los protestantes razón en su rechazo a la oración del Rosario? Veamos:

Lo primero que habría que hacer notar es el gran error al tratar de entender que en cada Ave María se honra a la Virgen y no a Dios. En cada Ave María, no solo se repite el saludo del Ángel a María [Lucas 1, 26-28], sino que también se repite las palabras que el Espíritu Santo inspiró en su prima Isabel: 

"Bendita entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre" [Lucas 1, 42]

¿Y cuál es el fruto de su vientre? Jesús. Por tanto, si en cada Ave María se bendice al Señor, no se puede decir que en ellas no se honra a Dios, puesto que, como todos sabemos, Jesús es Dios.

En la segunda parte del Ave María, se le pide la intercesión ante su hijo: "Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte". Nuevamente no se trata de una oración que deje a Jesús, quien es también Dios verdadero, de lado.


Por otro lado, los protestantes suelen olvidar que todo el rosario se reza meditando los misterios del Evangelio y la mayoría de ellos se centran en la vida de Cristo. Recordémoslos:

Misterios gozosos (lunes y sábado):
  1. La Encarnación del Hijo de Dios. 
  2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa Isabel. 
  3. El Nacimiento del Hijo de Dios. 
  4. La Purificación de la Virgen Santísima.  
  5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.
Misterios dolorosos (martes y viernes):
  1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto.
  2. La Flagelación del Señor.
  3. La Coronación de espinas.
  4. El Camino del Monte Calvario. 
  5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
Misterios gloriosos (miércoles y domingo):
  1. La Resurrección del Señor.
  2. La Ascensión del Señor. 
  3. La Venida del Espíritu Santo. 
  4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
  5. La Coronación de la Santísima Virgen.
Misterios luminosos (jueves):
  1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
  2. La Autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
  3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
  4. La Transfiguración.
  5. La institución de la Eucaristía.
Prácticamente todos los misterios se refieren a los eventos importantes de la vida de nuestro Señor Jesucristo narrados en el Evangelio. El que reza el Rosario diariamente medita cada semana sobre todos los momentos importantes de la vida del Señor. ¿Todavía se puede decir que no es Cristo-céntrico, o que deja a Dios en segundo lugar?

El cumplimiento de una profecía

Con el rezo del Rosario también se da el cumplimiento sus palabras inspiradas por el Espíritu Santo y recogidas por la Escritura: "Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada" [Lucas 1,48]

No es precisamente gracias al protestantismo que se cumple diariamente esa profecía, porque aunque alguno podrá a admitir que María era bienaventurada si se le pregunta directamente, eso no es lo que predice la profecía:

DESDE AHORA: Desde ese momento en adelante…
TODAS LAS GENERACIONES: Generación, tras generación del pueblo de Dios...
ME LLAMARÁN BIENAVENTURADA: La llamarán de ese modo. No dice que sabrán que es bienaventurada, sino que la LLAMARÁN así. Es lo que hacemos los católicos cuando decimos el Ave María: “¡Bendita eres entre las mujeres!”.

El problema raíz es que los protestantes no entienden algo que ya María entendía en aquel tiempo respecto a lo que hacemos los católicos cuando la veneramos: Toda honra a ella honra primeramente a Dios que es quien ha hecho maravillas en ella: 

"Ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque HA HECHO EN MI FAVOR MARAVILLAS EL PODEROSO, Santo es su nombre." [Lucas 1,48-49].

Es Dios el que ha hecho en su favor MARAVILLAS, es Dios el que la ha hecho bienaventurada, bendita entre todas las mujeres. Hay protestantes que opinan que es una mujer cualquiera. La Biblia no enseña lo mismo.


No quitamos gloria a Dios para dársela a la Santísima Virgen María. Damos gloria a Dios por lo que ha hecho en ella. 

¡Bendita eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!



Apologética Católica

La Apologética es la parte de la teología que busca explicar lo que creemos y hacemos como católicos y, asimismo, expone los errores para proteger la integridad de la fe (Aciprensa).

Ya que es importante conocer nuestra religión y nuestra fe Cristina Católica, y también es importante conocer las sectas "cristianas" y de otra denominación, en este apartado se ofrecen diferentes artículos enfocados en defender nuestra fe.

La Iglesia y la doctrina

El Papa y los Sacerdotes

La Santísima Virgen María


sábado, 12 de mayo de 2018

Devoción de invocar 1000 veces a Jesús

El Nombre de Jesús significa Salvador. Éste viene del cielo. A San José se lo manifestó un ángel en sueños [Mateo 1, 21] y a la Santísima Virgen, el arcángel Gabriel en el momento de la Anunciación [Lucas 1, 31-33]. El poder de intervención y la majestad de este Nombre es milagroso, porque está sobre todo nombre y ante el cual se arrodilla todo ser, en los cielos, en la tierra y en los infiernos. 

Esta devoción consiste en invocar el Nombre de Jesús mil veces para expulsar de nuestra casa a las huestes malignas. La oración se reza utilizando una camándula (rosario), dándole 20 vueltas a las 50 cuentas para así llegar a mil. Para venerar este Nombre Sagrado, como testimonio del triunfo del bien sobre el mal, se hace frente a un altar, con una cruz bendita en medio que puede ser de madera o de ramos de olivo o utilizamos alguna que tengamos en casa, dos velas, flores y un poco de agua bendita
 

Tradicionalmente, para rezar los mil Jesús, las familias se ayudan con granos de frijol o de maíz para contar cada una de las 20 vueltas que hay que rezar con la camándula. Hay otros que prefieren hacer rayas con lápiz y papel, marcando una vez cada 50 o 100 veces pronunciado el nombre (es decir, se marca una raya cada vez que se completa una vuelta o dos vueltas a la camándula); pero en general hay alguien encargado de hacer la cuenta para que se llegue hasta mil.

Devoción a los 1000 Jesús

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Señor mío, Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Tú quien eres y porque te amo sobre todas las cosas, me arrepiento de todo corazón de todo lo malo que he hecho y de todo lo bueno que he dejado de hacer, porque pecando te he ofendido a Ti, que eres el sumo bien y digno de ser amado sobre todas las cosas.

Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados. Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir de las ocasiones de pecado, hacer una buena, sincera y profunda confesión (sin omitir ningún pecado cometido) y comulgar con la mayor frecuencia posible. Señor, por los méritos de tu pasión y muerte, apiádate de mí, y dame tu gracia para nunca más volverte a ofender. Amén.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Al iniciar cada decena:

Santísima Cruz, mi abogada has de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio me tentare, le diré: Satanás, Satanás, conmigo no contarás ni tendrás parte en mi alma, porque dije mil veces (en cada cuenta repetir el nombre) Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús.

En las siguientes decenas:

Vete Satanás, a mi casa no entrarás, en nuestros corazones no reinarás porque el Día de la Santa Cruz diremos mil veces (en cada cuenta repetir el nombre) Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús, Jesús.

Al terminar una vuelta completa al rosario o camándula (al decir Jesús 50 veces):

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Y se inicia otra vez la secuencia anterior.

Al terminar las 20 vueltas de la camándula:

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, vénganos tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a quien nos ofende, no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal. Amén.

Dios te salve María, llena de gracia, el Señor está contigo. Bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 

Gloria al padre, gloria al hijo, y gloria al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Jesús, Jesús, Jesucristo. Jesús, mi Jesús por siempre. Jesús, Jesús en mi vida, Jesús, Jesús en mi muerte. Dulce Jesús, sé mi Jesús y sálvanos.

Oh, Dios, que, al recordar hoy el descubrimiento de la verdadera cruz, renovaste los milagros de tu pasión, concédenos que por el valor de aquel sagrado leño de vida alcancemos eficaz socorro y ayuda del cielo para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Amen.

Bendición final rociando con agua bendita: 
El Señor esté con vosotros, y con tu Espíritu. La bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Historia

Se acostumbra en la Iglesia Católica, hacer esta devoción el 3 de Mayo, Día de la Santa Cruz, pero puede rezarse en cualquier momento. Es bueno decir que el demonio habita en aquellos hogares donde reina el pecado, por lo tanto hay que confesarse, ayunar y comulgar.


Más cruel que el mayor de los tiranos es el demonio que procura subyugar el mayor número posible de almas, con astucia y engaños. El quiere tener un reino en el cual, sin ser visto, sea escuchado de buena gana y no por la fuerza, como sucede en su reinado de odio, de furor y de discordia.

Aquellas personas que vayan creciendo en santidad, Jesús les va a dar la oportunidad de poder darse cuenta cuando el sembrador de discordia se encuentra junto a ustedes. No se muestra pudiendo; sólo por orgullo y porque le conviene también permanece y actuar en lo oculto, pero se puede notar perfectamente su presencia, basta que Jesús les quiera dar ese regalo.

Al demonio se le derrota recibiendo los sacramentos, confesión y comunión con la mayor frecuencia posible y lo más importante, humildad, mucha humildad. El padre Fortea, conocido exorcista español, nos dice basta pronunciar la palabra "Jesús" y el demonio se aleja. Aquí les vamos a dejar la devoción de los mil Jesús, para que protejan sus hogares y sus familias, no se dice Jesús una vez, sino mil veces.
 
La Iglesia Católica conmemora en dos ocasiones en el año el Día de la Cruz: el 3 de mayo, cuando se recuerda su descubrimiento, y el 14 de septiembre, fecha de su Exaltación. La primera de ellas se celebra desde tiempos remotos y se relaciona con el hallazgo del madero de la Cruz donde murió Jesús. De acuerdo con los relatos históricos, el Emperador Constantino, encomendó a Santa Elena, su madre, buscar la verdadera cruz de la crucifixión de Jesucristo, siendo hallada por ella, y la ayuda de unos sacerdotes, en el Monte Calvario, en Jerusalén.

Cuenta la tradición popular que la santa trajo consigo tres maderos y que para determinar cuál era la Cruz de Jesús pidieron a personas enfermas que las tocasen, notando que una en particular les concedía salud. Desde entonces se dedica un día en el año a conmemorar este hecho y rendir un homenaje a la Santa Cruz.

La cruz se elabora con laurel (no el de condimento), se amarran varias ramas en forma de cruz, esta “Cruz” no lleva adornos ni flores, ni granos, ni medallas, si se quiere para conservar la forma se le ata a dos palos pequeños en forma de Cruz.


viernes, 11 de mayo de 2018

Nuestra Señora de La Salette

Narración de la Aparición

Sucedió este gran acontecimiento en una meseta montañosa al sudeste de Francia, cerca del poblado de La Salette. Un niño llamado Maximino Giraud, de once años, y Melanie Mathieu, de quince años, estaban cuidando el ganado. Melanie estaba acostumbrada y entrenada a este tipo de trabajo desde que tenía nueve años de edad, en cambio, para Maximino todo era nuevo. Su padre le había pedido que lo hiciera como un acto generoso para cooperar con el granjero que tenía a su ayudante enfermo por esos días.



Un día de otoño de 1846, durante mediados de septiembre, un granjero de Ablandins llamado Pierre Selme estaba en la búsqueda de alguien que cuide su ganado, ya que el pastor de su hacienda estaba enfermo. Descendió a la villa de Corps y buscó a su amigo el Carretero Giraud, el padre de Maximino Giraud. “Préstame a tu hijo por unos días”, le dijo; "¿Menim un pastor?, él es demasiado distraído para eso", contestó el papá de Maximino. Discutieron un rato, y finalmente llegaron a un acuerdo, de tal modo que el 14 de septiembre Maximino llegó a Ablandins.

El día 18 de septiembre de 1846, víspera de la Aparición de la Santísima Virgen, Melanie estaba sola como siempre cuidando el ganado de mi amo; alrededor de las once de la mañana vio a un niño (Maximino Giraud) que se aproximaba. El niño se acercó y le dijo: "Hey niña, voy a ir contigo, soy de Corps". A estas palabras Melanie se mostró en desacuerdo y le dijo: "No quiero a nadie a mi alrededor. Quiero estar sola". Pero él, siguiéndola, dijo: "Mi amo me envió aquí para que contigo cuidara el ganado. Vengo de Corps". Melanie se apartó de él molesta, dándole a entender que no quería a nadie alrededor. Cuando el niño estaba ya a cierta distancia se sentó en la hierba. Usualmente de esta forma hablaba a las florecitas o al Buen Dios.

Después de un momento, detrás de ella estaba Maximino sentado y directamente le dijo: "Déjame estar contigo, me portaré muy bien". Aún en contra de su voluntad y sintiendo un poco de lástima por Maximino le permitió quedarse. Al oír la campana de la Salette para el Ángelus, Melanie le indicó al niño elevar su alma a Dios. Él se quitó el sombrero y se mantuvo en silencio por un momento. Luego comieron y jugaron juntos. Cuando cayó la tarde bajaron de la montaña y prometieron regresar al día siguiente para llevar al ganado nuevamente.

Al día siguiente, sábado, 19 de septiembre, de 1846, el día estaba muy caluroso y los dos jovencitos acordaron comer su almuerzo en un lugar sombreado. Melanie había descubierto que Maximino era muy buen niño, simple y dispuesto a hablar de lo que ella deseara. Era muy flexible y juguetón, pero si un poco curioso. Llevaron el ganado a una pequeña quebrada y encontrando un lugar agradable decidieron tomar una siesta. Ambos durmieron profundamente. Melanie fue la primera en despertar. El ganado no estaba a su vista, entonces rápidamente llamó a Maximino. Juntos fueron en su búsqueda por los alrededores y lo encontraron pastando plácidamente.


Los dos jóvenes volvían en la búsqueda de sus utensilios donde habían llevado su almuerzo y cerca de la quebrada en donde habían hecho la siesta divisaron un globo luminoso que parecía dividirse. Melanie pregunta a Maximino si él ve lo que ella está viendo. "¡Oh Dios mío!", exclamó Melanie dejando caer la vara que llevaba. Algo fantásticamente inconcebible la inundaba en ese momento y se sintió atraída, con un profundo respeto, llena de amor y el corazón latiéndole más rápidamente. Vieron a una Señora que estaba sentada en una enorme piedra. Tenía el rostro entre sus manos y lloraba amargamente. Melanie y Maximino estaban atemorizados, pero la Señora, poniéndose lentamente de pie, cruzando suavemente sus brazos, les llamó hacía ella y les dijo que no tuvieran miedo. Agregó que tenía grandes e importantes nuevas que comunicarles. Sus suaves y dulces palabras hicieron que los jóvenes se acercaran apresuradamente. Melanie cuenta que su corazón deseaba en ese momento adherirse al de la bella Señora.

La Señora era alta y de apariencia majestuosa. Tenía un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura, no se podría decir que era de color dorado pues estaba hecho de una tela no material, más brillante que muchos soles. Sobre sus hombros lucía un precioso chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. Sus zapatos blancos tenían el mismo tipo de rosas. De su cuello colgaba una cadena con un crucifijo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. De su cabeza una corona de rosas irradiaba rayos luminosos, como una diadema. De sus preciosos ojos salían lágrimas que rodaban sobre sus mejillas. Una luz más brillante que el Sol pero distinta a éste le rodeaba.


Le dijo a los jovencitos que la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios. Si no, tendrían mucho que sufrir. "La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada".

Ella continuó conversando y les predijo una terrible hambruna y escasez. Dijo que la cosecha de patatas se había echado a perder por esas mismas razones el año anterior. Cuando los hombres encontraron las patatas podridas, juraron y blasfemaron contra el nombre de Dios aún más. Les dijo que ese mismo año la cosecha volvería a echarse a perder y que el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían, las uvas se pudrirían. Después, la Señora comunica a cada joven un secreto que no debían revelar a nadie, excepto al Santo Padre, en una petición especial que el mismo les haría.


La Señora agregó que si el pueblo se convirtiera, las piedras y las rocas se convertirían en trigo y las patatas se encontrarían sembradas en la tierra. Entonces preguntó a los jovencitos: "¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?" Respondieron los dos: ¡Oh! no, Señora; no muy bien."

"¡Ay, hijos míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más."

Con su voz maternal y solícita les termina diciendo: "Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo". Luego continuó andando hasta el lugar en que habían subido para ver donde estaban las vacas. Sus pies se deslizan, no tocan más que la punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la hermosa Señora se detuvo. Melanie y Maximino corren hacia ella apresuradamente para ver a donde se dirige. La Señora se eleva despacio, permanece unos minutos a unos metros de altura (aprox. 3-5 m.).

Mira al cielo, a su derecha (¿hacia Roma?), a su izquierda (¿Francia?), a los ojos de los niños, y se confunde con el globo de luz que la envuelve. Este sube hasta desaparecer en el firmamento.

Al principio solo algunos creían lo que los jóvenes decían haber visto y oído. Los campesinos que habían contratado a los jóvenes estaban sorprendidos que, siendo estos tan ignorantes, fueran capaces de transmitir y relacionar tan complicado mensaje tanto en francés, el cual no entendían bien, como en patuá en el cual describían exactamente lo que decían.

A la mañana siguiente Melanie y Maximino fueron llevados a ver al párroco. Era un sacerdote de edad avanzada, muy generoso y respetado. Al interrogar a los jóvenes, escuchó todo el relato, ante el cual quedó muy sorprendido y realmente pensó que ellos decían la verdad. En la Misa del domingo siguiente habló de la visita de la Señora y su petición. Cuando llegó a oídos del obispo que el párroco había hablado sobre la aparición desde el púlpito, éste fue reprendido y reemplazado por otro sacerdote. Esto no es sorprendente ya que la Iglesia es muy prudente en no hacer juicios apresurados sobre apariciones.

Melanie y Maximino eran constantemente interrogados tanto por los curiosos como por los devotos. Ellos simplemente contaban la misma historia, repitiéndola una y otra vez. A los que estaban interesados en subir la montaña, les señalaban el lugar exacto donde la Señora se había aparecido. En varias ocasiones fueron amenazados de ser arrestados si no negaban lo que continuaban diciendo. Sin ningún temor y vacilación reportaban a todos los mensajes que la Señora había dado.

Surgió una fuente cerca del lugar donde la Señora se había aparecido y el agua corría colina abajo. Muchos milagros empezaron a ocurrir. Las terribles calamidades que fueron anunciadas se empezaron a cumplir. La terrible hambruna de patatas de 1846 se difundió, especialmente en Irlanda donde muchos murieron. La escasez de trigo y maíz fue tan severa que más de un millón de personas en Europa murieron de hambre. Una enfermedad afectó las uvas en toda Francia. Probablemente el castigo hubiera sido peor de no haber sido por los que acataron el mensaje de La Salette. Muchos comenzaron a ir a misa. Las tiendas fueron cerradas los domingos y la gente cesó de hacer trabajos innecesarios el día del Señor. Las malas palabras y las blasfemias fueron disminuyendo.

Las profecías sobre el deterioro de las cosechas y la hambruna se cumplieron

La Virgen dijo que habría un castigo, y que las uvas se marchitarán. Yo fui a estudiar qué había sucedido con las uvas en Francia después de 1846. Después de las apariciones, hizo su aparición un hongo parásito que agrede a la uva, esparciendo el oidio, una enfermedad de la vid nunca vista en Francia hasta entonces. Cuando desapareció, se manifestó enseguida la filoxera, un piojo microscópico que destruyó la mitad de las viñas de todo el país. Se encontró un remedio para la filoxera, pero apareció inmediatamente la peronospera, una enfermedad desconocida en Europa, y originaria de América. Las pocas vides que habían logrado salir sanas y salvas de los flagelos precedentes, fueron destruidas por el nuevo mal. He investigado también en los archivos y en las bibliotecas francesas: en Francia no existe una sola especie de vid anterior a 1847. Todas las que existían murieron. Una terrible predicción que se cumplió totalmente.

Aprobación eclesiástica

El Obispo de la Salette encargó a dos teólogos la investigación de la aparición y de todas las curaciones registradas. Durante cinco años se hicieron las más minuciosas investigaciones. En toda Francia, en aproximadamente ochenta diferentes lugares, los obispos encargaron canónigos que investigasen las curaciones milagrosas a través de las oraciones a Nuestra Señora de la Salette y del agua de la fuente. Cientos de milagrosos favores fueron registrados.

El Santo Padre, Pío IX, aprobó la devoción a Nuestra Señora de la Salette. Pidió a los jóvenes que le fuera enviado el relato de los secretos por escrito. Tiempo después dirá el Santo Padre: "Estos son los secretos de la Salette, si el mundo no se arrepiente, perecerá".

Proclama de milagros

Mellon Joli, Arzobispo de Sens, Obispo de Auxerre, Primado de las Galias y de Germania. "Visto el informe de la Comisión nombrada por Nos el 24 de enero de 1848 para una investigación jurídica sobre una curación extraordinaria ocurrida en Avallon el 12 de noviembre de 1847 en la persona de Antoinette Bollenat después de una novena a la Stma. Virgen; invocada con el nombre de Ntra. Sra. De La Salette; vistos los interrogatorios a los testigos y médicos... habiendo pedido el parecer de mi Consejo, invocado el santo nombre de Dios, declaramos para la gloria de Dios, la glorificación de la Stma. Virgen y la edificación de los fieles, que dicha curación presenta todas las condiciones y caracteres de milagrosa" -4 de Marzo de 1849.

Luis Rossat, Obispo de Verdún. "Declaramos cierto e incontestable el hecho de la curación instantánea y mantenida desde el 1 de abril de 1849 hasta el día de hoy, en la persona de Martin, alumno de nuestro Seminario Mayor, según la relación que ordenamos hacer, muy difícil de explicar por solas las fuerzas naturales; y Nos ha sorprendido que los alumnos de nuestro Seminario unánimemente lo hayan atribuido a la intervención sobrenatural de la Stma. Virgen". La relación citada, firmada por el superior del Seminario, el ecónomo y tres profesores, afirma que M. Martin es un edificante clérigo menor, de entera confianza. Durante el curso, hasta el 1 de abril, apenas podía apoyarse en la pierna izquierda, con dolores continuos, que no le permitían seguir los actos de la comunidad. El Obispo decidió que no se le admitiera a las órdenes menores hasta que no estuviese totalmente curado. El 1 de abril comenzó una novena a Ntra. Señora de La Salette, y su director espiritual a las 6 de la tarde le dio un frasco de agua de La Salette. A las siete andaba, subía y bajaba corriendo las escaleras. La curación produjo una fuerte impresión en todo el Seminario." -1 de Agosto de 1849.

Clemente, Obispo de la Rochelle y de Saintes. "...oído el testimonio de muchos personajes sobre la curación repentina de Madame Bonnet de una enfermedad incurable, como consecuencia de una novena que hizo a Ntra. Sra. De La Salette; examinado atentamente el proceso verbal pedido al Dr. M. Kemmerer, que atestiguó la imposibilidad absoluta de dicha curación con los remedios humanos; consultado nuestro Consejo e invocadas las luces del Espíritu Santo, pronunciamos que no puede ser atribuida nada más que a una intervención sobrenatural". -12 de enero de 1855. Una preciosa basílica fue construida en el lugar de la aparición, seis mil pies sobre el nivel del mar. En la actualidad junto a la basílica hay uncentro de acogida a los peregrinos con alojamiento. Una nueva congregación de sacerdotes fue fundada: "Sacerdotes misioneros de Nuestra Señora de la Salette"que tienen casas y escuelas alrededor del mundo. Para fomentar su trabajo y contribuir en la propagación de los mensajes de Nuestra Señora de penitencia, una confraternidadfue fundada, y fue elevada casi instantáneamente a Archicofradía. Una congregación de religiosas, las Hermanas de Nuestra Señora de la Salette,fue establecida para ayudar a mujeres peregrinas y a los enfermos. Muchos peregrinos llegan anualmente a la Basílica y con espíritu de penitencia suben la montaña. Muchos milagros se dan en el cuerpo y en el alma dependiendo de la devoción de los fieles y la gracia de Dios. Al preguntarnos cual es el significado y la gracia derramada a la humanidad el 19 de septiembre, de 1846, encontramos aspectos de la Palabra de Dios que son recordados en el mensaje enviado del cielo a través de la Virgen de la Salette.

Gran significado evangélico

"Para ver y entender"

"Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden" [Mateo 13, 13].

Antes de hablar, la Señora se comunica con señales. María la madre de Jesús y madre nuestra, irradia la luz de la resurrección. El brillo de su rostro es tanto que Maximino es incapaz de mirarla permanentemente y a Melanie le deslumbra su presencia. Su vestidura, como las de Cristo en la montaña el día de la Transfiguración, de igual forma resplandece de luz. La luz procede del gran Crucifijo que tiene sobre su pecho. Apareciéndose en la Salette, María Santísima continúa llevando a cabo la misión que recibió al pie de la cruz: tomar el sufrimiento y el dolor por nosotros para darnos vida en la Fe. "pués nunca entre vosotros me precié de conocer otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado". [1 Cor 2, 2].

El crucifijo está entre un martillo y unas tenazas, los instrumentos de la Pasión. De los hombros de la hermosa Señora cae una larga cadena, el símbolo bíblico del pecado y de las injusticias cometidas por nosotros contra nuestros hermanos. Paralelamente a las cadenas, en los bordes del chal, la hermosa Señora tiene rosas de muchos colores. Esto nos recuerda al rosario. Desde nuestras raíces humanas hasta la cruz y de la cruz a la gloria y al festín celestial. También hay rosas alrededor de su cabeza, como una diadema de luz y alrededor de sus pies. . "He arraigado en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. Como plantel de rosas en Jericó" [ Eclco 24, 12].

La Constitución Gaudium et Spes (13) del Concilio Vaticano II, nos dice "De ahí que el hombre está dividido dentro de sí mismo. Por eso toda vida humana, individual o colectiva, se nos presenta como una lucha dramática, entre el mal y el bien, entre las tinieblas y la luz. Más aún el hombre se encuentra incapacitado para resistir eficazmente por sí mismo a los ataques del mal, hasta sentirse como aherrojado con cadenas".

Escuchen y pónganlo en práctica [Luc 6, 46. 8, 21. 11, 28. Sant 1, 25-27]

Por la maternal caridad de la Virgen Santísima, Ella intercede, a Ella le importa y continúa trayendo los dones de la salvación eterna a nosotros, hermanos de su Hijo, quienes aún estamos peregrinando en esta tierra, rodeados de peligros y dificultades hasta el día de entrar a la patria feliz.

La Santísima Virgen habla el idioma de su pueblo. La Virgen Santísima es una "hija de Israel" que vivió en una cultura específica. Ella se aparece también comunicándose según la cultura de sus hijos. Hay una gran consonancia entre su preocupación y el lenguaje del pueblo. En la Biblia, la Palabra de Dios se manifiesta de una forma concreta en la historia del pueblo de Dios. María como hija de Israel nos enseña a descubrir a través de los eventos y situaciones de la vida, la presencia discreta de Dios quién "hace maravillas" y quien "recuerda su amor a su pueblo".

Ella nos llama a la conversión urgentemente. Por su inmenso amor, se preocupa por nuestra indiferencia religiosa y por nuestros pecados, pero también por nuestras problemas y esperanzas.

La Virgen se sitúa en la tradición de los profetas. Un profeta es aquel a quien Dios le confía la misión de hablar en su Nombre al pueblo, para revelar a este pueblo en los eventos pasajeros de este mundo la llamada a un mayor amor. En la Salette, la Virgen toma en cuenta la actual situación de las cosechas: el trigo, las patatas, las uvas y las nueces. Ella empieza con la predicción pesimista de los granjeros: hambruna y muerte infantil si el trigo continua así. Dice que nosotros no prestamos atención y luego lanza el reto a cada alma, "Así se convierten" Nos recuerda la llamada de Aquel que es la Palabra: El reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva (Mc1:15), y otra vez dice: No os preocupéis, busca primero el reino de Dios y su justicia.(Mt. 6:33). En realidad es una llamada del Evangelio que quizá hemos olvidado y la Virgen Santísima nos la recuerda. Analizando su discurso nos damos cuenta de las grandes verdades encontradas en los Evangelios.

Todo se conjuga en Cristo: Cristo crucificado y resucitado. El papel de María Santísima respecto a todo creyente es unirnos a Jesús, en nuestras luchas, batallas y sacrificios tenemos la oportunidad diaria de ser transfigurados en Cristo.

En el Nombre de Cristo te imploramos [Juan 20, 31; Hech 4, 12]

La Virgen Santísima, modelándose en Jesús resucitado, viene como mensajera de paz, esa paz que es fruto del Evangelio vivido. La Virgen viene a implorarnos que retornemos a Jesús. Nos pide también que, en unión con ella seamos mensajeros. La Buena nueva necesita ser proclamada, oída y difundida.

La Virgen dijo: "Si mi pueblo no quiere someterse..."  En estos tiempos modernos es difícil oír palabras de advertencia. Pero la Virgen no viene a quitarnos la libertad ni para amenazar, sino para invitarnos a vivir en el reinado y liderazgo de Cristo, en comunión con su voluntad. Esta sumisión la cual es comunión con Dios es la que María, la humilde esclava del Señor, vivió desde la Anunciación hasta la Crucifixión y Pentecostés. Y es por eso que todas las generaciones la llamarán bendita [Luc 1, 48]. Nunca podremos recompensar el dolor que la Virgen ha sufrido por nosotros, pero ello es razón para responder lo más generosamente posible. "Por lo tanto, ofrezcan todos los fieles súplicas insistentes a la Madre de Dios y Madre de los hombres, para que Ella, que estuvo presente a las primeras oraciones de la Iglesia, ensalzada ahora en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles, en la comunión de todos los santos, interceda también ante su Hijo" [Conc Vat II, LG, 69].

Reconcíliense con Dios [cf. Mt 5, 23; Mc.11, 24; 2Cor 5, 18; Ef 2, 15]

Nuestra Señora específica dos rechazos del pueblo: "Las dos cosas que hacen la mano de mi Hijo tan pesada" son: 
  1. El irrespeto del Día del Señor. Esto nos lleva a recordar los dos primeros Libros de la Biblia, el Génesis y el Éxodo, y a recordar que desde el principio los cristianos celebran el domingo como día de la Resurrección. ¿Cómo damos honor al Día que el Señor se ha reservado para El mismo?  ¿Es realmente día de reposo, día de asistir a la Santa Misa?
  2. El irrespeto al Nombre de mi Hijo. Los que utilizan el Nombre de Cristo por la menor adversidad e imponen a Dios la responsabilidad de éstas, olvidándose así de las propias. Cuando nos vemos asediados con toda clase de pruebas, egoístamente nos cerramos en nosotros mismos sin esperanza. La Virgen viene a recordarnos nuevamente "Santo es su Nombre", porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos [Hech 4, 12].  Y todo cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre. [Col 3, 17]. (El hombre), al negarse muchas veces a reconocer a Dios como su principio, trastornó, además, su debida ordenación a un fin último y, al mismo tiempo, dañó todo el programa trazado para sus relaciones consigo mismo, con todos los hombres y con toda la creación. [Conc. Vat II, Gaudium et Spes,13].
Las cosas que se corroen [cf. Mt 6, 19; Luc 12, 13; Sant 5, 3]

La rebelión contra Dios, que significa "muerte de Dios en nosotros" inevitablemente nos llevará a la muerte y a la ruptura armoniosa con el universo. Esa ruptura es la causa de la corrupción. Para redimirnos de esos males es que vino Nuestro Señor. En la Salette, la Virgen no nos saca de la realidad, sino que al contrario, nos hace un llamado urgente a que reconozcamos los peligros en que vivimos y nos abramos a la redención que ofrece su Hijo. Las cosechas y patatas podridas, el trigo que se vuelve polvo, las nueces vacías, las uvas en las viñas estropeadas, hambrunas y epidemias, todo ello es causado por el pecado.

Nuestra situación precaria y la duración restringida que nuestras vidas tienen sin embargo un punto positivamente elevado, siendo estos motivos que nos llaman a la propia conversión, retándonos al seguimiento de Cristo, viviendo hoy la nueva vida que Él vivió hasta el Calvario. Esa es la fuente de nuestra confianza. En esta tierra donde las dos terceras partes de la humanidad sufren hoy de hambre y desnutrición, donde los derechos humanos son burlados, la injusticia se encuentra a nuestra puerta, los riesgos de la destrucción aumentan; que todo esto nos haga meditar los "signos de Dios" y nos vuelvan a Él.  Así actuaremos como verdaderos hermanos, en especial con los menos afortunados.

Si se convierten [cf. Ez 18, 30; 1R 8, 35; Mc 1, 15; Luc 15; Hech 2, 38, 3, 19]

La llamada a la conversión está en el corazón del mensaje de la Salette. Todo se dirige hacia ese fin: las lágrimas y el crucifijo, la luz y las rosas, las actitudes de la Hermosa Señora, su caminar desde la quebrada hasta la cumbre, pero sobre todo el discurso de la Virgen. "Regresen a Dios con todo su corazón", El es la única fuente de vida.

La ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios... en la esperanza de ser liberada de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. [Rom 8, 19].

El camino a la conversión: Tres puntos [Mt. 6, 5; Mc. 14, 32; Luc 18, 1; Jn 17]
  1. Oración perseverante y profunda "¿Hacéis bien vuestras oraciones?" "No muy bien, Señora" contestaron. Quizá también esa es nuestra respuesta. La Virgen Santísima nos exhorta a orar diariamente, mañana y tarde. Velad y orad [Mt 26:41] La Virgen les indica lo mínimo, un Padrenuestro y un Ave María, pero les urge ir más allá cuando puedan. Los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabanza a Dios [Hch 2, 42], han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios [Rom 12, 1], han de dar testimonio de Cristo en todo lugar y, a quien se la pida, han de dar también razón de la esperanza que tienen en la vida eterna [1Pe 3, 15]. (Conc Vat II, LG, 10).
  2. Participación en la Santa Misa "Durante el verano solo algunas mujeres mayores van a Misa". El participar juntos cada semana como cristianos en la celebración de la Misa Dominical es una necesidad vital. La Palabra de Dios nutre nuestra fe, el contacto con Cristo en la fracción del pan para un nuevo mundo es fuente de dinamismo, la comunión con su Cuerpo entregado por nosotros y su Sangre derramada nos recuerda que debemos estar listos para dar nuestras vidas por otros y entonces hacernos partícipes, siendo fortalecidos en su Espíritu. En el corazón de este mundo que pasa y al cual estamos todavía ligados por nuestra ceguera e inercia, la Iglesia, en la celebración de la Eucaristía, comprende y anuncia que el nuevo mundo, inaugurado por Cristo resucitado, está realmente presente entre nosotros, y es necesario que seamos sus testigos en nuestra vida cotidiana, a través de nuestra conducta individual y como miembros de la sociedad. La necesidad eucarística entonces es fuente de esperanza y de gozo que nadie nos podrá quitar [Luc 21, 14; Jn 13, 1. 20, 19-26].
  3. Recobrar nuestra dignidad actuando como cristianos. "Durante la Semana Santa van a la carnicería como perros". Lejos de escandalizarnos, las palabras de Nuestra Señora deberían traspasar nuestras conciencias. En las Sagradas Escrituras, cuando al pueblo se le compara con los perros significa que éste ha perdido el sentido de su dignidad [Fil 3, 2; Mt. 7, 6]. Qué realmente hacemos con nuestra dignidad de hijos de Dios cuando desperdiciamos el alimento, cuando menospreciamos los bienes que quizá otros necesitan? Para recobrar nuestra dignidad debemos darnos cuenta que no solo de pan vive el hombre y que los esfuerzos necesarios que hagamos para compartir nuestras bendiciones con otros nos pone en comunión con el Hijo de Dios, de Quien se deriva nuestra dignidad. "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" [Mt 25, 40]. Cada año se nos presenta el maravilloso testimonio dado por Jesús durante su Pasión [1Tim 6] y es un recordarnos que nunca debemos "vender" nuestra dignidad. El poder de la resurrección está entre nosotros obrando y haciéndonos hijos de Dios. Entonces no puede haber nada que nos comprometa con la falsedad, la injusticia, el dinero o el poder. No vivamos como perros sino que todos nuestro ser y   nuestros bienes estén a la voluntad del Padre, cueste lo que cueste. 
En la finca de "Coins" [Jer 23, 24; Os 6, 1; Mt 28, 20; Luc 2, :29; 2Cor 6, 16].
 
La Hermosa Señora hace mención a Maximino de un evento aparentemente sin importancia. Una pequeña obra y una observación que había hecho su padre. Por mucho tiempo el señor Giraud no había atendido a la iglesia y era realmente indiferente a la religión. Cuando el 20 de septiembre escuchó el relato de la Aparición, su reacción fue prohibirle a su hijo decir nuevamente esos cuentos sin sentido. Días después, molesto por el ir y venir de las personas interesadas en hacer preguntas a Maximino, lo amenazó con castigos severos. "Pero, papá, Ella me habló de ti", exclamó el muchacho. Le recordó el episodio de el trigo estropeado en la finca de Coins y el trozo de pan que le había dado a su hijo de regreso a Corps. Así, como Maximino había olvidado el incidente, de igual forma lo había olvidado su padre. El señor Giraud se sorprende, pensaba que quizá había desterrado a Dios de su vida y ahora se da cuenta, descubre que ni siquiera por un instante Dios cesa de percibir sus esperanzas y ansiedades y en particular del temor de no tener más pan que darle a su hijo. Este descubrimiento será el comienzo de una autentica conversión que será intensificada más tarde con la milagrosa curación de su asma crónica.

Nosotros nos podríamos preguntar si realmente estamos conscientes de la presencia de Dios que nos acompaña a dondequiera que vayamos. Cuando compartimos el pan, cuando lo distribuimos entre los hambrientos, dondequiera que se da vida, el Padre está , pues El es la fuente de la Vida.

Dimensión Misionera es Urgente [Mt 28, 18; Luc10, 1; Jn 17, 18; 20, 21; Rom 10, 13].

"Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo". La dimensión misionera es esencial para todo cristiano y Nuestra Señora nos lo recuerda. Cristo, nuestro Señor vino a crear nuevas condiciones de vida, reconciliada con Dios y con el prójimo. Debemos dedicar nuestro existir a realizar esta vida de reconciliación en este mundo dividido en el cual nos encontramos. La Reconciliación es la fuerza viva capaz de abrir el futuro a todas las gentes, renovando así los lazos rotos o debilitados por el egoísmo y los temores. En este mundo donde tantos trabajan, construyen, sufren y esperan, tengamos tan solo un tipo de obsesión: obsesión misionera.

Son muchos los peregrinos que se acercan a la Aparición de la Salette y suben la montaña santa. Todos juntos y cada uno personalmente se siente llamado por la Hermosa Señora que nos recuerda que Dios "rico en misericordia" está presente en cada una de nuestras vidas.

¿Cómo no hacer caso ante tanta ternura? ¿Cómo resistir el llanto incesante de aquella que ora e intercede por nosotros sin cesar? Ella está junto a nosotros con su atención maternal, en cada detalle y acontecimiento de nuestras vidas. En nuestras luchas y penas, en nuestras decisiones y nuestras aflicciones diarias. María Santísima, fiel a la misión recibida en el Calvario, nunca cesa de recordarnos los medios que se nos han dado para regresar a su Hijo; pues sin Su ayuda no podremos construir nuestras vidas o nuestro mundo. El rechazo de Su gracia trae serias consecuencias. María, nuestra abogada y reconciliadora vino a la Salette a recordarnos esta verdad.

Hemos olvidado las verdades del Evangelio y al contemplar su aparición y el profundizar en sus palabras nos debe mover a responder su llamado, aliviando su dolor, secando sus lágrimas, retornando a Dios con todo nuestro corazón, a través de su Hijo Jesucristo, Quien es el Camino, la Verdad y la Vida. El que fue crucificado por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos para nuestra salvación. Jesús, nuestra paz y reconciliación.


Conclusión

Los mensajes de Nuestra Señora de la Salette para el mundo dados a Maximino y Melanie en 1846 son importantes y actuales para nuestros días: "No ofendan más a Dios (no pequen más) y hagan penitencia; sinó, terribles pruebas y sufrimientos vendrán sobre el mundo". El mismo mensaje ha dado Nuestra Señora en Lourdes y en Fátima: oración, penitencia y consagración a su Inmaculado Corazón.
  
Melanie Calvat 

Melania nace en Corps el 7 de noviembre de 1831, en el seno de una familia numerosa. El padre, Pedro Calvat, conocido por trabajar en un aserradero, se adapta de hecho a toda oferta de trabajo. La madre, Julia Barnaud, tendrá de él diez hijos. Melania es la cuarta. La pobreza es tal que a veces los pequeños son enviados a mendigar. Muy joven, Melania es "colocada" para guardar vacas en casa de los campesinos de los alrededores. Desde la primavera de 1846 hasta el fin del otoño trabaja en la casa de jean-Baptiste Pra, de los Ablandins, uno de los grupos de casas que forman la aldea de La Salette. El vecino de Pra se llama Pedro Selme. Es él quien ha contratado - una semana solamente - al inquieto Maximino para reemplazar a su pastor enfermo. Frente a este joven hablador, Melania, tímida y taciturna, se mantiene reservada.
A pesar de ello, los dos niños tienen algunos puntos en común...¡si se puede hablar así! Nacidos en Corps donde residen sus familias, no se conocían debido a las muy largas ausencias de la pastora. Los dos hablan el dialecto local y no conocen más que algunas palabras de francés. Ni escuela ni catecismo, no saben leer ni escribir. El padre de Melania está en constante búsqueda de trabajo. Su madre está sobrecargada para sacar adelante toda la prole. No hay lugar para los afectos, o muy poco. 


Al día de la Aparición, lo que caracteriza a Melania, como a Maximino, es la pobreza: pobres de bienes, pobres de saber, pobres de afectos. El hecho también de que son totalmente dependientes. Son "cera virgen" que el acontecimiento va a marcar definitivamente con su impronta, siempre respetando sus caracteres. Melania es, en efecto, muy diferente de su compañero. Ella vive con extraños y no está con su familia más que durante los difíciles meses del invierno, cuando se pasa hambre y frío. Nos es de extrañar que sea tímida y reservada "ella no responde más que si o no", testifica su patrón Jean-Baptiste Pra. A pesar de ello, contestará clara y simplemente a las preguntas concernientes al hecho de La Salette. Permanece cuatro años con las Hermanas de la Providencia. Tiene poca memoria y menos aptitudes incluso que Maximino para estudiar. Desde noviembre de 1847, su directora temía ya que Melania "se aprovechaba de la posición en que el acontecimiento la había colocado". Primero postulante y luego novicia en la Congregación indicada, objeto de atenciones y deferencias de numerosos visitantes, se apega a sus propios puntos de vista. 

Por esta razón, el nuevo Obispo de Grenoble, aun reconociendo su piedad y su devoción, rehusa admitiría a la profesión religiosa "para formaría... en la práctica de la humildad y de la simplicidad cristianas". 

Lamentablemente, Melania presta entonces atención a personas "inquietas y enfermas", imbuidas de profecías populares y de teorías pseudo-apocalípticas y pseudo-místicas. Quedará marcada para toda la vida. Para dar crédito a sus afirmaciones trata de vincularlas al secreto que ha recibido de la Bella Señora. Un examen, por poco atento que sea de lo que ella dice y escribe, muestra las diferencias irreductibles con los signos y las palabras de María en La Salette. Melania, sus problemas y sus fantasmas se convierten en el centro de su discurso: a través de sus profetas arregla las cuentas con aquellos que oponen alguna resistencia a sus proyectos, expresa su rechazo e la sociedad o al ambiente que le crea problemas. Recrea un pasado imaginario donde son exorcizadas las frustraciones de que ha sido víctima en su infancia.
En 1854, Mons. Ginoulhiac escribe: "las predicciones de Melania... no tienen fundamento, carecen de importancia respecto al Hecho de La Salette... son posteriores a ese Hecho y no tienen ninguna relación con él". En esta óptica, Mons. Ginoulhiac proclama el 19 de septiembre de 1855, sobre la Santa Montaña: "La misión de los pastores ha terminado, comienza la de la Iglesia". 

Desgraciadamente, Melania proseguirá con sus divagaciones proféticas, orquestadas más tarde por el talento fulgurante de léon Bloy, creando una corriente "melanista" que se quiere vincular a La Salette pero que no tiene otra base que las afirmaciones incontrolables de melania. Está a mil leguas de los fundamentos históricos de la Aparición. En cuanto al contenido, a pesar de su barniz religioso, no tiene prácticamente nada que ver con las verdades de fe de la Iglesia, recordadas por María en La Salette. Se aparta del dominio de la fe por lo inestable, discutible, y estéril de las creencias. Este género de literatura aleja de la fe en lugar de favorecerla. En 1854, un Padre inglés lleva a Melania a Inglaterra. Al año siguiente, entra en el Carmelo de Darlington, y hace profesión temporal en 1856, pero sale en 1860. Otra tentativa con las Hermanas de la Compasión de Marsella: después de una temporada en su casa de Céphalonie (Grecia) y el paso por el Carmelo de Marsella, vuelve a la Compasión por poco tiempo. Después de algunos días en Corps y en La Salette, se establece en Italia, en Castellamare di Stabia, cerca de Nápoles. Allí permanece durante siete años, escribe sus "secretos" y una regla para una eventual fundación. El Vaticano pide al Obispo del lugar que prohiba este género de publicaciones, pero ella busca obstinadamente otros apoyos y el imprimátur, hasta el Jefe de Curla, Mons. Lepidi. Esto no representa una aprobación, ni siquiera velada. La autoridad e al que Melania hace referencia no es competente. 

Después de una estancia en Cannes, encontramos a Melania en Chalon-sur-Saône donde, siempre en búsqueda de fundación, apoyada por el canónigo de Brandt d'Amiens, se encuentra en pleito con Mons. Perraud, Obispo de Autum. La Santa Sede, conocido el asunto, de la razón al Obispo. En 1892, regresa a Italia, cerca de Lecce, después a Mesina en Sicilia, por invitación del canónigo Annibate di Francia. Luego de algunos meses en el Piamonte, viene a establecerse en casa del Padre Combe, párroco de Diou, en Allier, sacerdote apasionado por profetas político-religiosas. Termina de escribir una autobiografía en paco novelesca, en la que reintenta una infancia extraordinaria, mezclada de consideraciones pseudomísticas, reflejo de sus propios fantasmas y de las quimeras de sus comunicantes. 

Los mensajes que entonces lanza Melania y que quiere relacionar con La Salette no tienen en verdad nada que ver con su primitivo testimonio sobre la Aparición. Por otra parte, cuando se regresa con ella al hecho del 19 de septiembre de 1846, recobra la simplicidad y la claridad de su primer relato, concordante con el de Maximino. y esto de una manera constante. Así sucede cuando pasa por la Santa Montaña el 18 y 19 de septiembre de 1902. 

Regresa a la Italia meridional, a Altamura, cerca de Bari. Muera el 14 de diciembre de 1904. Descansa bajo una estela de mármol donde un pequeño bajorrelieve muestra a la Virgen acogiendo a la pastora de La Salette en el cielo. Una cosa es cierta: a pesar de todos sus extravíos, hay un punto sobre el cual Melania jamás ha variado: el testimonio que con Maximino ha dado la tarde 19 de septiembre de 1846, en la investigación llevada por Mons. Philibert de Bruillard, retomada y confirmada por la de Mons. Ginoulhiac. Dentro de una vida difícil, Melania ha permanecido pobre y piadosa, y fiel a su primer testimonio.

Maximino Giraud

Maximino Giraud nace en Corps, el 26 de agosto de 1835. Su madre Ana-Maria Templier es de la región. Su padre Germán Giraud procede de un cantón próximo. Maximino no tiene más que diecisiete meses cuando su madre muere, dejando también una niña de ocho años, Angélica. Poco después el señor Giraud se vuelve a casar. Maximino va a crecer ocioso: el carretero Giraud se vuelve a taller o en la baberna; su mujer no siente mucho afecto por este muchacho vivo, despreocupado, que no le tira la casa prefiriendo vagar por las calles de Corps junto a las diligencias y carruajes, o correr por los caminos con su cabra y su perro, el niño es travieso, de mirada vivaz bajo espesa cabellera negra, y rápido en las respuestas.


Durante la Aparición, mientras la Bella Señora se dirigía a Melania, hacia girar su sombrero sobre el extremo superior del garrote, o con el otro extremo lanzaba piedras hacia los pies de la Bella Señora. "¡Ninguna la tocó!", responderá con toda naturalidad a los investigadores. Cordial con los que se siente verdaderamente amado, receloso cuando se le quiere forzar.

Su adolescencia fue difícil. Durante los tres años siguientes al de la Aparición pierde a su hermanastro Jean-François, a su abuela María Cort y su padre el carretero Giraud. Es puesto bajo la tutela del hermano de su madre, el tío Templier, hombre rudo e interesado. En la Escuela sus progresos son modestos. La hermana Th~eele que cuidaba de él, le llama "el movimiento perpetuo". Afirmado a esto las presiones ejercidas por los peregrinos y los curiosos. En estas circunstancias, algunos iluminados legitimistas, partidarios de quien decía ser hijo de Luis XVI, quieren utilizarle con fines políticos. Contra los consejos del cura de Corps y sobrepasando la prohibición del Obispo de Grenoble, llevan al adolescente a Ars. Al niño no le gusta su compañía, pero le atrae la oportunidad de conocer la que, de entrada, trata a La Salette de superchería y a los videntes de mentirosos. Durante la mañana del 25 de septiembre de 1850, el cura de Ars está dos veces con Maximino, en la sacristía y luego en el confesionario, pero no en confesión. ¿Qué ha podido contar el adolescente exasperado? El resultado es que durante años el santo cura no dejará de dudar y de sufrir. Después de la carta pastoral del 19 de septiembre de 1851, él remitirá a sus interlocutores al juicio del Obispo. Pasarán varios años antes de que él mismo dé su asentimiento, y encuentre la paz. En cuanto a Maximino, a pesar de que nunca se ha desmentido sobre el hecho de La Salette, se verá en dificultad para justificar su comportamiento. 

Es suficiente enumerar los lugares por donde ha pasado para saber hasta qué punto este joven ha sido manejado. Del pequeño seminario de Grenoble (Le Rondeau) a la Gran Cartuja, de Seyssin a Roma. De Dax y Aire-sur-Adour a Vêsinet, después al colegio de Tonnerre, a Petit Jouy en Josas cerca de Versailles y a París. Seminarista, empleado en un hospicio, estudiante de medicina, trabajador en una farmacia, alistado como zuavo pontificio durante seis meses, después rescinde el contrato y regresa a París. El periódico "La Vida Parisina" ataca a La Salette y a los dos videntes. Maximino presenta una querella y obtiene una rectificación. En 1866, publica el opúsculo "Mi profesión de fe sobre la Aparición de Nuestra Señora de La Salette". Durante este periodo, el señor y la señora Jourdain, matrimonio muy entregado en ayudarle, le aseguran cierta estabilidad y pagan sus deudas aun a riesgo de arruinarse. 


Maximino acepta por entonces asociarse a un vendedor de licores que utiliza su notoriedad para aumentar sus ventas. Maximino no obtiene ninguna ventaja. En 1870, es movilizado al fuerte Barrau en Grenoble finalmente regresa a Corps donde vuelve a encontrar a los esposos Jourdain. Los tres viven pobremente, ayudados por los Padres del Santuario con el acuerdo del Obispo. En noviembre de 1874, Maximino sube al Santuario de La Salette, seria la última vez, y ante un auditorio atento y emocionado, relata la Aparición como el primer día. El 2 de febrero de 1875, va también por última vez a la iglesia parroquial. La tarde del primero de marzo, Maximino se confiesa, recibe la santa comunión y bebe un poco de agua de La Salette para tragar la hostia. Cinco minutos más tarde, entrega su alma a Dios. No tiene todavía cuarenta años. Sus restos descansan en el cementerio de Corps, pero su corazón se encuentra en la Basílica de La Salette cerca de la consola del órgano. Fue su última voluntad para marcar su vínculo con la Aparición: "yo creo firmemente, aun al precio de mi sangre, en la célebre Aparición de la Santísima Virgen sobre la Santa Montaña de La Salette, el 19 de septiembre de 1846. Aparición que he defendido con palabras, con escritos y con sufrimientos... Con estos sentimientos, yo dono mi corazón a Nuestra Señora de La Salette". 

Conocemos por su mismo testamento que esta pobre no tenia más que legar que su fidelidad a la fe de la Iglesia. El muchacho afectuoso e inestable que siempre ha sido, finalmente encuentra, junto a la Bella Señora, el afecto y la paz de Dios.

El Secreto de La Salette

A pesar de la aprobación de la aparición de La Salette por parte de Monseñor Philibert de Bruillard, obispo de Grenoble y quien tenía la autoridad canónica para dictaminar el suceso; el Cardenal Luis Jacques Maurice de Bonald, Arzobispo de Lyon, se mostraba opositor y no lo ocultaba (En 1848, fue uno de los primeros en saludar la Revolución de 1848, cuyo lema, Libertad, Igualdad y Fraternidad, le pareció “favorable a los intereses de la Iglesia”) (1).
Bonald, con engaños exigió que los niños le confiasen su secreto, con el falso argumento de que tenía un mandato oficial del Papa. Los niños accedieron a sus pretensiones, pero Melania, alarmada, recordó las exigencias de la Virgen María, e insistió firmemente en que su texto, una vez escrito, debería ser introducido en un sobre sellado y entregado directamente al Papa. Bajo esta condición el obispo de Grenoble, envió dos representantes a Roma, y el texto de los dos secretos privados se entregó al Papa Pío IX, el 18 de julio 1851.


Maximino Giraud escribió su Secreto en el palacio del obispo de Bruillard en Grenoble, el 3 de julio de 1851 por la tarde. El Obispo de Bruillard estampó su sello en él y luego lo envió al Papa Pío IX. El sobre sellado fue firmado por dos testigos a las 7:00 PM.

Al igual que el parcialmente oculto secreto de Fátima, Maximino ya habla del castigo que sufrirán las naciones, en este caso de Francia en particular: LA PÉRDIDA DE LA FE Y LA PERSECUSIÓN CONTRA EL PAPADO:

El 19 de septiembre de 1846, vimos a una bella Dama. Nunca hemos dicho que esta Señora fuera la Virgen, sino que siempre dijimos que era una bella Dama. No sé si es la Virgen María u otra persona. Yo ahora creo que era la Santísima Virgen. Esto es lo que esta Señora me dijo:

Si mi pueblo continúa, lo que lo que os voy a decir llegará más pronto, si cambia un poco, llegará un poco más tarde Francia ha corrompido el universo, un día ella será castigada.

La Fe se extinguirá en Francia: tres partes de Francia ya no practicarán la religión, o casi, la otra parte la practicará, sin practicarla bien.

Poco después de esto, las naciones se convertirán, la fe se reavivará en todas partes.
Un  gran país del norte de Europa, ahora protestante, se convertirá: con  el apoyo de este país, todos los otros países del mundo se convertirán.


Antes de que todo esto suceda, grandes trastornos  llegarán, en la Iglesia y en todas partes. Poco después de esto, nuestro Santo Padre el Papa, será perseguido. Su sucesor será un pontífice que nadie esperará. Poco después de esto,  vendrá una gran paz, pero no durará mucho tiempo. Un monstruo vendrá a perturbarla.

Todo lo que digo llegará en el siglo siguiente o a más tardar a los dos mil años.”

Maximino Giraud (Ella me dijo que lo dijera poco tiempo antes). Padre Santo, su bendición a una de sus ovejas, Grenoble, 3 de julio de 1851.


Melania Calvat escribió su propia versión del Secreto el 3 de Julio, separadamente, en Corenc, en el convento de las Hermanas de la Providencia. Lo selló a las 10:00 A.M., y fue llevado al Palacio del Obispo de Grenoble. Pero al día siguiente, ella consideró que no se había expresado bien respecto a los infortunios que caerían sobre dos ciudades (París y Marsella): éstos parecieron como simultáneos, siendo que fueron sucesivos. El Canónigo Rousselot la hizo reescribir el Secreto el 6 de julio, luego el ingeniero Dausse la llevó al obispo, donde Bruillard leyó el nuevo documento antes de sellarlo.


Al igual que Maximino habla del castigo que sufrirán las naciones, LA PERSECUSIÓN CONTRA EL PAPADO y añade el NACIMIENTO DEL ANTICRISTO, HIJO DE UNA MONJA: 

Secreto que me dio la Santísima Virgen en la Montaña de La Salette el 19 de septiembre 1846.
Secreto:

“Melania, te diré algo que no le dirás a nadie: ¡El tiempo de la ira de Dios ha llegado! Si cuando le hayas dicho a la gente lo que te he dicho y lo que te diré aún, si, después de eso, no se convierten, (si no hacen penitencia,  si continúan trabajando el domingo, si continúan blasfemando el Santo Nombre de Dios), en una palabra, si la faz de la tierra no cambia, Dios tomará venganza contra el pueblo ingrato y esclavo del demonio.

¡Mi Hijo manifestará su poder! París, esta ciudad manchada con toda clase de crímenes perecerá infaliblemente. Marsella será destruida en breve tiempo. Cuando sucedan estas cosas, el desorden será completo sobre la tierra. El mundo se abandonará a sus pasiones impías.
El Papa será perseguido de todas partes, le dispararán, querrán matarlo, pero no podrán nada contra él, el Vicario de Dios triunfará aún esta vez.

Los sacerdotes y las religiosas, y los verdaderos servidores de mi Hijo serán perseguidos, y muchos morirán por la fe de Jesucristo. Una hambruna reinará simultáneamente.

Después que todas estas cosas hayan sucedido, muchas personas reconocerán la mano de Dios sobre ellas, se convertirán y harán penitencia de sus pecados. Un gran rey ascenderá al trono, y reinará durante algunos años. La religión florecerá y se extenderá por toda la Tierra y la fertilidad será grande, el mundo, contento de no carecer de nada, recomenzará sus desórdenes, abandonará a Dios y se entregará a sus pasiones criminales. Entre los ministros de Dios y las Esposas de Jesucristo, hay quienes se entregarán al desorden, y esto será lo más terrible.

Finalmente, un infierno reinará sobre la Tierra. Será entonces cuando nazca el Anticristo de una religiosa: ¡Desgracia a ella! Muchas personas creerán en él, porque se dirá venido del cielo, ¡desgracia a aquellos que le crean! El tiempo no es lejano, no pasarán dos veces 50 años.

Hija mío, no dirás lo que acabo de decirte (no se lo dirás a nadie, no dirás que debes decirlo un día, no dirás nada que concierna a esto), finalmente, ¡no dirás nada hasta que yo te diga que lo digas!

Ruego a nuestro Santo Padre el Papa que me dé su santa bendición.
Melanie Mathieu, pastora de La Salette.
Grenoble, 6 de julio de 1851.  


Fuentes